Juu | 10.

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Se acaba el domingo, después viene la tormenta

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Se acaba el domingo, después viene la tormenta.

¡Qué momento más incómodo!

Mi rostro enrojeció al instante, pues estaba literalmente entre medio de las piernas del muchacho que me veía aterrorizado, además de todo, sostenía entre mis manos la lámpara. Y todo eso, Mori lo vió conmigo dándole la espalda por la posición de la cama.

—Oh, parece que llegué en un momento inadecuado —soltó tan soprendido como nosotros dos, pero tratando de estar tranquilo—. Este... Supongo... Uh... Diviértanse. —Y así, cerró la puerta.

—Mori-san, espere, yo no... —me quedé en silencio sin lograr a completar mi explicación para el tutor de esa casa. Claro que, me había levantado con fuerza en mis piernas y ahora veía la puerta sin saber que más hacer.

—E-Esta bien. —Con el tono increíblemente nervioso, Dazai también se levantó—. Es un mal entendido, se lo haré saber más tarde, no te preocupes...

—Pero... —interrumpí viéndole de frente.

Estaba tan avergonzada de la imagen que tendría Mori Ougai en su cabeza acerca de mi. Imagina que vas a hacer tarea a la casa de un compañero, pareces una linda niña que no rompe ningún plato, y luego todo se convierte en eso cuando su madre o padre los descubre en una situación tan comprometedora... ¡Ay! No, no podía quedarme de brazos cruzados.

—No es necesario... —Fue todo lo que escuché, porque de pronto había abierto la puerta de la habitación, cerrado tras de mi, y después de unos pasos, estaba bajando la escalera a toda prisa.

Si bien no sabía donde estaba el mayor, un rico olor a comida me guío como a un animalito hambriento hasta el inmenso comedor, en dónde la única puerta que simplemente se empujaba con facilidad, era la indicada.

—Es una sorpresa... —la voz bajita que se escuchó cuando me acerqué a la superficie me hizo quedarme de pie siendo una entrometida. Parecía que Mori estaba hablando con alguien más —. Nunca creí que Dazai-kun algún día pudiera hacer aquello; es decir, es un joven, lo entiendo, al igual que Ishinomori-kun... En fin, no hay porque reprocharlos. Ellos tienen que experimentar para vivir —terminó de decir acompañado de una risita y el sonido de algunos utensilios de metal siendo movidos.

De lo caliente que se había tornado mi rostro, el humo salió por mis orejas. ¿¡Cómo que experimentar y vivir!?

—¡Lo que vió en la habitación ha sido un malentendido! ¡No me atrevería a faltarle el respeto en su propia casa...!

De esa manera, empujando la puerta con brusquedad y gritando mientras mi rostro necesitaba ser escondido en cualquiera parte, incluso entre la tierra, me justifiqué. Salvo que no seguí hablando, porque el personaje dentro de la cocina, sentado sobre un banquito frente a la barra de comer en los mismos tonos que toda la casa, llamó mi atención como no tienen idea. ¿¡Cómo por qué!?

Literature III 📖 | Dazai Osamu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora