𝘙𝘦𝘱𝘳𝘶𝘦𝘣𝘰 𝘦𝘭 𝘦𝘹𝘢𝘮𝘦𝘯 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘌𝘴𝘧𝘪𝘯𝘨𝘦

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❝ No dejaré que te acerques a Nico ❞

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❝ No dejaré que te acerques a Nico ❞
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El patio estaba listo para celebrar una fiesta. Globos y serpentinas adornaban la verja. Gerión preparaba las hamburguesas en una barbacoa gigante hecha con un bidón de gasolina. Euritión ganduleaba junto a una mesa de picnic y se limpiaba las uñas con un cuchillo. El perro de dos cabezas husmeaba las costillas y las hamburguesas de la parrilla.

¿Y donde estábamos nosotros? Pues..... Felizmente tirados en un rincón, atados como animales, con las muñecas y los tobillos juntos y una puta mordaza en la boca.

Nico más de una vez trató de ayudarme a escapar, pero una mirada bastó para que desistiera, conocía sus intenciones. Yo no me iba a ir sola, y menos dejando a Percy en ese establo hecho totalmente de popo.

Yo ya estaba lista para morir peleando cuando a lo lejos vi una pequeña silueta acercarse como alma que lleva al diablo a donde estábamos. Quise llamarlo de la emoción, luego recordé que tenía la boca tapada.

—¡Suéltelos! —Grito Percy, jadeando aún—. ¡He limpiado los establos!

Gerión se volvió. Llevaba un delantal en cada pecho con una palabra en cada uno, de manera que el conjunto decía: « BESA - AL - CHEF.»

—¿Ah, sí? ¿Cómo lo ha logrado, señor Jackson?

Percy parecía a punto de ahocar los tres cuellos del tipo, aún así se lo explico. Él asintió, admirado.

—Muy ingenioso. Habría sido mejor que hubiese envenenado a esa náyade latosa, pero no importa.

—Suelte a mis amigos —le exigio—. Hemos hecho un trato.

—He estado pensando en ello. El problema es que, si los suelto, no me pagarán.

—¡Lo prometió!

Gerión chasqueó los labios.

—¿Acaso me lo hizo jurar por el río Estigio? ¿Verdad que no? Entonces aquí no ha pasado nada. Cuando se hacen negocios, hijo, es imprescindible un juramento de obligado cumplimiento.

Percy saco la espada. Ortos gruñó. Una de sus cabezas se inclinó junto a la oreja de Grover y mostró los colmillos.

—Euritión —dijo Gerión—, este chico está empezando a molestarme. Mátalo.

Euritión observó a Percy.

—Mátelo usted mismo —replicó Euritión.

Gerión alzó las cejas.

—¿Cómo dices?

—Ya me ha oído —refunfuñó Euritión—. Usted me manda continuamente que le haga el trabajo sucio. No para de meterse en peleas sin motivo. Y ya me he cansado de morir por usted. Si quiere combatir con el chico, hágalo usted mismo.

𝑹𝒆𝒃𝒐𝒐𝒕; Percy Jackson ✔️ [#2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora