IX

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Ella recordaba que en su niñez le gustaba pensar en banalidades. Como en la distancia en pasos que podía hacer desde su casa hasta el colegio, el funcionamiento de la cámara fotográfica de su padre y en las decenas de rollos que podía arruinar por querer ver a través de ellos, en ocasiones se cuestionaba si alguien había intentado estornudar con los ojos abiertos, o aquella que venía constantemente a su cabeza, ¿Habría alguna posibilidad de que cada persona tuviera un doble en alguna parte del mundo? Sí, le encantaba detenerse a pensar en todo aquello que pudiera no tener respuesta. Podía pasar el tiempo sentada en la acera fuera de su casa, ideando cada respuesta y contando con sus pequeños dedos las posibilidades de ello. Aquellos pensamientos banales se interrumpieron en algún momento, aquel día en que Jeremiah, su padre, había muerto, aquel hombre fuerte y de ideales excepcionales había tenido un destino detenido en la autopista fuera de Midvale. Sí, sus pensamientos de infancia se pausaron, dando paso a aquellos donde situaciones se apoderaron de sí misma, la tristeza de haber perdido a su padre y en donde los próximos meses la narcolepsia había hecho su aparición en la adolescencia.

Tomó la fotografía de su padre y ella, en donde la abrazaba en su última navidad con vida, y la guardo en los pliegues de su chaqueta de mezclilla

-¿Cuál es el plan? -cuestionó Nia acomodando la quinta caja en aquella habitación

-no puedo permitirme pagar un alquiler -señaló Kara, su rostro cansado daba impresión de caer en cualquier momento-. Cuando consiga un sitio vendré por todo esto, lo prometo

-sin presiones, sabes que puedes guardar lo necesario -respondió Nia con una sonrisa-. Pero... ¿Vivirás en un hotel?

-será por unos días solamente, prefiero no preocuparme por eso ahora

-Kara...

-puedo arreglármelas -respondió con firmeza

-es un gran cambio, Kara -Nia comenzó a contar con sus dedos-. Un nuevo empleo, ciudad nueva, vivir en un hotel y... No decirle a tu jefa que puedes quedarte dormida en el retrete, estoy preocupada

-nunca me he dormido en el retrete -atajó Kara avergonzada-. Te diré que podrá pasar, sí le cuento a Lena sobre la narcolepsia no querrá contratarme, lo que menos quiere son obstáculos para su obra, además no tengo ninguna oportunidad aquí... Puedo hacerlo, puedo controlarlo...

Nia no respondió aquello, estaba en contra de lo que decía su amiga, era imposible que Kara logrará ocultar su trastorno cuando necesitaba de un equilibrio que consistía en siestas durante el día, medicamentos, evitar alimentos y situaciones que podían alterar su sueño

-bien -fue lo que pudo responder mientras se echaban a andar en el pequeño departamento que compartía con Brainy-. ¿Me llamaras en cuanto llegues?

-por supuesto -respondió Kara cogiendo aquellas dos maletas acomodadas en la entrada, en cuanto la puerta fue abierta, el taxi aguardaba por ella-. Espero que tus visitas sean continuas

-¿Estás bromeando? Esos cuarenta minutos no podrán detenerme para verte, además le prometí a Alex visitas

-sí, hablando de eso -la ojiazul se detuvo-. Prométeme que no le dirás a Alex o a Eliza que me hospedare en un hotel

Nia hizo un saludo militar rápido y abrazo a su amiga quien no pudo hacer mucho con aquellas maletas entre sus manos

-mantente despierta -le susurró, y Kara no pudo evitar reír

Abordó el taxi después de usar el maletero, dedicando un último adiós hacia su mejor amiga preocupada

-¿Destino? -cuestionó el joven conductor

My Pretty Sleeper [Supercorp - AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora