En su piel

Él

Hace tres años que me he mudado a la ciudad con mis padres, para ser sincero extraño lo relajante que es el campo. Ha pasado tiempo, en ese lapso conocí a una chica llamada Lilina, ella es linda, tiene cabello largo de color negro y unos ojos color miel que me por alguna extraña razón me causan nostalgia.

Al menos esa fue la impresión de la primera vez que la conocí, en ese entonces yo ingresé a Secundaria, tenía aproximadamente 12 años, ella también, sólo que íbamos a distintos Colegios. La conocí el día de la mudanza ya que mi padre fue a visitar a los vecinos y lo acompañé. Esa chica me enredó en su mirada, pero que he de saber yo. Cuando mi padre me presentó a esa familia entorpecí tanto que terminé siendo descortés.

Lilina se limitó a sonreír y me saludo con beso en la mejilla, para haber sido algo natural de un saludo me sentí muy nervioso y terminé sonrojado, sin vacilar me despedí lo más rápido posible y volví a mi nuevo hogar.

Es gracioso recordar mi primer día en la ciudad, pensar que esa chica, que me cautivo en realidad es muy insoportable conmigo, no logro entender eso, ¿me odia?

Me he distraído, debía ir ayudar al padre de Lilina con el jardín, debo cambiarme e ir rápido. Tomé de mi clóset una camiseta azul y un pantalón corto negro.

—Madre voy a casa de Lilina, vuelvo en la tarde.
—Sebastián, tu padre no vendrá en toda la semana, tiene viaje de negocios.
—Sí, no volveré muy tarde.

Me despedí de mi madre y salí por la puerta delantera y me dirigí a la casa de la izquierda, que es donde Lilina vive.

—Buenos días, Señor Stone —llamé al padre de Lilina que estaba esperándome.
—Joven Sellers —sonrió para mí.
—Perdón me retrase.
—Los jóvenes de ahora, no te preocupes —dijo entre risas.
—Bien, ¿qué debo hacer primero?
—Bueno, ya he podado el césped, he comprado semillas de..., es un secreto —me guiñó el ojo.
—Oh, está bien —¿por qué serían un secreto? ¿Una sorpresa para Lilina?
—Toma, ves el espacio de allí —me dio las semillas.
—Claro —fui a donde las iba a sembrar, donde ya estaban las herramientas necesarias.

Me coloqué los guantes y cogí la pala de jardinería para hacer los hoyos, el lugar es muy grande. Terminé de hacerlos y con cuidado fui dejando semillas en ellos, pasé a llenarlos de tierra y rociar agua sobre ellos.

—Ya he terminado —avisé al padre de Lilina.
—Eres rápido chico, ahora rocía agua a todas las plantas, por favor.
—Entendido —asentí. Me dirigí por la manguera.

Ahora que lo pienso, el padre de Lilina siempre ha sido muy amable conmigo y mis padres, es bueno ayudarlo de vez en cuando. Hoy es el primer día de vacaciones y mi padre no estará toda una semana, es lamentable... Pero alguien debe sustentar la familia, así siempre es después de todo. El padre de Lilina también sale en viajes de trabajo, así es en la mayoría de las familias.

Bien, al parecer ya he terminado con esto. —Señor, ya está listo —me dirigí a él.

—Para ser muchas plantas sí que has terminado rápido, ahora que lo recuerdo, solías plantar flores y rosas antes de venir a la ciudad, ¿cierto?
—Sí, era una actividad que me relajaba de cierta manera.
—Es bueno que un experto me ayude —sonrió.
—Puede que lo hiciera, pero no me considero tan bueno.
—Vamos chico, relájate, aun eres joven.
—Bien, ¿necesita ayuda con esto?
—Sí, por favor....
—Por cierto, no puedo ir a casa muy tarde, mi padre no vendrá en toda una semana.
—No te preocupes.

Es entretenido ayudarlo, después de todo es algo que me gusta hacer. Al principio pensé que sería más complicado vivir en la ciudad, pero no todo ha sido malo hasta ahora. Además, pude conocerla a ella.

—Genial, hemos terminado. Vamos, haré que Lilina nos traiga un poco de agua fresca para beber —caminó hacía dentro de su casa.

—Lilina, ven por favor.
—¿Necesita algo? – Respondió Lilina.
—Trae limonada y dos vasos.
—Voy en seguida —podía escuchar su pequeña conversación. Tan linda la voz de Lilina.

—Y Sebastián, ¿qué piensas para ser novio de mi hija?
—¿¡Eh...!? —Me quedé sin palabras y me empezó arder la cara. No sabía que decir al respecto.
—¿Te gusta tanto que no puedes sostener la mirada a su padre? —Escuchar eso de él era un poco incomodo.

De cierta manera mi amable vecino me estaba atacando con todo a matar, esa pregunta, ¿cómo debería responderla?

—En realidad, su hija es muy linda y... —escuché pasos acercándose. 
—Padre, aquí está —intervino Lilina—. Hola, Sebastián.
—Buenos días... Lilina —dije con la mirada al suelo.
—Bueno, padre, me vuelvo a mi habitación —dijo Lilina. 
—Sí, claro.
—Hasta otra Sebastián —Lilina dijo sonriente.
—Hasta entonces —dije fascinado por su vestido blanco estampado de flores y su largo cabello negro.

—Ya tengo que volver a casa —dije al padre de Lilina.
—Está bien, gracias por la ayuda.
—Es un gusto —respondí sonriente.