Con el pecho recargado en su totalidad en la encimera de la cocina, y una humectante taza de café negro y sin azúcar siendo sostenida con vehemente presión por sus delgadas manos. Mismas que sufren un balanceo rítmico propio, creyendo se deba al constante estrés en el que ha estado nadando todo este tiempo; sus dedos se sacuden como si de un caso de artritis se tratara, por ello, afianza el agarre en el objeto de porcelana, apegándolo a su pecho para mayor seguridad.
Camus aspira una codiciada bocanada de aire, aflorando después desde el fondo de su garganta una exhalación apesadumbrada, la crítica posición que atraviesan le apresa en un limbo al que únicamente puede ver y oír a la distancia, como un simple espectador imposibilitado de ser participe en una circunstancia que está fuera de sus posibilidades para inmiscuirse.
El inmensurable amor que su corazón siente por Milo persiste en él tan vivo como la primera vez, cuando sus miradas se entrecruzaron en un sitio al que no correspondía. Éste hizo factible que contrastara con la explosividad y viveza del lugar en el que la juventud rebozaba, dichosos de mezclarse en un evento descontrolado como aquel. Si bien, se trataba de una fiesta en honor a los recién graduados, personas conocidas a los ex alumnos se dieron cita, sumándose al tumulto de hormonas danzando en el denso aire.
Milo Andreato fue uno de ellos, invitado a ella por su carismático primo, quien resultó siendo el galardón del festejo, Shura Montalvo. El destino confabulaba con ellos, uniéndoles en el lugar menos esperado. De solo pensar que existía la alta posibilidad de declinar a la petición chillona y frustrante de su mejor amigo, jamás le hubiese conocido.
Sus vidas serían otra.
Un escalofrío le penetra la piel velozmente, procediendo a dar un sorbo a su bebida, pasmado y completamente aterrado ante la imagen de un futuro sin él. Siendo dos extrañas personas en la sociedad que no contaron con la innegable ocasión de cruzar caminos.
Se cae a pedazos junto a su esposo de una tortuosa forma, atado de manos y pies. La ranura haciéndose cada vez más espaciosa entre ambos, anunciando el férvido día no muy lejano en que todo se desmorone y destruya cual vendaval todo a su paso. Obligándose a tragar el nudo incrustado dolorosamente en su garguero, conociéndose terminará hundido en un cuadro crítico de depresión. La separación eminente le destrozará el corazón, carcomerá de a poco su alma y hará de su cuerpo un títere viviente.
Sorbe sobre su nariz, guiando una mano a su rostro, y rozando con las yemas de sus largos dedos la humedad salina fluir silenciosa de sus zafiros. El pecho se le apretuja atravesando una vibración amarrada a una soga, resultando inasequible el vuelco de trasiegos que clama realizar. Los globos oculares se le cristalizan ágilmente, empapándose de agua que no tarda en desbordarse cual fuente, para de nueva cuenta, cargarse de más litros y repetir el proceso imparable.
No le sorprende el lío de emociones agrias que le ha atacado ante el silencio que llena la casa, contagiándole de su pesar y trasmitiendo una innegable oscilación de sentimientos encontrados, que brotan de sus poros al ser reprimidos por demasiado tiempo.
Ha llorado y gritado como un demente en la oscuridad de la habitación compartida con Milo, hasta que las cuerdas vocales no le dan más y cae desplomado en el frío piso. Abrazándose a sí mismo en un vano intento por darse el calor, protección y cariño que se supone el moreno debe brindarle sin miramientos o escusas estúpidas.
Son esposos.
Juraron amarse sincera y puramente, para toda la vida, e incluso más allá de la eternidad desconocida. Disfrutar la dicha que embarga al otro en los momentos felices, y ser su paño de lágrimas cuando los problemas le atacan sin misericordia; desconsolados por creer no vendrá una mejoría que les extraiga de aquel pozo de lamentos al que han sido lanzados.
Una sonrisa nostálgica se dibuja en sus finos labios, borrándose como si nunca hubiese existido producto del estruendo que emite la puerta principal al ser azotada con una furia que le estremece completo. Es consiente que su pareja carece del mejor humor, pero su cognición le empuja a enfrentarlo y no dejarse doblegar por muy fuerte sea el enfrentamiento.
