14. LO SIENTO

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Cuando desperté, estaba en la clínica veterinaria. Me traía muchos recuerdos estar ahí otra vez. Me incorporé e intenté ponerme a caminar, lo cual se me hizo extremadamente difícil debido a que el veneno seguía dentro de mi cuerpo. Apoyé el brazo en una de las encimeras de la sala, haciendo que un frasco de cristal cayese al suelo haciendo mucho ruido y rompiéndose en trocitos. Me agaché para recogerlo, cortándome un dedo con uno de los trozos de cristal, pero antes de poder ir a la fregadera a limpiármelo, todos aparecieron en la puerta.

Se quedaron sorprendidos al verme de pie, como si hubiese tardado menos de lo normal en curarme, pero la verdad es que me sentía bien, quitando que tenía las piernas débiles todavía. No pude decir nada por el hecho de ver a Peter entrando, empujando a todos los que estaban enfrente.

Cuando me di cuenta, vino corriendo hasta donde me encontraba, abrazándome como nadie antes ,e había abrazado. No supe cómo reaccionar, pero me sentía bien en sus brazos, así que lo abracé de vuelta, con las pocas fuerzas que me quedaban, sin darme cuenta de que le estaba manchando de sangre por la herida del cristal.

-Noa, ¡estás sangrando!-dijo Lydia asustada.

Peter se sobresaltó al escuchar eso, y cogió mi mano mirándola con preocupación.

-¿Estás bien?-me preguntó.

-Si, sólo es un pequeño corte, nada mas-dije para tranquilizarlo.

-Fui un idiota, lo siento...-dijo mientras apoyaba su cabeza en mi mano.

Me entristeció que dijera eso, pero no podía hacer nada; él no me amaba como yo lo hacía, y nadie podía cambiar eso.

-No pasa nada, puedes hacer lo que quieras, no tuvo sentido enfadarme por eso.

-No, fui un idiota, ni siquiera conocía a esa mujer, y casi consigo que el plan fuese un fracaso, te pido perdón.

Me miró con cara de culpa, a la cual respondí con una leve sonrisa. Todavía me dolía recordar lo que vi en la discoteca, pero, todos hemos sufrido por amor alguna vez, ¿no? Esta vez era mi turno de sufrir, e iba a lograr superarlo.

Todos se acercaron para abrazarme y darme las gracias por ayudarles, aunque lo había hecho por voluntad propia.

-Scott... Sé que es muy injusto que te pregunte esto pero... ¿puedo volver a tu manada?

Estaba nerviosa por lo que me iba a responder, pero su repuesta me reconfortó al instante:

-Ésta siempre ha sido tu manada Noa, bienvenida de nuevo.

Ya era feliz de nuevo, y nada del mundo lo iba a cambiar.

Peter y NoaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora