—¿Eh? ¿Qué ha sucedido? —dije para mí.
—Así que has despertado —se escuchó una extraña voz.
—Está completamente oscuro, ¿dónde estamos? —busqué en los alrededores con la mirada y sin ningún resultado.
—Vamos, trata de recordar lo que sucedió.
—Lo qué... ¿Sucedió? —me levanté del suelo—. Yo... Lilina... ¿Morí? ¿He muerto? ¿Ella se encuentra bien?
—No, no estás muerto, pero tampoco estás vivo.
—¿Qué quieres decir? ¿Quién eres? — pregunté exaltado.
—Creo que te equivocas de pregunta, Sellers Sebastián...
—¿Cómo sabes mi nombre? ¿Qué eres? —un escalofrío recorrió mi ser.
—¿Qué soy? Buena pregunta, yo soy aquello que no puedes ver, aquello que no tiene forma, aquello cuya vida nunca terminará... ¿Qué soy para los humanos? ¿Qué soy para ti?
—Eres... ¿Dios? —pregunté sorprendido.
—A lo que ustedes llaman “Dios” hay muchos, yo sólo soy otra deidad más. Recuerdas el libro, yo fui quién lo creó, hace alrededor de cuatro siglos, una pareja de humanos me ofreció la mitad de su vida con tal de poder estar juntos a pesar de que sus familias no permitían su relación. Pidieron que creará un libro que arreglará los problemas sentimentales de sus poseedores.
—¿Entonces a eso se deben los cambios de cuerpo? —¿Será esto verdad? Pero si no lo fuera, ¿dónde estoy? ¿Y quién es él? Tal vez estoy volviéndome loco, o puede ser que esto sea un sueño... Sí tiene que ser eso, después de todo no he sentido dolor.
—Sí, la pareja humana dijo que lo mejor era que sintieran lo que el otro sentía. Por cierto, ¿En realidad crees que estoy mintiendo?
—¿Eh? No he dicho algo parecido— maldición... ¿Sabrá lo que pienso o es sólo intuición? Bueno, esto es un sueño, todo puede suceder.
—Sí, estás en lo cierto, yo sé lo que piensas... Ya lo he dicho, soy una entidad poderosa a comparación de los humanos —susurró a mi oído.
—Esto es un sueño, ¡ya déjame despertar! —grité exaltado.
—Vaya humano, osas desafiar a un Dios. Bien despertarás, pero demuéstrenme que vale la pena estar ayudando a los humanos. Ambos deben mostrarme lo que sus sentimientos son capaces de hacer en la situación más difícil, aún si no logran recordar lo que han pasado juntos.
—¿De qué estás hablando?—¿Qué es esta sensación? Me siento demasiado relajado... Todo está completamente en silencio, ¿Él se ha ido...?[...]
¿Eh? ¿Un hospital? ¿Cómo he llegado aquí? Me duele todo el cuerpo, me siento cansado, ¿me habré desmayado? No logro a recordar nada, todo lo que hay en mi cabeza es algo confuso. Maldición duele tratar de recordar, tengo algo de hambre, como sea supongo que he de estar solo.
—Sebastián —se escuchó una puerta abrir.
—¿Señorita Stone? —pregunté sorprendido.
—¿Usted sabe qué hago en este lugar?
—¿Eh? ¿No recuerdas lo qué sucedió? —se acercó a mí preocupada.
—Me desmayé, ¿Me equivoco?
—Sí, estás equivocado, tú fuiste atropellado y fue por mi culpa... —dijo quebrándose hasta llorar.¿Por qué llora? Puede que haya sido atropellado, pero estoy bien, ¿qué le preocupa? No creo que sea el que no recuerdo que me pasó, al final puede haber sido en cuestión de segundos y por eso creí desmayarme.
Se acercó a mí llorando y me abrazó. Una gran calidez nostálgica recorrió mi cuerpo, cómo si ya hubiese sentido mucho antes esa esencia de estar entre sus brazos. Al final siempre he anhelado ser más que un amigo para ella, de alguna manera es reconfortante saber que se preocupa por mí.
—Está bien, tranquila. Ya he despertado, así que todo está bien—dije sonriente mientras respondía a su abrazo.
—Sí tienes razón, pero estoy feliz que te hayas recuperado —dijo entre sollozos mientras ponía más fuerza al abrazarme.
—Vamos, no me gusta verte llorar, sólo tranquila y sonríe —en realidad nunca la he visto llorar, lo que hace peor que llore por mi causa.
—Está bien, Sebastián —levantó su mirada y me soltó —voy a llamarle a tu madre para que venga pronto y a tu padre para que venga más tarde.
—¿Mi padre? —pregunté sorprendido.
—Sí, tu padre. Bueno en un momento vuelvo —salió por la puerta secando sus lágrimas y tratando de sonreír. Pero, mi padre justo hoy se ha ido de viaje. Mi madre me había dicho eso, cierto y tenía que ir ayudar al padre de Lilina con el jardín, tendré que disculparme con él más tarde.Puede que sea porque tuve un accidente que haya pospuesto su viaje, al menos madre no está sola ahora... Sí pienso más a detalle, me atropellaron, ¿entonces qué día es hoy? No veo mi celular por ningún lado, tal vez haya algún calendario en la pared.
Sí, allí hay uno... ¿He estado más de dos semanas aquí? Maldición, he perdido ya casi todas mis vacaciones de verano, he perdido muchas oportunidades de poder estar al lado de Lilina... Y darle por enterada de mis sentimientos. Sólo le he causado problemas, no creo que ella haya estado aquí todo el tiempo, pero es lo mejor, ella no debe perder tiempo en alguien como yo.
Quiero irme a casa, al menos allí puedo perderme en mi mundo cuando me pongo a leer. Lilina, ella es tan social, linda y muy fuerte, demasiado fuerte para compararla con mi débil ser. Creo ya ha tardado mucho, tal vez mi madre la tiene al teléfono todavía haciendo miles de preguntas, así es ella.
—Sebastián, ya he vuelto —hablando ella.
—Hola, Lilina —dije sonriente.
—Sabes, no debes hablarme así, no tienes que ser formal conmigo... Digo, ya sabes después de todo eso... —dijo sonrojada—. Por cierto, tu madre dijo que no tardaría en venir.
—Lilina, ¿Has estado todo este tiempo aquí? —pregunté avergonzado.
—Sí, desde hace dos semanas he estado esperando a qué despertaras—dijo sonrojada y con ojos cristalinos.
—¿Hace dos semanas? —pregunté confuso. Entonces si ha pasado ese tiempo.
—Sí, ¿no recuerdas que hace dos semanas fuiste atropellado por mi culpa? —dijo entre sollozos.
—¿A qué te refieres Lilina? ¿No fui atropellado cuando iba a tu casa?
—Sebastián... —rompió en llantos y salió sin darme la mirada o despedirse.

ESTÁS LEYENDO
En su piel
Roman d'amourUn par de adolescentes que, guardan sentimientos mutuos, son orillados a tener que compartir más que esos sentimientos que tratan de ocultar. Lilina le obsequia un libro a Sebastián, este los hace más unidos de lo que ellos pudieron haber imaginado...