Porque al final de él solo quedará un mísero espíritu que, a pesar de encontrarse con las ilusiones desgarradas, la chispa de luz que se apaga segundo a segundo continuará persistiendo, empeñada en levantarse y no dejarse derrocar. No aún. Queda mucho que decir, contar y vivir.
El matrimonio Andreato si así lo aspira, demostrándolo con actos y no con simples palabras, o a la espera de que la resolución del problema llegue por sí solo, se elevará de entre las cenizas, cual ave fénix aguerrido que ha salido victorioso de la muerte. Pues bien, ellos mueren paulatina y tortuosamente cada día distanciados, sin embargo, muy a pesar de agonizar y no dar más un soplo de vida los milagros existen, y cree ferviente en ellos.
Limpia la secreción lagrimal de sus bermejas e hinchadas mejillas con la manga de su suéter beige, con un gatito estampado en el frente y en la zona de su vientre.
Inhala inestable, deseando que el sosiego le llene el cuerpo. Darle una imagen frágil e insegura al recién llegado le hará creer que tiene el poder absoluto. De él mismo incluso. Reprime el sobresalto que le ataca clavándose las uñas en los muslos en un regaño así mismo. Sus ojos se encuentran con los fieros de su esposo, quien se aprecia irritado, con una mueca desencajada en hastío en su bronceado rostro.
—Bienvenido a casa —pronuncia con voz tranquila, segura y fuerte, lejos de remolino que agujera su sistema. Combatiendo una guerra en donde la disyuntiva es complicada a ser elegida.
Milo se apoya en uno de los muros de la entrada en la espaciosa cocina, lejos de su sitio, recio a abrirse camino y darle alcance. Su apatía para con él le cala hondo, tan profundo que la respiración se le corta fugaz. El declive de valentía se va por la borda, sus orbes apagándose y arrebatando de ellos el brillo de constante ardua lucha.
Tras un instante de dureza consigo mismo, se reincorpora sobre sus pies, su espalda y hombros rígidos adoptados para una visión menos penosa. Su pésimo estado de ánimo no percibido por el peliazul, quien no le interesó hondar en las pupilas de su marido y descubrir la causa de su aflicción, desviando su mirada marcada en aburrimiento.
Captura su labio inferior, saboreando la partidura en la carne al morder la piel con ahínco, desilusionado y enfadado por el atisbo de desinterés en los ojos turqueses del contrario. Respirando de manera errática, como si estuviese reprimiendo la tormenta eléctrica interna, que duda en lanzar o no sobre él. Su sensibilidad y falta de carácter puede destrozarlo con simples palabras duras.
Y se odia por la lástima que sabe, Milo le tiene.
Tal vez nunca debió conocerlo, ni aproximarse a su encuentro con él, la idea infalible de obtener una atención más allá de un par de hombres que recién se conocen. El mágico momento en la pista de baile danzando al son de la música lenta y apasionada, el calor golpeándole el rostro y encendiendo la llama ardiente en su cuerpo, que ante el tacto de las venosas manos sobre sus curvas incineraron cual hoguera cada trozo de carne. Despedirse sin realmente desearlo, rompiendo la burbuja con un beso en la comisura de los labios debió bastar.
Si tan solo nunca se le hubiese ocurrido volver a aquella mansión de ricos, en la que una nueva fiesta se llevaba a cabo, esta vez con una nueva razón; un fin de semana que daba la bienvenida a las nuevas amistades de Shura, en donde se topó cara a cara con el ser que rompió el corazón de su mejor amigo. Daniel D'angelo en persona.
—————————
Hola. Este día quiero agradecer a las personitas que aún continúan la historia, pero sobre todo a aquellas que hacen algo tan simple como regalarme un voto o comentario. Han de saber que con aquella muestra me motivan a seguir actualizando.
Gracias.
16/05/2020
🍃🌷Camie🌷🍃
ESTÁS LEYENDO
Anorgasmia © °°CaMilo°°
FanficCamus Laforêt es un adolescente de veinte años que cometió el error de casarse con su novio, Milo Andreato, a quien conoció en una fiesta de graduación, siendo arrastrado a ella por su mejor y único amigo en ese entonces. Pese a la oposición de amba...