Mine, The babysitter - 『Johnny Suh』

XIII

ᴄɪᴛᴀ  | XIII

" Lo que tú digas bebé "

— ¿A dónde me llevas? — pregunté curiosa.

— Es una sorpresa.

Me quedé embobada mirando a Johnny.

— ¿Tengo algo en la cara? — vaciló

—Sí, dos ojos, una nariz y una boca — contesté obvia.

"Lo siento  Johnny, no me pillarás tan fácilmente".

Llegamos al restaurante.

— ¿Un... Ginnos?

— Sí, ¿a quién no le gusta?

Entramos y la camarera nos guió hasta una mesa del fondo. Cogimos los menús y pedimos el primer plato.

— Bueno señor Suh — dije burlona — que me puedes contar sobre ti.

— ¿Cómo sabes mi apellido? — preguntó con una sonrisa.

— Tengo acceso a los expedientes de los empleados — contesté con aires de superioridad.

— Así que... me has investigado — alzó una ceja y yo reí —. Pues mis hobbies favoritos son leer, ver películas y hacer fotos.

— ¿Me puedes enseñar alguna?

Johnny cogió su móvil y me mostró una imagen.

— Esta es la mejor.

Era una foto que me acababa de sacar.

— Que tonto — aparté la mirada. Johnny rió por mi reacción.

— También toco el piano — comentó — es un instrumento que me gusta mucho.

— Me gustaría verte tocar, en casa tenemos un piano, ¿que tal si luego me enseñas tus habilidades?

Minyoon lo preguntó de manera tan inocente que Johnny no puedo evitar colorarse pues había malinterpretado lo último.

— C-claro.

Terminamos el plato principal  y pedimos el postre.

— Los Bulls son mejores que los Knicks  — afirmó Johnny de repente.
(Son dos equipos de baloncesto)

— ¿Qué?

— Que los de Chicago os damos una paliza a los de Nueva York — dijo con una sonrisa pícara.

— Ya os gustaría... un momento, ¿cómo sabes que soy de Nueva York?, ¿acaso...  has estado husmeando? — alcé las cejas de la misma manera que hizo él.

Johnny se encogió de hombros.

— Puede... quien sabe.

— ¿Tu familia vive en Chicago? — pregunté curiosa.

— Nos mudamos a corea hace 6 años, cuando tus padres contrataron a los míos.

— ¿Por qué no me habías dicho que trabajan para mi familia?

Me molestó el hecho de que no me lo hubiera comentado.

— No es un dato relevante.

No opino lo mismo. Mis padres pueden ser las mejores personas del mundo, pero sé que en el ámbito laboral su forma de ser cambia por completo.

— ¿Y no te echan de menos? Te pasas el día entero en mi casa.

— Eso no es del todo cierto — espetó — cuando tú y Lisa os vais, yo hago otras cosas.