Cap 10

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Llegamos a mi cuarto y seguí con lo que había empezado. Quite su camisa sin pensar en los botones, no me importaba, le daría otra por la mañana. Entrelazo mis piernas en su cadera y me llevo a la mesa del tocador. Su tacto con mi piel desnuda bajo mi pijama hacia que un escalofrió recorriera mi cuerpo.

-Lo siento- su voz entrecortada hizo separarme un segundo de la piel sobre su clavícula.

-Demuéstramelo- y mis deseos eran órdenes.

Mi espalda toco la cama y pude ver como mi pijama y su ropa se había ido. Sus manos estaban en mi pelo, las mías en el filo de su bóxer bajándolo lentamente. Sus labios viajaban entre las copas de mis pechos hasta mi obligo. Sus dientes se clavaron en el borde del encaje negro que me cubría y empezó a llevarlo lentamente fuera de mi cuerpo.

Sus ojos verdes me penetraban llenos de lujuria y las gotas de sudor que caían sobre su rostro lo hacían lucir de otro planeta. Tome de su pelo y jale con fuerza hasta que su boca estaba junto a la mía, sus manos en mis glúteos mientras intentaba darse paso entre mis piernas.

Ninguno de los dos emitía una sola palabra, todo a nuestro alrededor era borroso y lo que se podía escuchar era el ritmo de nuestra respiración acelerada. Nuestras miradas se cruzaron y sabía que había una pregunta tras aquellas esmeraldas, yo solo sentí y mordí su labio.

Sentirlo era cuestión de otro planeta. Mi cabeza no asimilaba nada en ese momento. Solo me deje llevar por el momento y después pensaría. Su espalda iba a tener marcas en la mañana por la acción de mis uñas en ella. El placer me consumía y podía asegurar que a el también. Escucharlo gemir me ponía aún más cerca de llegar.

-Te amo- mi voz sonó débil pero su lengua jugando con la mía fue la respuesta a mis palabras.

Lo gire en unos instantes y estaba a horcajadas en sus muslos. Sus manos en mi cadera me guiaban el ritmo que quería llevar mientras ponía las mías en su abdomen tintado. Tenía visión de su cara de gozo frente a mi mientras subía y bajaba, sus ojos cerrados, su labio entre los dientes y su ultimo gemido antes de caer sobre él, fue lo mejor que pude haber presenciado en toda mi vida.

-Te amo- mis labios rozaron su cuello.

-Y yo te amo a ti- cubrió nuestros cuerpos con sábanas y paso su mano sobre la línea de mi cintura.

Me recosté en su pecho y me deje embriagar por el perfume que desprendía su piel. Sus manos iban y venían por mi cuerpo. Alce la mirada y pude ver como tenía un brazo bajo su cabeza y su mirada en el techo. Podía mirarlo toda la vida y no me cansaría. Mierda. Era totalmente perfecto para mí. Sonreí ante mis pensamientos y note que sus ojos se iban cerrando poco a poco, sus caricias en mi cuerpo se habían detenido y su respiración se había hecho más lenta. Se había quedado dormido y yo lo seguí en unos minutos.

Tenía mucho calor, demasiado se podría decir. Mis ojos se abrieron lentamente y pude apreciar aquella piel tatuada frente a mí. Era Harry el producto de ese calor. Me sostenía con ambos brazos, intente zafarme sin despertarlo. Se movió y pensé que mi misión había fallado, pero no, solo se acomodó, tomo la almohada entre sus manos y volvió a dormir. Me quede un momento apreciándolo y afirme de nuevo para mis adentros que en verdad estaba totalmente enamorada de aquel chico. Negué con la cabeza y una sonrisa idiota salió de mi cara y no lo podía creer, en verdad había caído perdidamente por él.

Tome un conjunto de jeans y blusa negro para adentrarme a la ducha, corrí despacio para agarrar mi celular del piso para poder proseguir. Hoy sería un largo día y no sabía que era lo que pasaría con nosotros. El miedo me invadió por unos minutos en lo que el agua se hacía presente en todo mi cuerpo. No sabía si esa era la única y última vez que estaría con Harry, si no lo vería mañana o nunca más. Una lágrima salió de mis traicioneros ojos y trate de contenerme. Lo que fácil viene, fácil se va. Mi padre siempre decía lo mismo, solamente que quería que se quedara esta vez y que esa frase cambiara totalmente para ser feliz el resto de mi vida. Tenerlo por una noche no me era suficiente, ni haberlo conocido por una semana, necesitaba más de él y no podía hacerme a la idea de que lo perdería.

Undercover || H. S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora