XIII

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— ¡Ya voy!

Llevó sus dedos hasta su boca, mordiéndose las uñas con nerviosismo, las piernas aún le temblaban de lo rápido que había corrido hasta la casa de su mejor amigo. Aporreó una vez más la puerta hasta que esta fue abierta.

— Se supone que tienes llaves — Aiden, que ante los constantes golpes en su puerta no le quedó de otra que salir de la ducha corriendo, miró a su amiga enfadado. Enfado que se esfumó en el momento en el que se percató de que ésta estaba devorando sus uñas con nerviosismo — ¿Que pasó?

— Necesito ver a Roger — Elizabeth entró en la casa, intentando no resbalar con los pequeños charcos que se habían formado alrededor de su amigo — Carter ha vuelto.

— ¿Como que....

— ¿Dónde está? — la piel de Elizabeth se erizó al notar la voz del rubio más ronca de lo habitual y siguió así cuando pudo ver una mueca de enfado adornar su rostro — ¿Hablaste con el?

— Si, estaba caminando y tropezamos, parece una broma mala lo sé.

Roger se dirigió hacia ella, vistiendo un pantalón de chándal del castaño y una camiseta blanca, dejándola ver qué seguramente estaría a punto de irse a dormir. Ambos se miraron, llevaban sin hacerlo desde que se besaron y al contrario de sentir incomodidad se sintieron plenos.

— Tardó menos de lo esperado en regresar, ahora podré ir y partirle la cara.

— Quieto ahí, es un anciano así que cálmate y además ¿piensas volver a presentarte en su casa así por las buenas? — Aiden cruzó sus brazos ante la tonta idea del rubio, sabiendo que esta saldría mal desde el minuto uno — Hola soy Roger el chico al que le jodiste la vida, o me envías de regreso a casa o te parto la cara. Acabarás en comisaría en menos que canta un gallo.

— Estoy en mi derecho de pegarle y me da igual que sea un anciano, sigue siendo un hijo de puta.

— Aiden tiene razón, tenemos que pensar en algo mejor.

Los ojos azules de Roger se clavaron en la expresión triste de la castaña y al momento intentó sujetar su mano pero esta fue rechazada por la chica.

— Vendré mañana y trazaremos un plan, tenemos que ser cuidadosos.

— ¿Te alcanzo a casa?

— No, mejor vístete o pillarás un resfriado — sin mirar al rubio en ningún momento sonrió a su amigo a modo de despedida y salió de la casa.

Suspiró agradecida con que el mal trago hubiera pasado rápido pero su agradecimiento no duró mucho, cuando la mano cálida de Roger sujetó la suya impidiendo que saliera del edificio.

— Tengo que...

— ¿Por qué me estás evitando? ¿Es por el beso o porque no tienes la madurez suficiente para decirme que te ofendí de algún modo?

Elizabeth clavó sus ojos en el, temblando levemente sin saber cómo responder al chico, sin saber muy bien que sentía, sin saber cómo no herirle.

— No te estoy evitando, simplemente tengo prisa, mi hermano y Lia están solos en mi casa.

— No habló solo de ahora y no digas que no me evitas, es mi especialidad hacerlo y detectar cuando me lo hacen.

— Estás paranoico.

— Elizabeth hablo en serio, últimamente he pasado por mucha mierda, muchísima y tu eras la única persona a la que podía aferrarme, no me falles ahora.

— Es tu culpa — la castaña se soltó de su agarre y su corazón volvió a latir de forma errática. Quería decirle muchas cosas pero para eso tendría que admitir que se había enamorado de él y no estaba dispuesta a ello — te aferras a algo pasajero ¿que harás cuando vuelvas? seguirás con tu vida, tú fama, tus shows, tus groupies pero ¿Y yo? ¿No has pensado como me sentiré yo cuando te marches? Nos hemos involucrado demasiado sentimentalmente y no puedo dejar que llegue a más.

— Ya llegó a más — Roger pasó ambas manos por su cabeza, peinando su cabello hacia atrás, nervioso, sobrepasado por sus sentimientos — si crees que seguiré con mi vida como si nada hubiera pasado te equivocas, no creas que no me duele a mí también, porque no sé en qué momento sucedió pero me he enamorado de ti, así que dime ¿que pretendes que haga con lo que siento?

Aquellas palabras viajaron desde los labios de Roger hasta el corazón y estómago de Elizabeth, clavándose como púas, la herían, la lastimaba saber que el chico sentía lo mismo y que aún así eso no era suficiente para que pudieran llegar a algo; pero también le administraban una suave anestesia a la que podía volverse adicta, escuchar toda su vida la voz de Roger diciéndole que la quería.

— Lo siento — las palabras se atascaban en su garganta a medida que hablaba y las púas de su corazón se apretaban, causando que sus ojos se aguaran — pero no soy responsable de lo que sientas por mi.

Ante la mirada atónita del rubio, abrió la gran puerta del edificio y salió, sintiendo el aire golpear su cara.

Empezó a correr sin saber muy bien hacia donde ir, con sus lágrimas heladas pegándose a sus mejillas y el aliento escapando de su cuerpo. El dolor que había visto en los ojos azules del chico la atormentaba cada vez que cerraba los ojos, corría y corría pero siempre estaba ahí. 

Roger se había enamorado de Elizabeth y Elizabeth se había enamorado de Roger pero el destino era caprichoso y ambos lo sabían, se estaban quedando sin tiempo.

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ᴛɪᴍᴇʟᴇꜱꜱ °ʀᴏɢᴇʀ ᴛᴀʏʟᴏʀ°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora