19. PERDÓN

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Desperté en mi cama, con vendas en el brazo y pierna derecha, estómago y una tirita en la mejilla, y con fuertes dolores por todo el cuerpo, debido a las incontables heridas que los jinetes me hicieron. Intenté levantarme como pude, y me dirigí escaleras abajo para llegar a la cocina, me moría de hambre.

Cuando llegué abajo, no imaginé lo que me encontraría: Peter estaba en la cocina, cocinando lo que parecía el desayuno. Me acerqué despacio, ya que las heridas no me permitían moverme a mucha velocidad. Peter escuchó el sonido de mis pies descalzos sobre el cemento. Se sorprendió de verme despierta, pero sonrió con una cara de visible ternura. Me veía débil y frágil en ese momento, lo que debió causarle algo de gracia.

Intenté acercarme a él, pero no me dio tiempo ya que fue él el que corrió para darme un cálido abrazo.

-Vas a partirme una costilla-dije para vacilarle.

-Tendré que asumir ese riesgo...-dijo mientras me abrazaba con más fuerza que antes

Aún recordaba lo que me dijo cuando se llevaron a Malia: "¡Cómo puedes decir que todo va a salir bien, si tú misma mataste a tu familia!", y me vino un bajón inmenso en ese momento.

-Peter, lo que dijiste sobre lo de mi familia...-no pude terminar la frase ya que Peter no me dejó terminar la frase.

-No lo dije en serio, no sabía lo que decía, estaba nervioso y-lo tuve que parar.

-Déjame que te cuente lo que pasó en realidad...-dije mientras apoyaba la mano en su pecho para pararle.

-No tienes por qué hacerlo, Noa...

-Pero quiero hacerlo, está bien...

Me ayudó a sentarme en una de las sillas de la mesa, y se colocó a mi lado en silencio, preparado para escuchar.

-Íbamos de camino a casa, volvíamos de unas vacaciones. Todo era normal, hasta que vimos unas luces de un coche que iba en dirección contraria. Mi padre intentó salvarnos, pero no pudo controlar el coche y acabamos chocando. El conductor del otro vehículo iba borracho, y había dado media vuelta en una carretera de dirección única.

Peter me miraba con visible espanto, así que agarré su mano para tranquilizarlo, y seguí contando la historia:

-Para ese entonces tenía siete años, pero sabía muy bien que era una mujer lobo, mi madre también lo era, pero ella no sobrevivió, sólo yo. Salí del coche como pude, tenía heridas por todas partes, más o menos como ahora-reí-, y cuando me di cuenta, estábamos rodeados de diez coyotes, pero eran hombres coyote. Ésa fue la primera vez que me convertí en mujer lobo de verdad... Saqué las garras y los dientes, y comencé a luchar con ellos, pero no pude hacer mucho. Arañaron a todos, de ahí los arañazos de un animal extrañamente grande, pero conseguí que no se los comieran. Escapé de ahí, y desde entonces he estado sola...

No me di cuenta de que había hablado durante mucho tiempo, y miré a Peter por si se había dormido o algo parecido. Él me miraba, pero no sabría decir qué era lo que pensaba. Me pilló desprevenida cuando me volvió a abrazar con fuerza.

-Perdón...-dijo.

-No tienes que pedirme perdón, no fue culpa tuya...

-Perdón por haberme comportado como un auténtico imbécil.

Sonreí para mí misma. La verdad es que era adorable ver a un hombre dos veces más grande que yo pidiéndome perdón de esa manera.

-Tranquilo, me gustan los imbéciles-dije mientras acariciaba su espalda mientras me abrazaba.

Nos empezamos a reír a la vez, hasta que nos callamos y nos quedamos uno enfrente del otro, mirándonos a los ojos.

-Te quiero...-dijo mientras sonreía y se ruborizaba.

Sonreí al escuchar esas palabras salir de la boca de Peter.

-Ya lo sabía...-dije para vacilarle.

-No se supone que era eso lo que tenías que decirme-dijo mientras apoyaba su mano en mi mejilla.

-Suerte la próxima vez.

Comenzamos a reírnos de las estupideces que decíamos cuando estábamos solos, y de lo bien que nos lo pasábamos.

-Bueno, yo me voy ya-dijo mientras se levantaba de su asiento.

Me puse triste de repente, no quería que se fuera aún...

-¿Por qué, tienes que ir a algún lado?-dije con visible tristeza.

-Tengo que preparar algunas cosas importantes...

Y sin decir una sola palabra más, salió cerrando la puerta tras de sí.

Peter y NoaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora