Salí corriendo como un idiota, Lilina ha de pensar lo peor de mí. Pero, yo tampoco entiendo lo que me sucedió allí. Sí lo pienso a detalle, ella no hizo nada en contra de mis palabras, sin embargo, me dijo idiota, suele hacerlo siempre aunque esta vez me hirió escucharlo.
Es agradable esta sensación del agua fría cayendo sobre mi piel, después de todo es verano, hay un calor descomunal. ¿Ella se sentirá igual? Me refiero al tomar un baño, el agua fría corriendo por su piel canela. Tal vez no debería estar pensando en estas cosas, pero es inevitable, ¿no?
—¡Maldición! Me he dejado la ropa en mi habitación —grité para mí. Es odiable el hecho de que mi habitación esté en el segundo piso. Y para mi mala suerte, ella está aquí, es vergonzoso. Pero, tengo que salir.
Agarré mi tolla y cubrí de mi cintura hacia abajo. Así que falta esperanzarme de que suba tan rápido que Lilina no lo note. Corrí y como siempre, con la mala suerte tras mío, tropecé —estoy bien— grité para mi madre. Sin darme cuenta tenia a Lilina frente mío.
—¿Sebastián? —Preguntó mirándome con cara de lastima.
—Hola, Lilina —dije con un gran sentimiento de vergüenza que me envolvía.
—¿Necesitas ayuda? —Tomó mi mano para ayudarme a levantar.
—Gracias, Lilina.
—Ahora vuelvo, voy a vestirme —dije tartamudeando. Me dirigí a mi habitación y cerré la puerta con lentitud.A ver, una camisa blanca y una pantalonera gris, sí, perfecto. Ahora que lo pienso debería decirle a Lilina sobre su vestido nuevo, a ver si no hay malas consecuencias debido a lo sucedido en el sofá, espero y no. Bueno, no creo que esté enojada, pues me ayudó a levantar del suelo. Es hora de bajar.
—Lilina —dije dirigiéndome a ella.
—Hola, otra vez —dijo sonriente.
—Sabes, te ves linda con vestido —no pude soportar el hecho de mis palabras y me sonrojé.
—Eh, Sebastián ¿estás bien?
—Sí, lo estoy. Quería decirlo antes, pero no me sentí capaz.
—Ya veo —hizo la mirada al suelo. ¿La hice enojar? ¿Me bofeteará?
—Idiota —añadió entre murmuro. Se acercó lentamente a mí y me abrazó, su calidez, a pesar de hacer calor, no me incomodó en lo más mínimo.
—Lilina —posé mis brazos en su cintura y la abracé con la fuerza suficiente para dar por enterado a ella de mis sentimientos. Todo este tiempo queriendo tocar los sentimientos de Lilina, y este momento se volvió nuestro.Esta joven, la única que a pesar de ser yo, una persona sin interés a las relaciones, me ha atrapado en su existencia. Es tan linda, esa extraña forma de pensar suya, esa forma suya de estar en mi cabeza, y llegado este momento no sé qué debería hacer.
Mi momento soñado, que ahora es frustrado por mí mismo, siempre he odiado mi forma de ser y ahora la aborrezco más que antes. Tantas cosas que anhelo decir y esta timidez que me ata por el miedo a su reacción. Sigo con temor, a pesar de ver como es sincera conmigo en este momento.
—Sebastián, ¿estás llorando? — Retrocedió un paso e hizo su mirada a mi rostro, una mirada que me perdía.
—¡Lilina! –Dije exaltado, volviendo en mí. Y lo noté, mis mejillas húmedas, y sin saber el por qué–. Perdona, no entiendo que sucede, voy a mi habitación.
—Está bien —me miró de forma compresiva, o eso quiero pensar.
—Ahora vuelvo —dije sonriente mientras me dirigía a mi habitación de la forma más tranquila que pude.He vuelto a huir, odio esta cobardía, odio lo cobarde que soy. Ella ha dado todo lo posible para demostrar sus sentimientos y luego estoy yo, arruinando esos lindos momentos de sinceridad. Soy despreciable, si fuera ella, probablemente ya hubiese dejado a un chico problemático y cobarde como yo.
Ella es muy considerada conmigo, creo que demasiado para ser yo. Ella es hermosa, su piel canela, su cabello oscuro y esa linda cara. Ella podría tener a cualquiera a su merced, sus hermosos ojos color miel, que a pesar de no tolerar mucho lo dulce, logran perder a cualquiera.
Ahora que pienso más a detalle, la principal molestia es Tael, el joven de los Cross, las veces que ha visitado a Lilina, ha sido tan... No hay palabras para describirlo, me molesta mucho el hecho de que esté alrededor de ella. Vaya, y yo aquí encerrado en mi habitación, pensando en ella.
—Debería salir de aquí y dejar de pensar en esa niña bonita —dije para mí. Me dirigí al espejo—. Vaya cara la mía, ojos rojos y ojeras, perfecto para enamorarla. Fuera tan sencillo.
Creo que debería ir al lavabo, no quiero que conozca esta faceta débil de mí. No puedo aceptar que ella logre hacer que me preocupe de estos detalles de mí, no me preocupo ni de vestimenta, sólo de mi comodidad. Ella es increíble por lograr esto en mí.
—A por todas, Sellers —exclamé sonriente mientras abría la puerta. Al momento, Lilina cayó sobre mí.
—Sebastián —dijo mirándome fijamente a los ojos.
—¿Qué estabas haciendo, Lilina? — Pregunté sorprendido.
—Dime, ¿quién es esa niña bonita? — Puso sus manos en mi pecho.
—Eh..., ¿qué quieres decir? —Pregunté casi en murmuro.
—Estuve escuchando, me preocupaste mucho —respondió apretando con fuerza sus manos. Un sentimiento muy extraño recorrió todo mi cuerpo, mi corazón se aceleró.
—Esa niña bonita eres tú —dije acercando mi rostro al suyo. No entiendo lo que sucede, mi cuerpo no se detiene. La besé y todo, principalmente mi frustración, todo eso desapareció. Es una sensación genial derretirme en la calidez de sus labios.
—¡Lilina, lo siento! –Cuando volví en mí dejé de besarla al instante.
—Sebastián —me miró sorprendida.

ESTÁS LEYENDO
En su piel
RomanceUn par de adolescentes que, guardan sentimientos mutuos, son orillados a tener que compartir más que esos sentimientos que tratan de ocultar. Lilina le obsequia un libro a Sebastián, este los hace más unidos de lo que ellos pudieron haber imaginado...