3. ¿CELOS?

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No hablamos mucho en todo el viaje, y el echarnos pullas sarcásticas no ayudó mucho, aunque si que le dieron a la conversación un toque de diversión, y alguna que otra vez se me escapó una sonrisa tonta, por mucho que me cueste admitirlo. Lo mismo puedo decir de él

Finalmente llegamos a la entrada; yo estaba apoyada en él ya que se me hacía imposible caminar después de que me hubiesen clavado las garras y dientes caso hasta el hueso.

No me lo podía creer, todos los de la manada de Scott, incluyéndole a él, estaban ahí, alrededor de una mesa haciendo lo que parecía un plan para deshacerse de los jinetes fantasma.

Lo que más me sorprendió fue la cara que todos pusieron al vernos entrar por la puerta, especialmente por la mirada que me echaban a mí.

-No puede ser, ¿el orgulloso Peter con una chica?-dijo una chica muy guapa de pelo rojizo.

Ahí fue cuando supe su nombre, Peter, bueno saberlo supongo.

-Eso no es lo más raro, lo raro es que parece que la está ayudando. No te habrá obligado a venir, ¿verdad?-dijo un chico flacucho con cara de preocupación.

Peter puso una cara de enfado al escucharles, es más, parecía que iba a soltar alguna frase mítica suya, pero no fue así, y siguió sosteniéndome sin decir nada.

-No les hagas caso, soy Scott, y ellos son Lydia, Stiles, Liam, Theo, Malia, Ethan, Derek y Isaac. ¿A qué se debe tu visita?-dijo Scott tendiéndome la mano para ayudarme a mantenerme.

Cuando estaba a punto de agarrarle de la mano, Peter me levantó como si fuese la cosa más frágil que existe y me puso encima de la camilla mientras una sonrisa burlona salía de su cara.

-La he traído todo el camino, creo que seré capaz de ayudarle a subir, Scott.

Algunos se empezaron a reír y otros se quedaron callados y estupefactos como si hubieran visto un fantasma pasar por delante, mientras yo me ponía como un tomate.

-Me llamo Noa, Noa Miller. Soy de aquí. Soy una mujer loba de nacimiento. Siento molestaros a estas horas de la noche...

-A mí no me has tratado así de bien por el camino.

-¿Acaso tenía razones para hacerlo?

Todos empezaron a reírse mientras Peter y yo nos mirábamos desafiantes el uno al otro, pero con un toque irónico.

En ese momento llegó un hombre que parecía saber mucho sobre medicina, y el cual me preguntó si podía mirarme las heridas para poder ayudarme. Hice un leve gesto con la cabeza para indicarle que sí, aunque estaba asustada. En ese momento, como su hubiese sido un acto reflejo, miré hacia donde estaba Peter, el cual me estaba mirando hacía rato, por lo que parecía. Éste me sonrió para indicarme que todo iba a salir bien, y dando un suspiro, cerré los ojos y me inyectaron un tipo de anestesia que hizo que quedara inconsciente a los pocos segundos.

Peter y NoaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora