—Te quiero, Sellers Sebastián —dijo con una voz temblorosa tan tenue por el sonido de sus suaves gemidos que envolvían todo mi ser sin dejarme pensar.
—Lilina... También te quiero... —dije sin dudar en un momento que, visto de otra manera, sería tonto. Pero no era mentira, ninguna de las palabras que he dicho a ella...
Esta sensación me consumía hasta hacerme actuar por instinto mientras no podía dejar de ver las expresiones tan lindas de Lilina. En cada momento que aceleraba el movimiento de mis caderas sus gemidos se volvían una melodía tan desenfrenadamente fina.
Su interior con temperaturas tan elevadas que mi miembro siente derretirse dentro de ella, una pasión tan desbordante nos ataca y nos hace ser libres por dejar de retener todos estos sentimientos que tanto miedo había de mostrarlos, ahora sólo se sienten en todo el lugar.
—Que la luna sea testigo de nuestra locura... —susurré a su oído mientras su suave cuerpo se posaba sobre mi piel desnuda.
Le besé el cuello mientras levemente me iba sentando en la cama, lamí cada centímetro de ese cuello color canela, comenzó a emitir gemidos tan tenues que me descontrolaban por la dulzura de su melodía.
Pasé a recorrer con la frialdad de mis manos toda su suave y caliente piel, sus gemidos empezaron a ser más continuos mientras por el movimiento de sus caderas poco a poco estaba más dentro de ella.
De sus dulces labios no podía producir más lindas palabras que mi nombre. Un sentimiento que derretía mi interior empezó a desvanecer mi esencia en aquella madrugada de crepúsculo hasta hacerme desaparecer...
[...]
—Chicos ya es hora de despertar... —se escuchó una voz del otro lado de la puerta—. Ya es tarde, el desayuno se enfriará.
—¿Eh? Ah, vale ya bajamos... —dije entre dormido.
—Lilina, ya despierta... ¿Eh? Mi voz...
—Buenos días, Sebastián—dijo saliendo de entre las sabanas.
—Ya veo... —me acosté en la cama—hemos vuelto a cambiar.
—Sebastián, pronto terminará esto, ¿cierto? —dijo con la mirada al suelo.
—Sí, estaremos bien —dije sonriente. Yo era su esperanza, no debía mostrarme débil ante esto.
—Sebastián, pero... —dijo entre leves sollozos.
—Sí digo que estará bien, es porque daré todo de mí —sellé sus palabras con mi dedo índice —. Así que tranquila, hay que bajar a desayunar.
—Por cierto, hay un dolor agobiante en toda la parte inferior de tu cuerpo —añadí mientras me vestía.
—Es lo normal, bueno... Aquí también duele... —dijo tocando mi entrepierna sobre la pantalonera.
—No digas eso mientras tocas mi entrepierna... —dije avergonzado.
—Te ves tan linda sonrojada, Sebastián —dijo con voz burlona.
—Sólo hay que bajar —dije entre dientes.No tuvimos mucho tiempo de hablar de lo que pasó, pero me encanta ver como sonríe, aunque esté en mi cuerpo tiene su esencia sobre él. Maldición, realmente duelen las carderas y la entrepierna... Es lo que yo hice, ¿es mi castigo por hacerlo? Porque si es así, no me arrepiento de nada.
¿A qué hora hemos quedado dormidos? No se sintió el cambio de cuerpo, es tan extraño. Aún hay que seguir leyendo el libro, necesitamos saber más, pero no puedo dejar de pensar en lo que hicimos...
—Buenas noches, chicos —dijo mi madre con sarcasmo mientras ponía el desayuno en el comedor—. Han despertado tarde, así que yo ya he desayunado.
—Sí, está bien, madre —¿Madre? Le he dicho madre en el cuerpo de Lilina, que vergüenza. Ahora tendrá una mala idea de ella.
—Entonces salgo de compras, nos vemos al rato —dijo sonriente.
—Sebastián —Lilina dijo exaltada.
—¿Qué dices? Tú eres Sebastián —dije acelerado.
—La Señora Sellers ya se ha ido.
—Ya veo... Pero al final no dijo nada. Así que no hay problema.
—Vale hay que comer —dijo relajada.Tal vez este es el momento para hablar de "eso" que hicimos. Mejor dejaré que ella decida el momento por ahora hay que seguir tranquilos sin ese tema. Después de todo no es algo que logre ser borrado tan fácil, es lo que quiero pensar, no sería de mi agrado que ella olvidará algo tan importante para mí.
—Ya he terminado, ¿Qué tal tú, Sebastián? —Dijo sonriente.
—Sí ya he terminado —me levanté y cogí los platos.
—Sebastián, yo lo haré —me quitó los platos.
—Lilina, voy a salir un momento, tengo que comprar los cepillos dentales.
—Entonces espérame un momento, voy a ir contigo —salimos de la casa. Había niños jugando del otro lado de la calle.
—Por cierto, ¿Cuándo volverá tu padre?
—Sí no me equivoco llegará el mismo día que el tuyo, Sebastián.
—Ya estoy, vamos —dijo mientras se secaba las manos.
—Lilina, sobre lo de anoche... —Dije nervioso.
—Sebastián, mira se le ha ido la pelota a ese niño —corrió hasta ella.
—Lilina, cuidado con el... — ¡Maldición! ¿Por qué ahora?
—¡Sebastián! —se escuchó un grito desvaneciéndose.
![](https://img.wattpad.com/cover/226070014-288-k948629.jpg)
ESTÁS LEYENDO
En su piel
RomansaUn par de adolescentes que, guardan sentimientos mutuos, son orillados a tener que compartir más que esos sentimientos que tratan de ocultar. Lilina le obsequia un libro a Sebastián, este los hace más unidos de lo que ellos pudieron haber imaginado...