Capítulo 01: No quiero verte.

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Todo el mundo le conocía. Todos sabían quién era. No había nadie que no lo supiera. Y allí estaba, ebrio, borracho hasta las trancas. Y para rematar, se encontraba apoyado en mi hombro, casi lloriqueando contándome sus problemas de niño rico. Cambiaba de tema cuando se le antojaba: a veces me contaba que él dependía de la fortuna de su familia y que eso no lo gustaba, quería obtener dinero por sus propios méritos, otras me decía que ojalá una buena chica le enamorara porque estaba cansado de andar con chicas distintas todos los días y olvidarse de su nombre dos minutos después de escucharlo. Cómo deseé ser alguna vez una de esas chicas. Y la que más me llamó la atención: su sueño era ser rapero.

No pude evitar reirme, pero con un poco de suerte el alcohol hará que olvide esta conversación. No podía imaginar al perfecto Woo Ji Ho, el mejor estudiante de tercero de empresariales de la universidad de Seúl, en un escenario haciendo rap. La sola idea hacía que una quisiera llorar de la risa.

Yo me quedé callada y escuchando cada uno de sus "problemas". Al final Ji Ho se rindió. Se quedó durmiendo sobre mi hombro y yo maldije por lo bajo. Marqué un número en mi movil y llamé a un taxi. El conductor dijo que llegaría en unos diez minutos, así que le pregunté a un camarero por la cuenta.

-Señorita, ¿va a pagar lo de él también?

-No importa cuánto sea, pero hagame una copia de la cuenta y le juro que este idiota me lo devolverá -suspiré. Estaba cansada, llevaba tres horas escuchando a Ji Ho y no tenía fuerzas ni para enfadarme.

-Aquí tiene -dijo tras meter una larga lista de números en una caja rejistradora, y he de decir que me asustó.

La cuenta fue más pequeña de lo que me esperaba, 157'74$, y el sitio no era muy caro, quitando lo que yo me había tomado, Ji Ho me debía 139$. Era normal que estuviese así. Se había bebido como tres botellas él solito más muchas rondas de chupitos.

El taxi llegó, le pedí a uno de los camareros que me ayudase a arrastrarlo hasta dentro y así lo hizo. No es como si fuera débil, pero tener el marcado y perfecto cuerpo de este niño rico muy cerca de mi hacía que pudiera caerme desmayada. El imbécil era tan atractivo que me daba asco. A la misma vez que quería dejarlo ahí tirado, quería llevarlo a mi apartamento y meterlo dentro de un cuadro para poder mirarlo por siempre. Le di la dirección al taxista de la casa de Ji Ho. Todos sabíamos dónde vivía, era horrible. El taxista nos llevó hasta allí, pero antes de llegar había una manada de reporteros con la cara pegada en los barrotes de su maldita y lujosa mansión. Cómo no, su padre ahora estaba haciendo negocios con extranjeros y los medios estarían sobre él las 24 horas.

-Disculpe, pero creo que nos será imposible avanzar.

Estuve pensativa un momento y maldiciendo por lo bajo decidí llevarlo a mi apartamento. Con muy pocas ganas le dije al taxista mi dirección y una vez allí le pagué. Cuarenta dólares más que se añadirían a la cuenta de Ji Ho. Lo tumbé en el sofá, le quité los zapatos y le puse una manta. Daban ganas de llorar viendo esa cara de ángel durmiente, aunque por otro lado daban ganas de pegarle. No tenía nada contra él en particular, solo me molestaban todos los alumnos de empresariales en general. Se creen la élite del campus, y a gente como yo que está en el departamento de música nos desprecian. Además, Ji Ho tiene dos características que hacen que quiera odiarlo un poco más que al resto: es asquerosamente rico y es horriblemente atractivo. Es el chico más rico y guapo de toda la maldita universidad, y hay más de 10000 alumnos.

A la mañana siguiente me dispuse a hacer el desayuno, me había puesto una camiseta de tirantes y unos pantalones vaqueros cortos, había optado por no peinarme, tenía el maravilloso don de que mi pelo se veía mejor sin peinar que peinado. Me caía por la espalda con ondulaciones y dos mechones se dejaban ver por la parte delantera. Al llegar al salón vi a Ji Ho girado en una muy mala postura, casi cayendose del sofá, y sonreí satisfecha cuando vi su hermosa cara estrellarse contra el suelo.

-¿Dónde estoy...?

-Buenos días, estás en mi piso -dije de mala gana.

-Perdona, ¿quién eras? -preguntó incorporándose en el sofá y bostezando. Dios, hasta bostezando era guapo.

-Soy Ha Neul.

No preguntó nada más. Aún se estaba despertando y no parecía muy interesado. Se levantó y comenzó a mirar en cada habitación.

-El baño es la puerta del fondo.

-Gracias... -dijo un poco avergonzado.

Mientras él se dirigía al baño yo reí por lo bajo. Terminé de preparar tostadas y le esperé para desayuñar, no sé por qué. No tardó mucho y se sentó frente a mi. No sacamos ningún tema de conversación. El comió sin decir palabra alguna y me miraba de vez en cuando.

-Me debes 200$.

El pobre chico se atragantó.

-¿Qué?

-140 del bar y 40 del taxi más beneficios, 200$ -parecía un poco confuso así que intenté explicarme mejor- te tiraste tres horas llorando en mi hombro.

-Así que tú y yo no... Anoche no... -negué rápidamente con la cabeza. Es cierto que a veces me había imaginado cómo sería hacerlo con él, pero mi orgullo me lo impedía. El pareció aliviado. Después de desayunar me devolvió el dinero en un cheque, lo miré con una sonrisa y Ji Ho comenzó a recoger sus escasas pertenencias. Se despidió y salió del apartamento. Seguro que él no sabía ni que ibamos a la misma universidad.

Al día siguiente, mientras me preparaba para salir a la universidad después del fin de semana, aproveché cinco minutos para relajarme en el sofá y mentalizarme de atender en las clases. Noté un bulto bajo el sofá y metí la mano a ver que era. El muy imbécil se había dejado la cartera. Ahora estaba de mal humor.


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NT: Esta historia era antes de "rayita", pero he decidido ponerle nombre a la protagonista ^^

Las dos caras del millonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora