V

170 27 17
                                    


Tres cafés, una cajetilla de cigarrillos y toda una larga noche frente a la pantalla. Elizabeth nunca había agradecido tanto no tener que ir a la universidad. Bendito sábado.

— Te he dicho miles de veces que si vas a llegar tarde tienes que llamar — la ronca voz de su madre la sacó momentáneamente de la pequeña burbuja que había construido, en la que sólo entraban ella, su ordenador y su nuevo estado de locura.

— Y yo te he dicho miles de veces que toques antes de entrar.

— ¿Por qué llegaste tan tarde? Estás en época de exámenes y no te veo esforzarte.

Bajó la pantalla del portátil mientras un suspiro de frustración escapaba de sus labios. No había dormido y no se encontraba con el ánimo y la energía suficiente para enfrentar a su madre.

Se acercó al gran ventanal que se encontraba al final de su habitación y corrió las cortinas, dejando que la luz natural bañara todo el lugar. Su madre la observaba desde la puerta, con el ceño fruncido y los brazos cruzados y Lizy estaba segura que no la dejaría tranquila hasta que le diera una explicación, en este caso una mentira.

— Aiden estuvo ayudándome con biología toda la tarde y no pude llamar porque me quedé sin batería, puedes llamarle y comprobarlo — le dió la espalda a su enfadada madre y se dirigió al baño, necesitaba una buena ducha antes de enfrentarse al día que la esperaba. Prometerle a Aiden que estaría allí a primera hora había sido una mala idea.

[......]

— Si estás buscando tabaco no lo encontrarás, las de los malos hábitos son ellas.

Roger bufó, volviéndose a sentar en el incómodo colchón que el castaño le había proporcionado para dormir, aunque sus intentos habían sido en vano. Pasó toda la noche en vela, pensando en su hogar, en sus amigos y en si de verdad podía confiar en aquellos chicos, pero dada la situación en la que se encontraba no le quedaba de otra.

— Hay comida en la nevera, esa cosa extraña en la que se guarda la comida, puede que nunca hayas visto una.

El tono de burla del castaño no hacía más que enfurecerle, le había estado tratando con desprecio y burlas desde que dejaron a las chicas, comentarios irónicos y miradas de enfado. Roger sentía su paciencia acabarse por momentos.

— Sigues sin creerme, pero me importa una mierda tu opinión.

— No me lo tengas en cuenta, mi padre es psicólogo, me han educado para tener buen juicio y no creerme el delirio paranoico de cualquier persona — Aiden terminó sus cereales y mientras llevaba el bol vacío al lavavajillas no pudo evitar reír — Y cuando Elizabeth vea que solo eres un loco más, aprenderá eso de "no hablar con extraños".

— Te crees muy listo ¿Verdad? me llamás loco, pero yo no soy el que tiene esperanzas de salir con una chica muy por encima de su nivel.

Una sonrisa triunfante adornó los labios de Roger, el castaño tenía sus puños apretados, mientras que un ceño fruncido y ojos confusos se hacían presentes en su rostro.

— Si crees que no te daría una paliza te equivocas, porque pue...— la puerta del pequeño apartamento fue abierta, haciendo que ambos chicos se giraran, encontrándose una Elizabeth con rostro cansado.

Lizy miró a ambos chicos y en cuanto notó la mirada de Aiden se dió cuenta de que estos estaban a punto de matarse. Levantó su mano mostrando una bolsa de papel y fingió su mejor sonrisa, en ese momento no necesitaba un berrinche de su mejor amigo.

— He traído donuts, no sabía si habíais desayunado — dejó la bolsa sobre la mesita del comedor y se dirigió a Roger — te traje una cajetilla, así no tendrás que volver a quitarme ninguno.

El rubio y la castaña se miraron, Lizy había estado un poco asustada de dejar al chico con Aiden, sabía que su amigo tenía temperamento y por lo poco que habló con Roger notó que este también. Roger por otro lado se sintió aliviado de ver a la chica, era la única que le transmitía un poco de confianza y en esos momentos tan locos que estaba viviendo, necesitaba de verdad confiar en alguien.

— Gracias — tomó la cajetilla que Lizy le ofrecía, sin apartar la mirada de aquellos ojos verdes — no encuentro mi cartera, no puedo pagarte.

— No te he pedido que lo hagas.

Alzó una ceja y tras dibujar una sonrisa casi imperceptible se dirigió a su amigo.

— ¿Podemos hablar un momento? A solas.

Aiden, que los había estado mirando en todo momento asintió y se dirigió junto a su amiga al rellano del edificio. Lizy cerró la puerta, quería asegurarse de que el chico no los escuchara.

— Llevo toda la noche investigando, hay páginas y artículos que hablan de él, con fotos e incluso vídeos, aunque de muy mala calidad.

— Eso explica tu aspecto tan horrible — el castaño soltó un alarido de dolor cuando la mano de su amiga impactó con fuerza contra su hombro — Joder Lizy, era una broma — frotó su hombro con suavidad mientras negaba con la cabeza — ¿Que has averiguado?

— Pues que todo lo que nos ha contado es verdad, todas las fotos y vídeos que he visto coinciden ¿Sabes lo que significa?

— Antes de que empieces con tu discurso de que el chico dice la verdad, ¿No has pensado que igual son familia? Puede que sea su nieto o algo, tenga una enfermedad mental y vaya fingiendo ser quien no es.

— ¿En serio esa es tu explicación? ¿Un familiar con problemas mentales? Me esperaba algo mejor, teniendo en cuenta tu intelecto.

— Es una explicación válida y puede que hasta cierta.

— No, no lo es — pasó ambas manos por su rostro, tomando una bocanada de aire antes de hablar — lo que pasa es que no eres capaz de admitir que algo escapa a tu conocimiento, tenemos a un chico que asegura venir del pasado y tiene pruebas de que dice la verdad. ¿No puedes admitir que tienes miedo de que lo que dice sea cierto? — apoyó su cuerpo contra la puerta, suspirando cansada — Pero no, eso haría tambalear tu buen juicio.

— Pues dime entonces ¿Que piensas hacer? si lo que dice fuera cierto, ¿Como piensas ayudarle?

— Aún no lo sé, pero sé que no puedo hacerlo sola — los ojos verdes de la chica se clavaron en los suyos y al igual que cuando eran pequeños Aiden no podía negarse a la mirada de su mejor amiga — ¿No quieres confiar en el? Está bien, no puedo obligarte a que lo hagas, solo te pido que confíes en mí.

El castaño suspiró, y con suavidad acercó a su amiga a el, abrazándola.

— Confío en ti — observó la sonrisa en los labios de Lizy y sonrió de igual forma — pero si vuelve a hacer algún comentario respecto a Lia lo mataré.

— ¿Que? ¿Sabe lo de Lia?  — Aiden asintió, frunciendo el ceño una vez más — ¿Como?

— No lo sé, pero yo me ocupo de ello.

Lizy asintió, separándose de su amigo y suspirando mientras abría la puerta del apartamento un poco nerviosa.

— Ponte los zapatos, nos vamos —Roger, que se encontraba con un cigarrillo en los labios la miró sin entender.

— ¿A donde?

— A casa de Carter Swan.

No tenía ni idea de por dónde empezar, pero ahora, era la hora de la verdad.

***********

ᴛɪᴍᴇʟᴇꜱꜱ °ʀᴏɢᴇʀ ᴛᴀʏʟᴏʀ°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora