𝘋𝘶𝘦𝘭𝘰 𝘢 𝘮𝘶𝘦𝘳𝘵𝘦 𝘤𝘰𝘯 𝘮𝘪 𝘩𝘦𝘳𝘮𝘢𝘯𝘰

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❝ ¡Si es cierto que gozas del favor de papá, baja aquí y demuéstralo!❞

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❝ ¡Si es cierto que gozas del favor de papá, baja aquí y demuéstralo!❞

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La puerta estaba medio escondida detrás de una cesta de la lavandería del hotel llena de toallas sucias. No tenía nada de particular, pero Rachel me señaló dónde debía mirar y distinguí el símbolo azul, apenas visible en la superficie de metal.

-Lleva mucho tiempo en desuso -observó Annabeth.

-Traté de abrirla una vez -dijo Rachel-. Por simple curiosidad. Está atrancada por el óxido.

-No. -Helena se adelantó-. Sólo le hace falta el toque de un mestizo.

En efecto, en cuanto puso la mano encima, la marca adquirió un fulgor azul y la puerta metálica se abrió con un chirrido a una oscura escalera que descendía hacia las profundidades. Rachel miró a Helena con ensoñación como si el hecho de que fuera tan inteligente le pareciera atractivo.

Al principio yo creía que Rachel... Bueno... Que ella estaba....

Bueno, ustedes me entienden.

Pero ahora que veía la otra perspectiva... Ella estaba literalmente babeando por Helena.

Estaba empezando a imaginar que Helena tenía un atractivo natural que engatusaba a cualquiera, funcionaba para los dos lados.

-¡Uau! -Rachel parecía tranquila, aunque yo no sabía si fingía. Se había puesto una raída camiseta del Museo de Arte Moderno y sus vaqueros de siempre, decorados con rotulador. Del bolsillo le sobresalía el cepillo de plástico azul. Llevaba el pelo rojo recogido en la nuca, todavía con algunas motas doradas. En la cara también le brillaban algunos restos de pintura-. Bueno... ¿pasáis vosotros delante?

-Tú eres la guía -replicó Annabeth con burlona educación-. Adelante.

- No seas tan mala, Annie - Le dijo Helena con una sonrisa nerviosa. La rubia se giro a la pelirroja - Aunque ella tiene razón, por favor, guianos.

Ella asintio con una enorme sonrisa. Las escaleras descendían a un gran túnel de ladrillo. Estaba tan oscuro que no se veía nada a medio metro, pero Annabeth, Helena y yo nos habíamos aprovisionado con varias linternas y, en cuanto las encendimos, Rachel soltó un aullido y fue corriendo a los brazos de la de ojos azules.

- Tranquila - Le dijo de forma tranquila sosteniendo a Rachel entre sus brazos.

Quise alejarlas, ver aquella sonrisa satisfecha de la pelirroja me enloquecia solo por que Helena la sostenía en sus brazos como si fuera un costoso jarrón que podría romperse en cualquier momento.

Un esqueleto nos dedicaba una gran sonrisa. No era humano. Tenía una estatura descomunal, de al menos tres metros. Lo habían sujetado con cadenas por las muñecas y los tobillos de manera que trazaba una «X» gigantesca sobre el túnel. Pero lo que me provocó un escalofrío fue el oscuro agujero que se abría en el centro de la calavera: la cuenca de un solo ojo.

𝑹𝒆𝒃𝒐𝒐𝒕; Percy Jackson ✔️ [#2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora