La Luna y la Bestia. ©

Capítulo 15.

"Kyle Pov's"

—Tienes que hablar con ella, debes presentarla como luna de la manada cuánto antes. Sabes que eso dará estabilidad a ésta y es bueno que ya todos conozcan a su reina.— dice Samuel.

Sí, sé que tengo que hacerlo, pero cada vez que le hablo del tema termina enojándose o cambiando de conversación.

—Ya lo sé, Samuel.— ruedo los ojos.

—¿Entonces qué esperas?, donde el consejo se entere que ya encontraste a tu mate y no la has presentado, los vamos a tener siempre aquí metidos, averiguando de todo, y eso no es para nada agradable.

Tiene razón.

Tener a la gente del consejo aquí metidos tratando de averiguar el porqué no presento a mi Luna aún, y si se enteran de que es porque ella no quiere, van a querer cuestionar su liderazgo, y primero muerto antes de que la hagan pasar esa clase de situación.

Aparte de que tener a un montón de viejos encima tuyo no es muy satisfactorio, eh.

—No es que ella no quiera, solo está nerviosa. Mi pequeña luna tiene miedo a ser rechazada.- dice mi bestia.

Tendré que hablar con ella seriamente, mira que luego de que asuma su puesto, lo siguiente que haré será proponerle matrimonio. Oh, joder que sí.

"Señora Ivanova" Suena genial.

—Empezaré con los preparativos hoy mismo.— le respondo.

Solo espero convencerla.

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Voy hacia la mansión, ya quiero ver a mi mujer. No la he ido a llevar a su casa, quiero retenerla un poco más conmigo.

Entro a la cocina porque de ahí provienen unas voces. Son mi mate y mi nana Rita.

—Así que aquí están mis dos mujeres. — digo una vez entro.

—Mi niño.— saluda Rita.

Rose solo me dedica una bonita sonrisa. Me acerco a ella y la rodeo por la cintura, ella se sonroja porque "estamos" haciendo una escena frente a Rita.

—¿Estás bien?— le pregunto y ella asiente.

—Estaba aquí con Rita, cocina muy rico.— rico son tus labios.

Hablando de eso...

—Quiero un beso.— no la dejo responder y lo hago. La beso con necesidad pero a la vez tratando de demostrarle lo mucho que la amo.

Saben tan bien. Ella se separa y yo frunzo el ceño confundido.

—¿Qué pasa?— pregunto.

Ella mira a todos lados. — Por Dios, que vergüenza. Hiciste que Rita se fuera.— apoya su frente en mi torso y yo miro a mi alrededor confirmando que en efecto, Rita se ha marchado.

—¿Y qué tiene? Yo solo vine a saludar a mi luna.— hago una pausa.— Por cierto, necesito hablar contigo de algo.

Ella frunce su ceño enseguida y yo coloco mi dedo índice en éste, sobo un poco y ella lo relaja.

—¿Es algo malo?— pregunta preocupada.

—No mi nena, aunque bueno, eso depende de cómo te lo vayas a tomar.