Tachó el error en su cuaderno y gruñó.—Hey, calmada fiera.— Su madre dejó un vaso con jugo a su lado y acarició su cabeza.
La pelinegra rápidamente miró a su madre con un puchero, esta le devolvió una mirada interrogativa y Suyeon señaló los apuntes.
—Estoy aburrida, mamá.— Lloriqueó y la mayor del lugar rió.
—Mi cielo, solo aguanta un poco.— Le comentó sentándose frente a su hija.— ¿Cuánto les faltan para las vacaciones de verano?
—Dos semanas.— Respondió con pesadez.
—¿Dos? Vaya, en Yongin salen en esta semana.— Suyeon la miró curiosa.— ¿Sabes? Yoorim me dijo que si Changbin podría quedarse con nosotros, quiere pasar las vacaciones de verano en Seúl.— Suyeon asintió.— ¿Recuerdas cuando Changbin y tú jugaban todos los días antes de mudarse?
Suyeon asintió con una vaga sonrisa mientras los recuerdos de su infancia se reproducían en su mente. Su antiguo vecino y ella corriendo por los jardines, ambos tirándose a ver películas en la casa de cualquiera, hasta que la madre de alguno los mandara a dormir.
Sin duda, extrañaba los viejos tiempos.