Atogaki | Epílogo.

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¿Por qué estás aquí? N-no deberías...

No veía absolutamente nada en la habitación. Mis ojos estaban cerrados hasta el punto en que los apretaba con fuerza. Solo sentía y a mis oídos llegaban los conocidos sonidos, resultado de una habitación con nosotros dos a solas.

—Hoy es el concurso, vete antes de que sea tarde. Es por ello que Chuuya no me está acompañando. ¡De verdad no quiero arruinar tu oportunidad! —pedí alterada, sin poder creer que realmente estaba frente a mí en esa estación casi vacía—. ¿A qué viniste? Deberías...

No deberías, no deberías, no deberías. Todo se reducía a aquello.

Concursos existen muchos, pero en este mundo solo hay una persona a la que amo —interrumpió alzando la voz sin llegar a gritar. Solo, lo dijo.

Mi cuerpo estaba siendo aprisionado contra la pared de aquel apartamento siendo otra anatomía más grande la culpable. Mi espalda se pegaba a la superficie paralela y mi pecho contra otro. También, unas insaciables manos apretaban mis caderas con fuerza acariciando todo cuanto podía; unos lindos labios besaban mi cuello, y todo ello, mientras también empujaba dentro mi cuerpo con... ¡Ahhhh! ¡Alto ahí! ¿¡Cómo demonios habíamos llegado hasta ese momento!? ¡Qué vergüenza!

—Pero... te lastimé. Yo me interesé por otra persona sabiendo todo eso. Lo viste, ¿cómo puedes estar aquí después de eso? —Intente hacerme la dura, cuando lo único que quería era llorar.

¿Por qué Dazai Osamu estaba en el aeropuerto diciendo que todavía me amaba? La única respuesta que podía darme, era que Chuuya le había contado todo lo que había hecho para irme y que me olvidara, sin embargo, conocía a mi mejor amigo. Él me deseaba lo mejor del mundo porque me amaba, pero no sería capaz de traicionar mi confianza y las decisiones que había tomado. ¿Entonces? No lo entendía, no había alguien más quien supiera de mis razones y acciones; incluso, el castaño estaba presente a tiempo, poco antes de que me fuera.

—Má-más... Más despacio... ¡Dios, no! —pedí, antes bien, mis palabras no estaban siendo muy convincentes acerca de cómo me sentía en ese momento. Quería que se tranquilizara un poco, pero a la vez no, ya que esa manera de "atacarme" me volvía una demente en busca de más y más.

—Hemos estado dos semanas separados. No puedo controlarme, cariño. —Su linda voz llegó hasta mis oídos en un susurro y ese tono era tal vez uno de mis favoritos. Tan seductor, que me provocaba lanzarme a sus brazos y vivir en ellos para siempre.

—Ayatsuji-san me lo dijo —confesó echando de cabeza al rubio. Por mi parte negué al saber que había sido delatada de la forma más tonta en que pudo haber sucedido—. Él es mi primo y no quería arruinar nuestra relación; te dije que mis padres murieron y él es importante para mí siendo mi única familia biológica... Aunque siente haberte delatado.

Bueno, ya no sonaba tan tonta la manera... Esperen... ¿¡Primos!? Ahora que lo recordaba, Yukito y él tienen un parecido muy grande en cuanto a aspecto físico. Lo único diferente son sus tonos de cabello y un poco el peinado. ¡Si era todo tan claro! Además, no me equivocaba con que en la cancha parecían conocidos.

Comencé a sentirme ajena, si era que todavía eso se podía. Mi boca soltaba solo incoherencias, mis manos le abrazaban apretando su camisa como si nuestra vida dependiera de ello, al igual que mis piernas rodeando sus caderas le mantenían preso, aunque sabía, él no iría a ninguna parte.

—¿Se siente bien? —cuestionó con burla, y sí bien mi concentración era cero, sus palabras eran como órdenes que podía escuchar aun estando en profundo sueño.

—S-Sí... —respondí con el rostro pegado a su cuello.

—Cuando me enteré, Mori-san llamó a tú madre y ella le contó que te ibas por el bien de las dos. Entonces entendí el motivo de tú distanciamiento, además, te escuché aquella mañana: dijiste que me amabas, pero que no sabías si lo que estábamos haciendo era lo mejor para los dos. —Se acercó mientras decía, pero yo retrocedí con miedo a que de pronto no soportara más aquello y corriera a sus brazos—. Sé que en nuestra última conversación te hice daño mientras te decías que era al revés. Pensé que me estabas abandonando porque te sentías comprometida conmigo, así que siento haber mal interpretado tus palabras. En realidad, pensabas que yo era el que se sentía de esa manera.

Literature III 📖 | Dazai Osamu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora