55. Yincana

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Domingo 17 de mayo de 2020


En primer lugar, hoy se cumplen treinta años desde que la OMS dejó de considerar la homosexualidad como una enfermedad. Parece una cosa anacrónica, casi anecdótica, pero no lo es. Pensad que hay cerca de ochenta países en el mundo en los que sigue considerándose delito ser una persona queer, y en nueve de ellos existe pena de muerte. Pena de muerte. Os lo repito por si no lo habéis pillado: PUTA PENA DE MUERTE por no ser heterosexual y cisnormativo. Es más, existen muchísimos listados en internet sobre destinos turísticos a evitar o potencialmente peligrosos para personas LGTBI. Así que, no, la lucha por la libertad no solo no ha terminado, sino que no ha hecho más que empezar.

Por cierto, como dato curioso, el término «heterosexual» surgió al mismo tiempo que el de «homosexual», como contraparte, aunque ambos aludían a un comportamiento patológico.

Dicho lo cual, paso a comentar lo que me ha escrito el Sr. W esta mañana, aunque en realidad ha sido bastante escueto. Me dijo que, si quería, nos reuniésemos mañana en la plaza principal de la urbanización, a la misma hora que la vez anterior; sin presiones ni chantajes, lo cual agradecí. Iba a ser esta noche; no sé por qué cambió la fecha, pero lo prefiero, que hoy ha estado lloviendo y hace un viento super desagradable.

Los residentes la llamamos «la plaza de los coches», porque, bueno, creo que es evidente el motivo. Está situada fuera del recinto de las viviendas y es propiedad del ayuntamiento. No sé sí será algo generalizado, pero al menos aquí, cuando se planifica una urbanización, las constructoras tienen que ceder un espacio público; y en nuestro caso es esa plaza.

Por un lado, como he dicho, me alivia tener un día más para mentalizarme; sin embargo, por otro, tenía ganas de quitármelo de encima de una vez. Vale, lo de «tenía ganas» es exagerar mucho, pero dormir como la virgen de la Papaya manda dos noches seguidas y no tener el estómago más cerrado que el puño de un banquero, joder, estaría que te cagas de bien.

Tengo que ver cómo me lo voy a montar esta vez, si voy a repetir lo de los mensajes o qué. He pensado en colocarme un micro de solapa que tengo por casa y conectarlo al móvil, si es que eso se puede hacer, claro. La idea es grabarlo todo, no sé para qué, supongo que por si acaso. Mañana lo buscaré y haré pruebas.

Y poco más hoy. He salido a dar un paseo para despejarme un poco y me ha sentado genial. En la calle no había demasiada gente, aunque vi un grupo de siete personas y ni una con mascarilla. Qué buen ejemplo de civismo, de responsabilidad y de distancia social, ¿eh? Esos serán los mismos que andan criticando cada decisión que toma el gobierno, sea acertada o no. Espero que suceda como con la gripe española, y que en la segunda oleada del virus se lleve por delante a más que en la primera; eso sí, que sean solo gilipollas de este calibre, que una buena limpieza nunca viene mal.

Mañana, supuestamente, entramos en la fase uno. Miedo me da. Si de mí dependiera, nos quedábamos en la fase cero hasta que la gente aprendiera a no hacer lo que les sale de los cojones y comportarte como es debido cuando la situación lo requiere.

En fin. Señor, llévame pronto.

Diario de una cuarentenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora