𝐓𝐇𝐄 𝐓𝐈𝐓𝐀𝐍'𝐒 𝐂𝐔𝐑𝐒𝐄 || PJO 🔱

Capítulo V

"Hago una llamada submarina..."

Nunca había visto el campamento en invierno y la visión de la nieve me sorprendió.
El campamento dispone de un control climático de tipo mágico que es el último grito. Ninguna borrasca atraviesa sus límites a menos que el director en persona lo permita. La pista de carreras y los campos de fresas estaban cubiertos de hielo. Habían decorado las cabañas con lucecitas parpadeantes similares a las navideñas, salvo porque parecían bolas de fuego de verdad. También brillaban luces en el bosque. Y lo más extraño: se veía el resplandor de una hoguera en la ventana del desván de la Casa Grande, donde moraba el Oráculo. Me pregunté si el espíritu de Delfos estaría asando malvaviscos o algo por el estilo.

— Wow. — Skylar y Nico esperaban al final de la pasarela de madera, a salvo del autobús sumergido — ¿Eso es un muro de escalada?

— Así es.

— ¿Cómo es que chorrea lava?

— Para ponerlo un poquito más difícil... Ven. Te voy a presentar a Quirón.

Los dos echaron a andar al ver que los alcanzábamos.
Pregunté a Zoë si conocía a Quirón y su respuesta fue tan seca como siempre: Sí, dile que estaremos en la cabaña ocho. Acto seguido, cargaron sus petates y sus arcos y se encaminaron hacia allí. Antes de seguirlas, Bianca le susurró algo al oído a su hermano; lo miró esperando una respuesta, pero Nico frunció el ceño y se volvió.

— ¡Cuidaos, guapas! — les gritó Apolo a las cazadoras. A mí me guiñó un ojo — Percy, ándate con cuidado con esas profecías. Nos vemos pronto.

— ¿Qué quieres decir?

En lugar de responder, sonrió a Skylar mostrando su perfecta dentadura.

— Cielo, espero no encontrarme una nueva canción post ruptura por lo que sea que te haya pasado con Elliot. ¡Salúdalo de mi parte!

Le dijo algo que no pude entender a Thalia y subió al autobús de un salto. Tuvimos que protegernos mientras el carro del sol arrancaba con una oleada de calor; cuando apartamos las manos, el Maserati se alejaba sobre los árboles y el lago echaba vapor.

— ¿No me habías dicho que no era tu novio? - dijo Nico.

— Y no lo es. Vamos, Quirón estará esperando.

Noté que Nico aún cargaba a Hécuba entre sus brazos, y me preguntaba si durante el tiempo que yo había pasado fuera Quirón la había descubierto.

— ¿Quién es Quirón? — me preguntó — Esa figura no la tengo.

— Es nuestro director de actividades. Es... bueno, ahora lo verás.

— Si no cae bien a esas cazadoras, para mi ya tiene diez puntos. — refunfuñó él — Vamos.

————— ψ —————

La segunda cosa que me sorprendió fue lo vacío que estaba el campamento. Yo sabía que la mayoría de mestizos entrenaban sólo en verano. Ahora únicamente quedaban aquellos que no tenían un hogar al que ir o aquellos que sufrirían demasiados ataques de monstruos en caso de salir. Pero incluso ese tipo de campistas parecían escasos.
Charles Beckendorf, de la cabaña de Hefesto, avivaba la forja que había junto al arsenal. Los hermanos Stoll intentaban forzar la cerradura del almacén. Varios campistas de Ares se habían enzarzado en una batalla de bolas de nieve con las ninfas, pero ni siquiera Clarisse laRue parecía andar por allí.

La Casa Grande estaba decorada con bolas de fuego rojas y amarillas que calentaban el porche sin incendiarlo. Dentro, las llamas crepitaban en la chimenea. El aire olía a chocolate caliente. El señor D y Quirón se entretenían jugando a una partida de cartas en el salón.
Quirón llevaba la barba más desgreñada en invierno y algo más largo su cabello ensortijado. Ahora que no tenía que adoptar la pose de profesor, podía permitirse un estilo más informal. Llevaba un suéter lanudo con un estampado de pezuñas y se había puesto una manta en el regazo que cubría casi toda su silla de ruedas.
Nada más vernos sonrió.