Preparativos De Guerra

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Zallen, veía como el alba del amanecer salía en el horizonte por tercera vez desde el balcón de su palacio, el jamás había visto ni el sol ni la luna, y tampoco las estrellas, pero a pesar de ahora ser libres, Zallen aun quería acabar con Aldia, pues sentía que debía vengar a sus padres y a su hermano.

- Señor - le comunicó un soldado - Quelana de Izalith esta aquí.

- Dígale que pase - contestó Zallen.

Al entrar ambos hicieron una venia de cortesía.

- ¿Qué paso? - preguntó Zallen.

- Aldia atacó Oolacile - contestó Quelana - no hallé ningún rastro, significa que o los mataron dormidos o se hicieron muy fuertes.

- A Aldia le di la oportunidad de rendirse, no lo hicieron, pero tampoco han mostrado una fuerza superior.

- Entonces debieron atacar cuando dormían…Sulyvahn y Eengy…

- Ambos fallecieron.

- Lamento lo de tu hermana.

- Y yo lo de tu maestro.

- Ya no tengo nada que ofrecerte, tengo algunas armaduras y armas viejas que tal vez quieras vender.

- Quiero estar en el ejercito de Oceiros.

- No tienes que…

- Quiero vengar a mi hermana.

- De acuerdo, igual la guerra está ganada, Aldia tiene apenas cien soldados, y la mayoría son campesinos desesperados, nosotros tenemos ochocientos.

- Bien, quiero acabarlos…

Quelana entreno todo un día, aprendió a usar su espada de hielo mejor que nunca, invocaba flechas y dagas de hielo, e incluso espadas de hielo, su espada era muy poderosa, incluso Quelana aprendió a congelar grandes cantidades de tierra, pues si el caballero Midir pudo congelar una laguna completa junto con la dragona más poderosa de todos los tiempos, ella podía contra unos campesinos.

Mientras tanto, en Aldia, los campesinos se refugiaban, esperando que Oceiros atacara de nuevo, aunque sabían que no ganarían, se negaban a rendirse, y su valentía fue pagada, pues los pocos valientes, vieron como Sir Alonne llegaba con Varg, con dos carretas grandes.

Sir Alonne, rodeado por los campesinos que veían su dorada armadura, seguían sin esperanza, pues le contaron a Sir Alonne que Afflicted había muerto, y que los buenos soldados habían caído.

- Por más que tengamos esas armaduras que ha traído Sir Alonne - dijo uno de los campesinos - ellos nos superan ocho a uno, y no somos guerreros, sino simples campesinos, ustedes son lo mejor que tenemos.

- No temáis - dijo Sir Alonne - pues mañana atacaremos Oceiros.

- ¿No escuchó? - dijo el campesino - estamos derrotados.

- No - contestó Sir Alonne - Porque estas armaduras no las conseguí yo, fue un obsequio de alguien, alguien que mañana nos defenderá y nos liberará de Oceiros…







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