Ichi | 1.

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Quien pierde una vez, gana dos después

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Quien pierde una vez, gana dos después.

—Escúchame, Chuuya-kun, me he levantado tardísimo para llegar a la escuela; estoy muriendo de hambre porque me salté el desayuno; me caí en la entrada del colegio y todos se rieron de mí; Kunikida-sensei me llevó a la dirección porque no porto el corbatín del uniforme; llegué tarde a la primera clase y Yosano-sensei me colocó contra la pared contando hasta un millón; ¿entiendes ahora por qué te estoy pidiendo este favor?

Conté con las manos puestas en el mesabanco del chico, quien solo me veía con una mano apoyada en su mejilla. Parecía no importarle lo infortunada que había sido mi mañana, aunque no le culpaba; si mi día no comenzaba con aquella característica, posiblemente el mundo se acababa antes del almuerzo. ¡Todo por la paz mundial!

—No puedo —simple contestó. Parpadeó escondiendo sus lindos ojazos azules por una milésima de segundo.

—¿Por qué? —Mis rodillas cayeron al suelo y mi cabeza en la paleta del pupitre. Ese muchacho era mi única esperanza.

—Si yo pudiera, sabes que lo haría, pero estoy exento en Literatura III —por fin explicó. A manera de consuelo, colocó su mano sobre mis cabellos sueltos y revolvió con cariño.

—¿Y por qué no lo dijiste desde un principio? ¡Debí verme como una tonta! —exclamé increíblemente alto, de todas formas, la clase aún no comenzaba y había pocos alumnos dentro del salón.

Iba a morir, estaba segura, pero debía tomar al toro por los cuernos y enfrentarme a mi destino. ¡Si! Debía lanzarme por la ventana del tercer piso antes de que llegase Mr. Fukuzawa, de esta manera, todo sería más rápido y menos doloroso.

—¡Voy a reprobar! —lloriqueé con dramatismo golpeando la superficie en donde el muchacho también apoyaba las manos.

—No lo harás, estoy seguro que de Fukuzawa-sensei te dará una buena pareja para hacer el ensayo final. No es tan malo como crees —volvió a consolarme, pero eso solo logró que mis ojos se volvieran una fina línea desanimada.

Fukuzawa Yukichi no era tan malo, decía. Entonces, ¿qué sucedía con mi cincuenta y nueve del primer periodo y sesenta del segundo? ¿Dónde quedaban los golpes a mi mesabanco con mis humildes trabajos de su clase? ¿Cómo clasificar los "te ofrecí de voluntaria con Yosano-sensei para un proyecto de salud"? Ese hombre me odiaba, podía afirmarlo, pero como el señor Nakahara tenía un gran futuro como poeta, no podía comprenderme.

—Ese ensayo es todo lo que me queda. —Bueno, también me quedaba quejarme y lamentarme.

Ese ensayo era todo lo que me quedaba, era la verdad. Habiendo reprobado dos parciales de Literatura III, mi última oportunidad se hacía presente ese mismo día; si yo, subía mi calificación con un excelente texto, existía una gran posibilidad de que Fukuzawa me diera unas décimas para alcanzar promedio aprobatorio. No lo decía yo, lo decía la ciencia y los estudiantes que antes se habían graduado del Yokohama High School.

Literature III 📖 | Dazai Osamu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora