Aldia, Oceiros Y...

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Zallen convocó a todo el ejército de Oceiros, pues el sol del amanecer, mostraba resplandeciente las armaduras de los ciento doce soldados de Aldia que iban camino a Oceiros.

- Parece que consiguieron algo de equipamiento - le dijo Zallen a Quelana que estaba a su lado.

- Son campesinos, por más que resplandezcan sus armaduras, nuestro ejército es mejor - contestó Quelana.

Al atardecer, los ochocientos soldados de Oceiros, estaban al frente de su reino, esperando que Aldia atacara para acabarlos de una vez por todas.

El viento soplaba fuerte, el día era brillante y cálido, el solo en su punto más alto no dejaba de brillar las armaduras duras de Aldia y de contrastar el negro de las de Oceiros.

- ¡Aldia! - gritó Zallen - ¡hoy ustedes caerán!

Del otro extremo, Sir Alonne contestó…

- ¡Oceiros! ¡Siempre se creyeron superiores! ¡Aprovechándose de nosotros! ¡Es tiempo que demuestren si son dignos de ganar! ¡Demuéstrenle a los verdaderos titanes del mundo que son dignos de ser un reino!

Zallen se rio, y no solo el, Quelana y el ejército en sí que se reía.

- ¡Unas armaduras doradas no los hacen soldado! - contestó Zallen - ¡Ustedes no son titanes! ¡Son simples campesinos!

- ¡Tienes razón! - contestó Sir Alonne - ¡Nosotros solo somos un pequeño refuerzo! ¡Ellos son los titanes!

Sir Alonne señaló hacia el sur, el ejército de Zallen volteó la mirada hacia donde señalaba Sir Alonne, pero solo se veía una colina, Zallen, volvió a mirar al ejercito de Aldia, y antes de decir alguna otra ofensa a Aldia, el sonido llegó.

Oceiros presenció como del otro lado de la colina al sur se escuchaban pasos fuertes de armaduras, sonando a un unísono que no se escuchaba hace muchos años, y que los jóvenes, jamás.

En la cima de la colina se comenzó a ver una corona gigantesca salir, una cabeza dorada, y luego el resto de la figura, Oceiros no podía creer lo que sus ojos veían, la gigantesca estatua dorada de Gwyn comenzó a bajar la colina acercándose al campo de batalla, detrás de la estatua, salió Leone, acompañada de doscientos soldados de Anor Londo.

Al principio Zallen tembló, pero luego tomó valor.

- ¡Resurgieron de las cenizas! - dijo Zallen - y esa estatua de Gwyn es intimidante, pero nosotros tenemos poder también.

Los magos de Oceiros, empezaron a invocar hechizos, que hacían que sus armas, se cubrieran en fuego. Quelana invocó una espada de hielo, quedando con ella en su mano derecha, y la de Midir a la izquierda, también se cubrió con una armadura de hielo bastante imponente.

- ¡No somos débiles! - gritó Zallen.

Después de un largo silencio Leone intervino.

- ¡Solicito parley!

Sir Alonne no entendía por qué pedir un parley en ese momento, pero acepto. Zallen también aceptó el parley.

En el medio del campo de batalla, Sir Alonne, Zallen y Leone se habían reunido.

- No entiendo porque pidió el parley reina - le dijo Sir Alonne a Leone.

- No hay nada que discutir - contestó Zallen.

- Si - opuso Leone - ríndase Rey Zallen, y evite una masacre.

- ¿Es una broma? - preguntó Zallen.

- Evite una masacre.

- No me rendiré ante alguien de quien no conozco el nombre.

- Leone, Reina Leone de Anor Londo.

Almas De CenizaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora