—Bien, eso es todo por hoy.— Concluyó el profesor mientras guardaba sus cosas en su maletín.— Nos vemos en la siguiente clase, chicos.— Se despidió recibiendo respuesta de algunos cuantos.Suyeon se dedicó a guardar sus cosas con calma pues, no llevaba prisa. Miró hacia un lado, Seungmin se encontraba con la cabeza apoyada en su antebrazo encima de su escritorio con ambos ojos cerrado.
Habían pasado al menos tres o cuatro días desde que había huido de él—literalmente— la última vez que hablaron y sorprendentemente, ese día el castaño no la siguió.
Desde entonces las cosas parecían estar algo tensas entre ellos y ninguno se atrevía a hablar con el otro; una por miedo y otro por orgullo.
Sonrió al ver el rostro calmado del chico y la sensación de calidez y calma que le transmitía verlo llenó por completo su pecho.
Cada que lo veía, su corazón la transformaba en una chiquilla con la suficiente energía como para correr un maratón al compás de los latidos descontrolados.
Pero no tan descontrolados como en ese instante, en donde no pensó en la mínima posibilidad de que el castaño abriera sus ojos y la pillara observándolo.
El contacto directo de su mirada no hizo más que ponerla nerviosa y colorarle el rostro de carmín.
Seungmin la observaba sin ninguna expresión en el rostro, esperando algo de la pelinegra.
—Uhm...— Miró a todas partes del salón, evitando volver a mirarlo directamente y notando que el aula estaba completamente vacía.— Y-yo...uhm...no quise despertarte...
Seungmin ladeó la cabeza, debatiendo si responder a eso o si había algo siquiera que responderle.
Entonces cuando lo decidió, alguien más tomó la palabra.
—¡Suyeon!
La pelinegra soltó el aire que hasta el momento sin querer había retenido y miró como la mayor de sus heroínas a su amiga.
—Taeyeon, hola.— Sonrió a su amiga.
—¿"Taeyeon, hola"? ¡Por Dios, desde que nos cambiaron de salón casi no nos vemos! Sé más creativa para la próxima.— rió un poco y se percató de la tercera persona en el lugar en cuanto este pasó por el lado de ambas en dirección a la puerta.— ¿Interrumpí algo?
Suyeon suspiró viendo cómo el chico salía del lugar sin girarse o hacer alguna cosa que no fuera ignorarla.
—No, nada.— Sonrió para calmar la curiosidad de su amiga.— ¿Sucede algo?
—¿Estás libre ahora?— Preguntó y antes de Suyeon poder asentir esta misma se respondió.— Por supuesto que estás libre, nunca haces nada después de clases. Rina y Sue nos están esperando, vamos.
Suyeon se dejó arrastrar por su amiga, primero porque era cierto que no tenía nada que hacer, segundo porque hace mucho no pasaba tiempo con sus amigas y tercero y más preocupante: tendría que pedir algunos consejos.