nueve.

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-Que te calles ya, Wooyoung, que hablas mucho -le susurré un poco fuerte

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-Que te calles ya, Wooyoung, que hablas mucho -le susurré un poco fuerte.

La idea de meternos en casa de Ikeda Kano había sido suya. Sin embargo, una de las primeras reglas era mantenerse callado, ¡y él no paraba de hablar!

-Es que estoy muy nervioso -murmuró mirando a todos los lados.

Actualmente nos encontrábamos a las afueras de la casa, escondidos en un helecho esperando que el señor Ikeda saliese de su domicilio.

-¿Nos van a pillar?

Le miré serio.

-Si sigues hablando seguramente -sonreí sarcástico para volver a mirar la casa.

Al paso de los minutos, el hombre salió de la casa y abrió el coche ubicado en una pequeña zona que era plana. Sonreí internamente y comenzaba a rezar porque todo saliese según lo planeado.

-Vamos -le susurré mientras observaba como Ikeda conducía.

Comencé a acercarme a una de las ventanas de la inmensa casa, con cuidado de que ninguna persona me observara. Ya que si alguien lo hacía, probablemente acabaríamos muertos.

Wooyoung llegó a mi lado y me miró un tanto nervioso.

-¿No te da miedo? -preguntó.

Mentiría si decía que sí, pero no quería que los nervios de Wooyoung aumentaran.

-Un poco, sin embargo, hemos pasado cosas peores. Esto puede ser la llave de nuestra libertad-sonreí mientras cogía una de las piedras que habían cerca.

Suspiré nervioso y tiré aquella piedra a la ventana, rompiéndola en pedazos.

-Tú primero -hablé.

Wooyoung asintió y con miedo entró en la casa por aquella ventana.

-¡Paso libre! -gritó.

Realicé lo mismo, es decir, pasé por la ventana y me introduje en aquella casa.

La habitación en la que nos encontrábamos era la cocina. Pequeña y cómoda. Estaba perfectamente acomodada con muebles de madera y algunas otras cosas con cerámica.

-¿Vamos? -pregunté sin parar de observar aquella cocina.

Wooyoung asintió y comenzó a caminar hacia el pasillo.

Me recordaba a "mi casa", miles de fotografías colgadas en las paredes, flores y relojes. ¿Por qué tenía tantos relojes?

Observé detenidamente una de las imágenes, percatándome de algo que había provocado que mis ojos estuviesen abiertos como platos.

-W-Wooyoung, tienes que ver esto...

Él se acercó a mí y le señalé el cuadro con mi dedo. Sus ojos se abrieron de la misma forma.

¿Que hacía la fotografía de Heesok allí?

La que se encontraba en los pasillos de su casa era una fotografía de ella sola, pero en este caso, nos daba entender que ella misma la había cortado.

Wooyoung me describió la fotografía, me habló de aquel trozo de papel y de cómo era la fotografía.

La única en la que Heesok sonreía.

Agarré el cuadro con mis manos y la observé con delicadeza.

HyeMin también se encontraba a su lado y el señor Ikeda también estaba. Todos eran muy jóvenes, sobre todo HyeMin, quien era una niña.

Observé al otro hombre.
Joven y sonriente.

El dedo de Wooyoung comenzó a acariciar aquel rostro mientras sus ojos se empapaban de lágrimas. Le miré asustado, no sabía que ocurría.

-Es mi padre... -murmura mirando fijamente el rostro feliz del cuadro.

En una parte de mi interior me esperaba aquella respuesta. Ahora mismo teníamos seguro que los cuatro se conocían.

HyeMin, Heesok, Kano y el padre de Wooyoung.

Ahora debíamos saber que les unía para comenzar a enlazar cabos y que así nos lleve al misterio del tatuaje.

Esto era el comienzo de un gran y largo misterio.

-Él... ya sabes... -traté de preguntar sin mencionar aquella palabra.

Wooyoung asintió entre lágrimas mientras alejaba su dedo del cuadro y corría hacia la ventana que se encontraba a pocos metros. Pensaba que saltaría por esta, para así tomar el aire pero cogió uno de los trozos del cristal y trazó una línea en su piel desde su ceja hasta su pómulo.

Le vi aterrado y quise correr hacia él pero mi cuerpo estaba paralizado.

-Esta marca le representa. No dejaré que sea olvidado -habla firme entre lágrimas.

Le miré triste, aquello debió de ser horrible. Pero me preguntaba, ¿por qué lo asesinaron?

-¿Por qué le... mataron? -pregunté nervioso.

-Nunca lo supe, me enteré hace tres años y me mandaron una fotografía. Él seguía sonriendo y le habían hecho esta marca -dice mientras señala su reciente herida-. Quiero ser igual de feliz que él. Sin que me importen las consecuencias. Tan solo ser feliz, ser yo y dejar de vivir en este maldito lugar de máscaras. Tendré mis gustos y no copiare a los demás.

Le miré mientras algunas lágrimas caían de mis ojos. Wooyoung era inteligente y demostraba sentimiento con cada palabra que salía de su boca. Me era impossible el no emocionarme o simplemente no sentir admiración hacia su persona.

-Estoy contigo, Wooyoung -sonreí mientras lloraba.

Me acerqué a su cuerpo y lo abracé con fuerza. Quería hacer tantas cosas con él que no las podía explicar. Le quería demostrar tanto y en tan poco tiempo.

Comenzamos a avanzar juntos por el pasillo de nuevo, nos sentíamos llenos de fuerza. Que nadie nos ganaría, éramos poderosos.

Seguimos caminando y observando cada habitación pero ninguna llamaba nuestra atención o tenía algo interesarte para nuestra investigación.

Ambos nos sobresaltamos cuando todos los relojes de la sala sonaron con fuerza.

Eran las ocho de la tarde.

-¿¡Por qué demonios suenan los relojes ahora?! -gritó Wooyoung.

No sé si alguien se dio cuenta peeero, Wooyoung en la portada tiene una cicatriz en la carita~

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No sé si alguien se dio cuenta peeero, Wooyoung en la portada tiene una cicatriz en la carita~

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NO CONTROL ;woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora