#¿No Te Dijo Adiós?

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Capítulo 34

— No me gustan las despedidas — le comenté a Frank mientras veíamos una película — ¡Son tan dolorosas! ¿Por qué no sólo se van? — Frank rió — habló en serio — suspiré

— Bebé, es una película — me abrazó por los hombros — Eres tan intenso — besó mi mejilla

— ¡No! Si fuese la vida real ¡Odio las despedidas!

Te lo tomaste literal, Frank.

Ese día veíamos por milésima vez La Abeja Maya, justo cuando decidía irse de la colmena y comenzar a emprender su viaje de flor en flor, sacando el polen y siendo libre
¡Maldita abeja egoísta! ¿No se daba cuenta que dejaba una familia?

Frank había cocinado seitán y un par de verduras para acompañarlo. Fue una noche linda, pero lloré mucho por culpa de la abeja.

Había pasado casi una semana de nuestro aniversario, de aquella extraña situación. Frank había seguido estando raro, pero esta vez más distante. Algo no andaba bien.

Esa mañana me levanté temprano, Frank tenía los días miércoles libres y yo tenía clases por la tarde. Me fui a la cafetería que nos encantaba. Como siempre cuando abrí la puerta, la niña desde la caja me grito un "Hola, bienvenido" muy animosamente a pesar de que era tan temprano. Le sonreí.

Pedí un brownie y para Frank un pastel de zanahoria, la opción vegana, era su favorito.

Me devolví al edificio con los pasteles y dos cafés en la mano. Caminé hasta el 504 y me las arreglé colocando los pasteles en entre mis cosillas y parten interna de los brazos.

— Mierda — sentí como el pastel de zanahoria explotó — ¡No! Está bien, Frank te conoce — suspiré

Le dí tres golpes a la puerta, nadie salía. Volví a tocar y nadie salía.
Quizás Frank aún no despertaba y Ámbar debía tener sus audífonos de aislamiento puestos.

Volví a tocar más fuerte.

No salió nadie.

~🍆~


Ese mismo día marqué una y otra vez el celular de Frank pero estaba apagado. No estaba entendiendo nada y mi corazón comenzaba a acelerarse, estaba comenzando con una crisis y hace mucho que no tengo una crisis.

No sabía que le sucedía, llevaba demasiado tiempo extraño y si necesitaba espacio yo lo respetaría, pero necesitaba extregarle el pastel de zanahorias y que por cierto, había vuelto a comprar.

Volví al 504.

Toqué nuevamente, la puerta, se abrió y la sonrisa que tenía al ver como se abría se esfumó.

— Hola — sonreí arrugando mi nariz — ¿Tu eres?  — Pregunté

— Gabriel — me miró de pies a cabeza — ¿Tú?

— Gerard — sonreí — disculpa, Gabriel ¿Frank? — me miró extrañado — ¿No? Una bajito, con cara de pocos amigos — el negó — tiene un trasero sorprendente, pero no te confundas, es activo — el rió y volvió a negar — Uh... ¿Este es el 504? Disculpa, tomé unas pastillas y suelen confundirme

— Sí, éste es — sonrió — soy tu nuevo vecino

— ¿Qué? ¿Cómo? — ¿Qué?

Departamento 504 [×Frerard×]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora