Capítulo 10.

35.7K 2.2K 259
                                    


Escucho la alarma por lo que estiro el brazo intentando apagarla, pero no llego.

Sigo intentando hasta que otro brazo lo hace por mí, haciendo que recuerde que anoche dormí con Kyle. Bajo la mirada y veo su brazo velludo alrededor de mi cintura y su pierna izquierda encima de las mías, teniéndome encerrada.

Giro con un poco de esfuerzo para quedar frente a él y observarlo, y creo que no pasan dos minutos cuando veo que sale su preciosa sonrisa adormilada.

—Buenos días, Luna mía.— su voz suena ronca.

—B-buenos días, Kyle. —respondo un poco sonrojada.

—Gracias, —de repente agradece, ¿por qué?— Por darme una de las mejores noches de mi vida.

Cualquiera podría malinterpretar eso.

—¿Cómo?

—Me refiero a que, jamás había dormido tan cómodo. A excepción de ese día que también dormí contigo.

Ya caí en cuenta.

—De nada, supongo.

Él sonríe y me abraza más fuerte. Yo sonrío también.

__________꧁꧂__________

—Pásame la pimienta, por favor.— pide Kyle.

Estamos preparando el desayuno juntos, pensé que sería incómodo pero no, tenemos buena química en la cocina.

Yo le paso el tarro con la pimienta.

—Gracias, mi Luna.— me sonríe y yo le devuelvo el gesto.

—De nada. Fíjate que se te va a quemar.— le digo cuando se me queda mirando como bobo.

Él parpadeó dos veces y se volteó sobresaltado, para seguir mezclando los ingredientes.

Cuando todo está listo, apaga, sirve y yo mientras lo ayudo a acomodar todo en la mesa.

Él se sentó en la cabecera de la mesa, costumbre suya, supongo. Cuando yo iba a hacer lo propio, él me tomó de la cintura para sentarme luego en su regazo, arrastra mi plato al lado del de él y me da un beso en la mejilla.

—Kyle, dijimos que iríamos lento, y hasta ahora he ido a un lugar desconocido, he dormido contigo en dos ocasiones y ahora ésto.— le reprocho.

Él pone sus ojitos de perrito regañado, —Pero mi Luna, ¿qué tiene eso de malo? Eres mía, por lo tanto es completamente normal que hagamos éste tipo de cosas.

—No Kyle, no está bien y tampoco es normal. No han pasado ni dos días desde que me llevaste cautiva a tu casa y míranos ahora.

—Eso se debe a la unión de mates, y que no te resistes porque de alguna manera tu alma y cuerpo reconocen que me pertenecen.— gruñe enterrando su cara en mi cuello he inhala fuerte.

—Kyle...— él saca su rostro de allí y me mira haciendo puchero.

No, por favor.

Yo suspiro, ¿qué más puedo hacer si me hace esa carita?

—Está bien, ya no me hagas más esa cara. Contigo tendré que aprender a decir que no.— lo miro mal, pero él ni se inmuta.

Sonríe y tomando un cubierto, pincha en mi plato y lo acerca a mi boca.

—Abre grande, amor.— dice.

—Por Dios Kyle, no soy una niña pequeña.

—No pero sí eres mi pequeña, así que abre.— hace mueca con su boca "indicándome" como es que tengo que hacerlo.

La Luna y la Bestia. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora