Lost On You

Capítulo Once

Bucky despierta sintiendo adormecido el lado derecho, parestesias que van toda la mano hasta el antebrazo, no abre los ojos, arruga las cejas tratando de acomodarse, sube la pierna enredándola a la cadera contraria, y con la extremidad de metal quita los cabellos dorados que tiene cerca de la nariz haciéndole cosquillas. El cuerpo acurrucado contra él se reacomoda, Steve hunde más el rostro contra su pecho y una de sus manos se aferra a su playera.

Abre los ojos perezosamente al sentir la respiración tranquila contra su delgada playera gris. No se mueve pese la posición incómoda. Los minutos vuelan, y supone que es tarde al notar el hilo de luz que se cuela por la persianas de la ventana. No importa, el tiempo entre ellos ha jugando tanto a que Bucky no le importa quedarse así un poco más, ¿qué son estos minutos comparados a los años que no han podido estar así? Nada, absolutamente nada, una miseria de tiempo, y aun así, su corazón se acongoja más que nunca.

Es una mierda.

Se lamenta.

Una rotunda mierda.

Lo sigue teniendo muy clavado, muy adentro dentro de su ser y ya no piensa luchar contra ello.

No puede, su cerebro no entiende, y su corazón es necio; va a continuar con aquella vieja promesa, le seguirá sin importar que, le seguirá hasta la muerte, al chico que es demasiado tonto para huir de las peleas, seguirá a su astro ante un destino incierto. Como Patroclo a Aquiles, como Hefestion a Alexander. Dan la vida a los astros rey.

No importa a donde huya, siempre vuelve a Steve como el boomerang regresa a la mano que lo lanza, dos imanes atraídos pese los polos desgastados y la línea borrosa, casi ya desvanecida.

—¿Qué hora es? —Steve pregunta de repente posicionado la cabeza a su altura. Tan sumergido estaba es sus pensamiento que no se percató del despertar de este.

Bucky se encoje los hombros, y de pronto se imagina despertar así todo los días. Pero el malestar del hormigueo le gana haciendo incorporarse. Mueve el brazo tratado de desentumir.

—¿Se te durmió el brazo? —Pregunta Steve muy obviamente sentándose a su lado, como si no supiera que otras cosa decir.

—Tu cabeza pesa mucho, ya no es como antes —es casual restando importancia aquel gesto, no mira hacia el rubio, en vez de eso, se levanta rumbo a la cocina.

Bucky se talla el ojo entre las greñas al pararse frente al refrigerador, saca dos jugos, para cuando gira Steve ya está tras él y acepta el envase de vidrio que le extiende.

Steve mira la botella, después sus ojos vagan de un lado al otro como si quisiera hallarse en un lugar desconocido, mete aire y lo saca si mover músculo alguno, se queda ahí como estatua acorralando entre el refrigerador y él.

Bucky da grandes tragos al jugo casi acabándoselo, Steve frente él, recién despierto y aún cálido, ropa de dormir arrugada y mal puesta. Steve Rogers nunca se va a dar cuenta lo que provoca en él.

—Gracias, Buck —Steve al fin alza la mirada, es blando y flexible, como si fuera otra vez el Steve de 16 años, magullado por lo madrazos que recibió en una pelea callejera.

—Nah, cuidé de ti cuando antes, podré hacerlo de nuevo.

Y así da por terminada la conversación de lo que pasó anoche. Le pasa de lado al rubio adelantándose al baño, el chorro de agua fría le caerá bien, y mientras recarga la frente en el azulejo mojado, cierra los ojos esperando que Steve haya entendido que no va a dejarle.

*

Steve se dedica el mayor tiempo frente al monitor donde lee algunos documentos que Sam ha enviado, luego sube a deshacer el siguiente costal colgado. Más tarde, mientras él está tumbado de panza sobre la alfombra jugando con sus cuchillas pasándolas sobre las manos y dedos, Steve, desde el escritorio, lo ve cada vez que lanza una al aire cachándola si mayor problema. A Bucky le gusta la atención que el rubio le pone, y trata de hacer movimientos más complejos con tal de retenerlo. Es divertido, es placentero. ¿Cómo ligas con tu amigo de la infancia, que has follado con una versión alterna de él y que apenas anoche durmieron juntos? Bucky no tiene ni puta idea, pero mientras Steve le mira de reojo de vez en cuando, el piensa que tal vez... quizás...