Joven Sellers

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Así que «no eres el único que quiere hacer más que un beso, Sebastián», esto puede ser algo problemático. Lilina, eres una chica peligrosa en muchos aspectos, despiertas sentimientos extraños en mí y pierdo mi autocontrol.

No sé si pueda soportar estar aquí, a su lado, solos en esta cama, respirando su olor, sintiendo su piel con la mía. Es posible que esto sea un sentimiento que nunca antes sentí, me intriga de alguna manera.

—Lilina, tengo miedo —estas palabras no han podido ser más sinceras.
—¿A qué tienes miedo? ¿A mí? ¿Por qué a pesar de ser de una ciudad no me comporto como debería una señorita? – Me soltó y me dio la espalda.
—Nada de eso me importa. Lilina, sólo tengo miedo de no entender estos sentimientos —hice mi mirada al techo. —. No quiero lastimarte por el hecho de no entenderme. No lo puedo soportar, sé que hay algo que quiero expresar y el miedo a lastimarte es prueba de ello. Sin embargo, no tengo idea de lo que es.
—Sebastián, no seas tonto, sí me estuvieses haciendo daño claramente te lo diría y no puedes saber todo con sólo pensar, a veces debemos actuar.
—¿Qué quieres decir con "actuar"? – Volví mi mirada a ella, como era de esperar, me seguía dando la espalda.
—Simplemente has lo que sientas, tal como cuando... —me volvió hacia a mí.
—Te besé —dije viendo su linda reacción de sorpresa.
—Sí, como en ese momento —hizo una mirada fija a mis ojos y con sus manos cogió la parte superior de mi camisa, terminando con sus manos sobre mi pecho.

Qué situación tan intrigante, por si fuese poco todo el desastre sentimental dentro de mí cabeza. Esto resultó ser más peligroso de lo que imaginé, tengo miedo de dar más de lo que ella quiera de mí.

—Dime, ¿qué buscas de mí, Lilina?— ¿Lagrimas? ¿Otra vez? Después de todo soy un bebé llorón—. No soy absolutamente nada atractivo, soy demasiado asocial, no tengo ningún amigo. En cambio tú eres tan linda, siempre rodeada de personas.
—Joven Sellers, nada de eso me importa, yo te quiero a ti, así tal como eres. Deja de pensar en cosas que no tienen sentido, eres genial, esa forma que tienes de entender el arte, me encanta cuando lees, cuando dibujas, simplemente me encanta cuando eres tú mismo —dijo suavemente mientras me abrazaba.
—Lilina —respondí a su abrazo—. A mí, también me encantas, por todo lo que eres, que a pesar de mi extraña forma de ser no te has alejado de mí.
—Sebastián, no me alejaría de ti y ahora te has percatado de que tu forma de ser es linda, después de todo me terminaste gustando —sus palabras de alguna manera aceleraron mi corazón.

Le cogí de la cara y pasé a acercar mis labios de los suyos. Decidí dejar todo eso que temía, sus palabras me han hecho tomar la decisión dejar de huir de mis sentimientos. Es hora de empezar a expresar.

Y esta calidez que recorre mi ser, esta sensación que me oprime el pecho, siento fluir la realidad de mis sentimientos — ¿Quieres continuar?—dije a Lilina mirando sus lindos ojos color miel.

—No te detengas, Sebastián —dijo sonrojada y con sus lindos ojos cristalinos por el sonido de mis palabras.
—Aun así, hay un límite, ¿no? —Dije acariciando su lindo cabello negro.
—Eso depende de ti —me cogió de la camisa y se puso sobre mí.

Bien, que extraño cambio de la situación. Ahora ella está sobre mí, este es el momento de debilidad. ¿Ella es mi debilidad? Ella es mi vicio y mi veneno, algo que no puedo detener, y mucho menos quiero dejar o perder.

Como respuesta a su amable gesto hacia mí, pose mis manos en sus caderas, sus lindas carderas, tan suaves y moldeadas, aquellas donde voy poco a poco perdiendo mi cordura. Linda señorita que corrompe la cordura con su forma de enamorarme.

Deslizó sus manos de mi cuello hasta mi abdomen, por su valía como mujer levantó mi camisa, por consideración, pasé a quitar esa prenda que separaba su calidez de la mía, y a pesar de estar fresco por el aire acondicionado, todo se tornó tan caluroso como estar fuera de la casa. Pero estando dentro de ella y en la misma cama.

—Hoy debes olvidar a toda esa gente trivial, aquella que sólo te busca por tu cuerpo —dijo susurrando a mi oído.
—No hay tranquilidad en ningún otro lugar que no sea a tu lado —dije sonriendo para ella.

Hizo mis manos a un lado y levantó esa camisa que cubría mi verdad en su piel. Tiró de ella tan lentamente que mi respiración se volvió frenética como esperando algo que ya había tenido, pero que le han arrebatado. Y, al fin, su piel al descubierto, tan resplandeciente frente a mis ojos.

—Lilina, no puedo dejar de pensarlo, eres tan perfecta en todos los aspectos—y no, no lo dije por aquel lindo físico, sino porque le pertenece a ella, simplemente porque es ella.
—Me sorprendes por el hecho de que a pesar de que has rechazado a tantas personas, me hayas dado esta confianza —dijo entre sollozos.
—Tranquila, no es momento para estar triste —deslicé mis pulgares por sus suaves mejillas.
—No estoy triste, lo contrario, estoy feliz porque seas tú —sonrió de una forma tan linda, una sonrisa que opacaba el hecho de las lágrimas en su rostro.

Se acostó sobre mí, nuestra calidez se entrelazó, la respiración frenética se volvió mutua. Sin poder evitar el momento, no pude contenerlo y como tanto deseamos, nuestros labios se han unido nuevamente. Como era de esperar, soy un chico después de todo, tuve una erección, mi hombría quedo plasmada para ella, y sólo por ella.

Deslicé mis manos por todos los puntos de espalda, ese lindo sostén blanco con encaje, sólo pasó hacer un estorbo en su linda piel canela. Soltó un lindo gemido tan tenue que me estremeció. Empecé a anhelar tanto de esa linda melodía con las notas tan finas y suaves que envolvían mis sentidos hasta apagarlos.

—Esta noche será de los dos—susurré con una voz que se apagaba por cada caricia que sus suaves manos realizaron sobre mi piel. 

En su pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora