1. ENCUENTRO

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Narra Noa

Llevo viviendo en Beacon Hills toda mi vida, y muchas cosas han cambiado hasta ahora. Hoy en día, los seres sobrenaturales podemos salir a la luz sin el temor de que los humanos nos tengan miedo o nos disparen con sus miles de armas. Sí, ahora todo es mas tranquilo aquí. Esto fue posible gracias a un grupo de adolescentes que lucharon por nuestros derechos, gracias a su alfa, Scott, al cual admiro y me gustaría conocer algún día.

Yo, personalmente, soy una mujer loba; sé que no es algo muy especial o nunca visto, pero tampoco pretendo llamar la atención de nadie. Me llamo Noa y tengo 29 años, nunca he estado con un hombre y mejor ni hablemos de tener sexo o haber dado mi primer beso. Nunca me ha llamado la atención tener pareja y todo lo que eso conlleva, aunque tampoco es que a ningún chico le haya llamado la atención estar conmigo...

Llevo sola casi desde que tengo consciencia. Mis padres y mi hermana pequeña murieron en un accidente de coche cuando tenía seis años, por culpa de un conductor borracho que nos chocó de frente en la carretera. Todos murieron a excepción de mí, pero esto solo fue gracias a mi privilegiada y extraña condición de poder convertirme en lobo y tener super curación.

Hoy no me encontraba con ganas de estar con nadie así que he salido a dar un paseo al bosque que está al lado de la ciudad-no ha sido buena idea ya que la mayoría de seres han hecho lo mismo que yo-.

Mientras estaba sumergida en mis pensamientos, oí un ruido de ramas rompiéndose bruscamente detrás de un árbol, seguido de un grito masculino muy fuerte. Me sobresalté y fui a mirar lo que estaba pasando, inconscientemente de que podía ser peligroso.

Al acercarme, vi a un hombre robusto, de 1,90 de altura más o menos, tirado en el suelo lleno de heridas profundas, mientras intentaba defenderse de lo que parecía ser otro ser sobrenatural que le apuntaba con un arma. Tenía la cara blanca y los ojos eran dos abismos negros increíbles. Iba vestido como un vaquero y de su pistola emergía una niebla verde fosforita.

Pronto me percaté de que era un jinete fantasma y para cuando me di cuenta estaba atacándole como si me fuese la vida en ello. Fue extraño, nunca había saltado así para ayudar a alguien, siempre me había preocupado de mí misma y así quería que siguiese siendo, pero cuando vi a ese hombre tendido en el suelo, mi sexto sentido saltó y tuve que defenderle.

Peter y NoaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora