ᴛɪᴍᴇʟᴇꜱꜱ °ʀᴏɢᴇʀ ᴛᴀʏʟᴏʀ°

VI

La enorme casa que se alzaba frente a sus ojos no era nada comparado con el gran jardín que la rodeaba. Roger pasó su mirada atento a cada detalle de la fachada, estaba formada por piedras color crema, los bordes de estas eran un poco más oscuros dándole profundidad. Las ventanas estaban hechas de madera y eran tan grandes que con apenas dos de ellas podrían iluminar toda la casa. Elizabeth al contrario que el chico, se encontraba embobada mirando el enorme jardín que se presentaba ante ella. Estaba lleno de flores, entre muchas se encontraban las favoritas de la chica, los girasoles. A la vista de cada uno, era la casa perfecta.

— Bueno, empecemos con esto — tocó el timbre mientras repasaba mentalmente lo que le diría al hombre y también intentando calmar sus propios nervios, odiaba hacer ese tipo de cosas.

— ¿En qué puedo ayudarles?

La voz de lo que parecía una mujer mayor se escuchó a través del telefonillo y automáticamente, tanto Roger cómo Lizy aparecieron en la pequeña pantalla que se encontraba bajo el timbre.

— Buenos días, sentimos molestarla pero ¿se encuentra el señor Swan en casa?

Aiden, que había estado todo el rato detrás de ambos no pudo evitar reír, sabía que Elizabeth solo hablaba de forma tan educada cuando se encontraba nerviosa y el adoraba escucharla hablar de esa manera.

— Carter no puede recibir admiradores en casa cariño, lo siento — la voz de la mujer provocó ternura en el corazón de Lizy pero sus palabras desencadenaron la ira de Roger.

— No somos sus putos admiradores, vengo a patearle la cara hasta matarle.

El chico tenía sus puños apretados, el ceño fruncido y su párpado derecho temblando. Estaba realmente furioso y a punto de explotar. Lizy hizo acopio de toda su fuerza y le empujó, alejándole del ángulo de la cámara.

— Perdone eso, está un poco bebido y no iba en serio. Soy hija de un amigo suyo y bueno, mi padre me ha pedido que le entregue un paquete, por eso estamos aquí.

Del telefonillo no se escuchó ningún ruido, en lo que fueron dos minutos eternos de esperar que la anciana no se hubiera alejado por la amenaza del chico.

— Puedes venir en tres meses, Carter está haciendo un pequeño viaje y no volverá hasta principios de abril — los ojos verdes de Lizy se movieron con rapidez en busca de Roger, ahora no solo temblaba su párpado, todo su cuerpo se encontraba en estado de alerta — o también puedes dejarme el paquete a mi.

— No, se lo daré en persona cuando vuelva, gracias.

La pantalla se apagó, dejando que la castaña viera su propio rostro reflejado. Ahora tendría que tratar con un histérico y enfadado Roger, en el fondo agradeció haber convencido a Aiden de que los acompañara.

— ¿Que harás ahora? — Lizy se encogió de hombros ante la pregunta de su amigo, sacando un cigarrillo de la cajetilla.

— Tendrá que esperar tres meses.

— ¡No puedo esperar tres putos meses! ¿Acaso eres tan idiota que no comprendes lo grave de la situación? — Roger acortó la distancia entre ellos, notando sus latidos volverse erráticos — ¿De verdad tú respuesta de mierda es que tengo que esperar tres meses? ¡¿Este era tu maldito plan?!

Elizabeth, que no aguantaba más las miradas, la actitud y el tono del chico explotó. Su mano derecha impactó contra la mejilla de Roger, haciendo que su rostro se girará hacia el lado contrario.

— Si crees que puedes tratarme como una mierda te equivocas, soy la única que se ha ofrecido a ayudarte, la única que te cree — tiró el cigarrillo al suelo y sus ojos se aguaron levemente debido a la impotencia y furia que sentía — Solo quería ayudarte y tú no haces más que complicar las cosas, ¿Tienes que esperar tres meses para volver a tu estúpida época? Pues te jodes, porque no es culpa mía que estés aquí y si tratabas a ese hombre al igual que tratas a todo el mundo no me sorprende que se quisieran librar de ti.

Su respiración estaba acelerada al igual que su pulso, dos escasas lágrimas habían caído por sus mejillas y su mano ardía debido al bofetón que le había dado al chico.

Roger la miraba sin decir nada y la furia, que antes se veía claramente en sus ojos azules había sido ahora sustituida por la tristeza. Las palabras de la chica le habían dolido más que el propio bofetón. No lo diría en voz alta, pero el sabía que había sido un completo gilipollas con la única persona dispuesta a ayudarle.

— Ahora haz lo que quieras — sin mirarle dirigió su vista hacia Aiden, el cual empezó a caminar hacia su coche — yo tengo una vida con la que continuar.

— Elizabeth...

— Suerte Roger — la castaña, sin ni si quiera mirarle una última vez se dirigió hacia el coche de su amigo, subiendo en el lado del copiloto.

Roger observó el coche alejarse, sintiéndose perdido. No sólo veía alejarse a su única ayuda, también veía como la única persona en la que había confiado en mucho tiempo se apartaba de él.

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