Corto mano, corto fierro. Me voy al infierno.

578 14 0
                                    

Ni siquiera sabía por qué estaba así, pero estaba pasando por una crisis. La angustia se había apoderado de mí, me dominaba, me ahogaba. Sentía una presión en el pecho que me impedía respirar. Me había quedado sin voz de tanto gritar. No me sentía bien y necesitaba llorar. Me sentía muerta. Sin poder contener más el llanto, lloré... lloré sin consuelo.

Parecían eternas las noches en que me quedaba despierta hasta el amanecer buscando desesperadamente que algún milagro (entiéndase, como Eduardo) me salvara. Es que no daba más, estaba volviendo a las lesiones. Me rasguñaba hasta desgarrarme la piel. Quería morir.

Me lo pasaba escribiendo en busca de alivio, pero sólo conseguía ponerme peor al revolver toda la mierda que llevaba en mi interior. Estaba cayendo y esta vez la caída iba a doler más que nunca.

¿Cómo explicar que tu estado te supera a tal punto que empezás a odiar al mundo y a cada persona que vive en él? Odiaba a todo ser viviente que se cruzara en mi camino, por eso mi actitud de arrogante y egocéntrica, pero, sobre todo, de egoísta. Me había dejado llevar por el dolor convirtiéndome, gracias al odio hacia mí misma, en un monstruo insensible, rencoroso, repugnante. Pero ¿qué podía hacer cuando ya había perdido la vergüenza, el respeto por los demás y por mí? Era tan intenso el dolor que sentía por dentro que me quemaba el cuerpo, deseaba abrir el alma y salir para afuera.

Y por fin salió. Creía que eso bastaría para calmar el sufrimiento, pero fue para peor. Lastimé a muchas personas que no merecían escuchar todo lo que les dije. Hablé por demás, lloré por demás. Casi en otro planeta, como me sucede cuando entro en crisis, donde pareciera que un demonio se apodera de mi cuerpo manejando mi voluntad y mi mente, llamé a mis dos mejores amigas y las puteé de arriba abajo. Dije cosas que no sentía en verdad, pero que pensaba en ese momento. Necesitaba lastimara alguien ya que yo no podía hacerlo conmigo misma (me habían confiscado la Gillette). Les grité con todas mis fuerzas, aunque no eran demasiadas las que me quedaban, que las odiaba, que no las necesitaba.

El ataque hacia ellas, que no tenían nada que ver con mi problema, no era más que el asco que sentía hacia mí misma.

No contenta con eso, no tuve mejor idea que conectarme al msn. No pude resistir la tentación de seguirla, frustrada porque me habían cortado el teléfono y comencé a hablarle a Sabrina descargándole toda mi furia, le dije cosas «grosas» mal. Al instante estábamos metidas en un bumerán de palabras agresivas y sumamente hirientes. Ya no podíamos volver el tiempo atrás y no existía la posibilidad de reparar el daño que nos estábamos causando.

Llegué a decirle que quena cortarle las venas y ver cómo se desangraba. No tenía perdón lo que había hecho, ni yo misma podía perdonármelo. Admito que había sido dura, cruel, injusta, pero mi amiga no se quedó atrás. Podía ser que no tuviera la culpa de la brutalidad de sus palabras para conmigo, éstas fueron la consecuencia de mi agresión hacia ella. Pero no podía explicarles por qué reaccioné así, porque ni siquiera yo me entendía. Estaba muy confundida, quizá debía descansar un poco más. Ya no contaba con su apoyo, ni con su contención, ni con su amor. Estaba completamente sola.

Me seguía preguntando si me dejarían caer, me cansaba de repetirles que aunque ellas no me pudieran ver, siempre había estado a su lado. Quería que me dijeran la verdad, si todo había terminado entre nosotras, ¡que me lo dijeran ya! No podía perder más tiempo, porque no tenía más tiempo.

Estaba desesperada, no sabía a quién acudir, sólo tenía en mente la fantasía de morir. Estaba dispuesta a hacer hasta lo imposible para lograr terminar mi meta. Iba a reorganizar mi muerte. Volvía a planear todo con lujo de detalles, y sentía que ya ni sus abrazos podían ayudarme a estar mejor. Todo lo que hasta ese momento era lo más importante de mi vida pasaba a segundo plano. Ya no me importaba nada, sólo quería desaparecer...

F.I.L.O.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora