11. LE QUIERO

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Conseguí llegar a una parte bastante alejada y solitaria del bosque. Me quedé sentada en un increíble acantilado durante un buen rato. Necesitaba tranquilizarme. Era una noche estrellada preciosa. Todo Beacon Hills se podía apreciar desde lo alto. Me sequé las últimas lágrimas y me puse a cantar. Siempre se me había dado bien cantar, es más, gané algún que otro concurso de canto, pero no me llamó la atención como para seguir.

Me asusté cuando escuche unas ramas romperse detrás de mí, pero me tranquilicé cuando vi que eran Malia y Lydia. Se sentaron junto a mí, una a cada lado, y me abrazaron con fuerza.

-Ya nos hemos enterado...-dijo Lydia mientras me reconfortaba.

-No merece la pena, lo digo en serio. Si no fuese mi padre ya lo hubiera matado.

Me quedé sorprendida cuando escuché esa frase salir de la boca de Malia.

-¿Peter es tu padre?

-Por mucho que me cueste admitirlo, así es, y nunca ha demostrado tener sentimientos por nadie, así que no te sientas mal por lo que ha pasado hoy.

Agaché la cabeza al escuchar eso.

-Malia, no digas eso. Tranquila Noa, eso no es verdad. Desde que llegaste tú, Peter no ha vuelto a ser el mismo. Contigo se ha comportado de manera diferente, muy diferente a decir verdad. Cuando llegaste a la clínica por primera vez, Peter se quedó todo el tiempo que estuviste inconsciente, lo cual nunca había hecho, y cuando despertaste, quiso acompañarte hasta casa, y créeme, eso no lo hace con cualquiera, con nadie mejor dicho.

Lo que dijo Lydia me reconfortó un poco, pero no entendía por qué. Nunca me había sentido así con nadie, y no me gustaba este sentimiento.

-Ni siquiera sé por qué me puse así y salí corriendo de la discoteca.

-¿Tal vez porque le quieres?

Mi corazón dio un vuelco en ese momento. No, no podía estar enamorada de Peter, y menos después de lo que había visto. Pero creo que incluso un idiota sabría si es verdad, y yo sabía perfectamente que sí.

Lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos nuevamente, cayendo lentamente por mis mejillas hasta llegar a la barbilla, y a partir de ahí, caían al suelo como gotas de lluvia. Lydia y Malia me abrazaron de nuevo durante un buen rato. Me venía bien tenerlas al lado en ese momento.

Peter y NoaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora