Capítulo 1.

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Había una vez un niño llamado Ezra.

Nacido en una familia adinerada, su perspectiva de vida era la mejor, tenía una madre, un padre y tres hermanos mayores que esperaban ansiosamente su llegada, pero luego del parto, sus padres notaron que algo no estaba bien con su cachorro recién nacido. Al revisar su pequeño cuerpo, notaron que su nudo no estaba desarrollado. El nudo era un grupo de glándulas que se expandían durante el celo, evitando que su cuerpo se separase del de su compañero o compañera.

Para Russell y Lucinda Redford, el hecho de que su hijo no tuviera esa protuberancia en la base de su pene podría significar algo terrible: Ezra era un omega. En ese momento, la vida había evolucionado tanto que incluso había una nueva jerarquía creada para distinguir a un tipo de seres de los humanos normales, y pronto, se convirtió en una regla de oro: los alfas estaban en la cima, eran descendientes fuertes e inteligentes de los primeros hombres lobo, gobernaban el nuevo mundo, y había sido así durante más de dos siglos.

Luego estaban las betas; como segundos al mando, se encargaban de cuidar de los miembros de la manada en la ausencia del macho alfa, o luego de su muerte, eran ágiles y fuertes, habían desarrollado habilidades diferentes en las que sus superiores no estaban particularmente interesados, y que les permitían mezclarse más fácilmente con los humanos regulares.

Por último, los omegas, hasta el fondo de la jerarquía, a menudo se los veía como errores andantes, obligados a convertirse en esclavos sexuales, solo para tener algo de comida y refugio. Muchos de ellos fueron desechados después de un tiempo, y terminaron muriendo por culpa de un corazón roto, una forma muy real y dolorosa de morir, causada por la falta de amor y cuidado. Esa era la cruel realidad que enfrentaba el pequeño Ezra, con solo unas pocas horas de vida.

—No lo quiero. No quiero verlo —dijo su padre, con amargura.

—Pero cariño, aún no sabemos lo que va a pasar, tal vez Ezra solo tenga un desarrollo tardío, por favor, no nos hagas esto —suplicó su madre.

—Ninguno de nuestros otros hijos fue así. Él es extraño, yo...

—Lo sé, pero solo pido un poco de paciencia... ¿por favor?

—Bien, haremos lo que dices, pero por el bien de mi cordura, será mejor que sea solo eso, un desarrollo tardío.

Y a partir de entonces, esperaron... esperaron y esperaron hasta seis años más tarde, cuando aceptaron que su hijo nunca cambiaría. Como era de esperar, se aislaron de él, y la escasa educación que recibió, fue de los empleados de la mansión, personas que también eran diferentes a él, pero que no pudieron ignorar su llanto en la noche, o dejarlo morir solo en un rincón frío y oscuro.

Finalmente, una noche, su padre tomó la decisión; Llevó a un somnoliento Ezra en su automóvil a la casa de un conocido, un hombre cuya casa era famosa por albergar tanto omegas como betas, y entrenarlos para ser los mejores en diferentes áreas. Redford nunca tuvo interés en cosas como esta, pero era mejor dejarles esa carga y continuar con sus vidas, como si Ezra nunca hubiera existido.

—Buenas noches, señor. ¿Como puedo ayudarle? —El jefe de mayordomos los saludó, con una expresión neutral.

—He venido a hablar con Erick, es un asunto urgente —dijo Redford, mirando alrededor de la sala de estar.

—Disculpe, señor. Pero me temo que mi maestro ya está durmiendo en su habitación, por lo que debe regresar mañana... a horas más apropiadas —dijo, al darse cuenta de Ezra, que estaba de pie detrás de su padre, con los ojos bien abiertos y asustado.

—Hey, ¿Estás sordo? —Redford lo agarró por la chaqueta— maldito omega, ¡Te estoy dando una orden!

—Me temo que el único que puede darme órdenes es mi maestro y su familia —el mayordomo respondió, sin inmutarse por los modales groseros del otro hombre.

Cuidando de Ezra (Lazos De Almas 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora