El deber de un héroe

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Las cosas no son siempre como se ven y los sueños pueden llegar a ser muy superficiales.

Para suerte de Izuku su dosis de realidad será administrada por quien menos espera en el momento más apropiado.


—¡NO MEREZCO SER HEROE! ¡NO SOY DIGNA! ¡SOY DE LO PEOR!

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—¡NO MEREZCO SER HEROE! ¡NO SOY DIGNA! ¡SOY DE LO PEOR!

Uraraka golpeaba la mesa con el puño repetidas veces mientras que, con una mirada de furia y tristeza combinada, observaba su celular.

Shinsou estaba acostumbrado a las "excentricidades" de Uraraka, pero esto era algo... ¿nuevo?

Nah... Uraraka estaba medio loca, eso la hacia divertida así que siempre la dejaba ser libre de expresarse con toda la exageración que le nacía y esperaba a que se calmara para poder saber que clase de ridículo acontecimiento la llevaba a generar las reacciones más extrañas.

Una vez fue porque no tenía más mochi.

Otra, porque había olvidado el nombre del gato que estaba bajando de un árbol.

Y alguna vez fue porque sencillamente había terminado su novela de los sábados y su vida ya no tenía sentido esos días.

Basta decir que encontró otra.

Sea como fuere no tenia que preguntar, solo esperar tranquilamente a que la heroína le contara todo con lujo de detalles.

Así que se sentó a su lado y espero.

No pasarían más de dos minutos, estaba seguro de eso.

—Shinsou...—soltó con una voz llorosa—soy una villana despiadaa y sin corazón...

—No puedo negarte que cuando quieres ser malvada lo eres, pero dudo que sea lo que hayas hecho califiques como un villano.

—No Shinsou, no entiendes. Esta vez si hice algo horrible.

Shinsou se puso a observar los experimentos en la mesa jugando con una llave de tuercas dejando que Uraraka siguiera lamentando. Ya se le pasaría

—¿Sigues llorando, Uraraka? Lo hecho, hecho está. Además, siempre se puede intentar de nuevo. Es lo que siempre pienso cuando alguno de mis bebes explota. ¡Siempre hay espacio para las mejoras!

Hatsume Mei entraba al laboratorio cargando una caja con cosas extrañas que le tentaron a preguntar, pero era mejor abstenerse. Hatsume podía ser tan o más apasionada que Midoriya cuando se trataba de sus "bebes" y no quería romperse el cerebro con explicaciones largas y complicadas, gracias.

Miró a su alrededor.

—¿Y Midoriya? — preguntó al no ver al chico en las mesas de trabajo.

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