Feliz cumpleaños a mí... Supongo. Es un poco extraño -por no decir otra cosa- cumplir años en un hospital y sin la mayoría de tus seres queridos. Más que extraño es una mierda.
Últimamente, gracias a Nikolai, he tenido días buenos, días no tan terribles y días aguantables; pero a veces, no tan seguido, tengo días malos, bastante malos... Terribles. Admito que -lamentablemente- mi cumpleaños número 17 cayó justo en uno de esos pocos días.No tenía ninguna razón para levantarme de la cama, ni tampoco quería. Si hubiese sido por mí, todo el día hubiese estado acostado mirando televisión. Eso no es algo que suela hacer en mis cumpleaños, debo aclarar. En los otros años, los buenos años, solíamos (los del circo) festejar toda una semana, con montones de comida y dulces, con actos nuevos, haciendo tonterías, bailando y cantando; era como un festival de cumpleaños. Marie y yo siempre comíamos el pastel a escondidas antes que todos, haciendo que nos regañen -aunque nunca se enfadaban realmente-, Goliat era el de los regalos de mierda (pero que siempre te sacaban una sonrisa). Recuerdo que cuando cumplí 15 me regaló una marioneta de una llama (no me pregunten por qué, él sólo sabía la razón), fue algo extraño, pero el resto del día recuerdo que fueron puras risas jugando con esa cosa... Daría mi otra pierna por volver a esos momentos... Daría mis brazos, cualquier cosa, por solo volver a tener un festival de cumpleaños con ellos.
- ¿Qué haces todavía acostado, dormilón? ¿Acaso no recuerdas que hoy es un día súper especial? - apareció Nikolai por el umbral de la puerta, con una gran sonrisa - ¡Feliz cumpleaños, cucarachin! - gritó lanzándose sobre mí.
- Sal de encima mío, por favor.
- Alguien está de mal humor... - insinuó, levantándose.
- No tengo ganas de estar de buen humor, ¿algún problema? - dije, levantándome de la cama.
- Ninguno... Pero es una pena que tengas esa cara hoy. ¡Es tu cumpleaños! ¡Tenemos que celebrar! - de repente se acerca a mi oído y susurra: - Además, no tienes que ser egoísta. También es mi cumpleaños. Tienes que hacerme disfrutar también; la mayoría de edad no se cumple todos los días. - de seguro abrí los ojos como platos ante la sorpresa. No sabía que cumplíamos años el mismo día... Qué mal amigo.
- No lo sabía... Perdón. - él se aleja y sonríe tiernamente - Feliz cumpleaños. - dije, apenado.
- ¡Está bien! No tenías por qué saber. Yo jamás te lo dije... ¡En fin! Vestite y vamos a dar un paseo. - giró 180 grados y se encaminó hacia el pasillo - Te espero aquí fuera.
Caminamos por toda la planta y luego subimos a un piso que nunca había visitado. Éste tenía un ventanal enorme con una puerta de vidrio que llevaba a una terraza gris. Había algunas flores en macetas, pero no era mucho verde. El cielo estaba despejado como no lo estaba hacía mucho tiempo, pero el sol no estaba demasiado caliente. Hacía calor, pero no demasiado y no corría mucho más aire que el necesario para refrescarse. Era un día perfecto.
Cuanto más nos adentrábamos en la terraza, más notaba el ruido que había. Ruido de charla, de risas. Hasta que finalmente lo ví: una reunión de personas, mesas con comida, globos, pasteles, gorritos de fiesta... Logré divisar a todos mis amigos que sobrevivieron, a los niños del bloque terminal y a más gente que yo no conocía.
- ¡Sorpresa! - gritaron todos al vernos.
En ese momento un sentimiento de calidez me abrazó... De repente me sentí nuevamente completo. Sin darme cuenta mi rostro estaba empapado de lágrimas de felicidad, algo que no creí poder volver a experimentar.
- Gracias. - abracé a mi amigo con todas mis fuerzas - Gracias por esto, gracias por todo, Niko. De verdad, gracias. - no podía parar de llorar.
- Te tengo una sorpresa. - susurró en mi oído, haciendo que me separe de él. Niko me secó las lágrimas y me hizo acompañarlo hasta la multitud. De entre un montón de paquetes sacó uno bastante grande -con algo de ayuda, ya que no podía con una sola mano- y lo puso en frente mío - Feliz cumpleaños, cucarachin.
- No... Yo no te compré nada. No tengo ningún regalo pa--
- Tonterías. Ábrelo. - me interrumpió.
Lo miré mientras mantenía esa sonrisa típica de él, esperando a que abriera el paquete, expectante. ¿Qué habría allí dentro que lo tenía tan ansioso?
Poco a poco comencé a romper el papel de envoltorio y empecé a ver la caja de cartón que contenía el regalo. Cuando finalmente quité todo el papel, me dispuse a abrir la caja. Admito que estaba un poco nervioso, y las miradas de todos no me tranquilizaban en lo más mínimo. En el momento en el que abrí la caja no pude respirar. Mis pulmones entraron en huelga por la conmoción, mis ojos se llenaron nuevamente de lágrimas y mi garganta se convirtió en un nudo.
- No puede ser... - musité sacando la prótesis de pierna de la caja - Niko... Yo... No puedo aceptarlo. Es demasiado dinero y-- - Nikolai se agachó en frente mío, me miró a los ojos y me interrumpió diciendo:
- Dime Bastian, ¿qué sería de mí si no pongo la felicidad de mis seres queridos antes que cualquier otra cosa? Te hice este regalo porque puedo y quiero. Te lo hice porque te quiero y sé que lo mereces. Por favor, acéptalo. - no pude evitar romper en llanto otra vez. ¿Cómo puede ser que la vida me haya entregado a alguien como él? ¿Cómo puede ser que yo sea merecedor de Nikolai?
- Yo también te quiero. Gracias... - me avalancé a abrazarlo, mojándolo con mis lágrimas.
- ¡Pruébatela! - oímos gritar a alguien de la multitud.
Una enfermera me ayudó a poner la prótesis en su lugar, y luego ella y Niko me ayudaron a ponerme de pie y mantenerme así. La gente aplaudía como si fuese un show; todos estaban contentos por mí. Con mucho cuidado logré dar el primer paso... Oh por Dios, no recordaba que caminar fuese tan difícil. Aún así, ese paso se sintió como ser el primer hombre caminando en la luna. No puedo explicar la sensación, pero fue algo hermoso. Por primera vez en mucho tiempo sentí algo que necesitaba...
Nikolai no me regaló una prótesis, me regaló esperanza.
Todavía no puedo creer que el resto de ese espléndido día lo pasamos riendo y comiendo, cantando y bailando. Después de todo lo que pasó, después de todo lo que perdimos, Nikolai logró lo que jamás hubiese creído posible: me devolvió a la vida.
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Falling
Genç Kurgu"Si yo se que tú eres, y tú sabes que yo soy, ¿quién va a saber quién soy yo cuando tú no estés?" Hay un viejo dicho que dice que "la verdadera amistad es como la fosforescencia, resplandece mejor cuando todo se ha oscurecido", pero uno nunca piensa...