—¿Te cambiarías por favor, Sebastián? —qué vergüenza, se me ha olvidado el cambio de cuerpos y he llorado frente a él... Aunque no me molesta en nada, tal vez porque fue Sebastián.
—Claro, ¿quieres vendarme los ojos?
—Sería tonto después de que ya me has visto en ropa interior —dije sonriente. Vaya chiste, después de todo lo que ya ha sucedido entre nosotros.
—Tienes razón, Lilina —me dio un beso en la frente—. Sé que ya lo he dicho, pero haré que volvamos a la normalidad, confía en mí.
—Sebastián, muchas gracias —me lancé sobre él.
—Vamos, hay que regresar a la habitación —me cogió de la mano.Es tan extraño que nos comportemos de acuerdo a lo que somos estando en otro cuerpo, más extraño porque él es un chico y está en mi cuerpo. Bueno es algo de lo cuál por ahora me debo acostumbrar, no será mucho, al final Sebastián acabará con esta mala pesadilla.
Es tan increíble la forma en la que hemos terminado así, pero es tan lindo de alguna manera porque puedo sentir lo que él un pequeño tiempo después de cada cambio. Aunque debo admitir que me da miedo el no volver a mi cuerpo y ser la chica de Sebastián. Me he esforzado tanto por él como para que de la noche a la mañana todo se fuera.
—Lilina, toda la libertad la llevas en ti —sonrió para mí.
—¿Qué quieres decir, Sebasti...? — ¿Oscuridad...?[...]
—Lilina... Sebastián... ¿Están bien?— Se escuchaba una voz a lo lejos.
—¿Eh? ¿Qué ha sucedido? —Pregunté aturdida.
—Lilina... Hemos vuelto —se escuchó la voz de un chico. Un chico...
—¿Sebastián? —Pregunté mientras me ayudaba a levantarme.
—¿Qué ha sucedido aquí? ¿Cómo que han vuelto? —Preguntó la Señora Sellers —escuché un fuerte golpe y los encontré aquí.
—Eh... —maldición ahora sucede esto, estamos perdidos.
—No es nada, sólo decía que hemos vuelto a caer —intervino Sebastián.
—Chicos, son tan problemáticos vayan a dormir.
—Sí, claro nos vamos —Sebastián me cogió de la mano.
—Señora Sellers, gracias por preocuparse —dije dirigiéndome a ella.
—Está bien, vayan a dormir —sonrió.No hemos dejado de dar tantos problemas a la madre de Sebastián, siempre la preocupamos por cosas sin sentido. Pero ahora no es algo de lo cual ella deba enterarse, probablemente nos trate de locos. Es tan nostálgico y lindo saber que no me ve como alguien mala para Sebastián.
Si no mal recuerdo, esta tarde estuve molestando a Sebastián. Puede que no sólo fuese una broma, no es que me incomodara si él me propusiera algo tan lascivo. Quiero besarlo otra vez, quiero escuchar su voz susurrándome... Quiero volver a sentir su piel con la mía.
Pero, ¿de qué estoy hablando? ¿ya he perdido la cordura por completo? Al parecer es lo más cercano a eso porque él es mi perdición.
—Lilina, deberías regresar para cambiarte.
—Cierto, pase por alto eso. Sabes, creo que mejor me debería cambiar aquí, ya hemos dado muchas vueltas y hemos causado mucho alboroto.
—Tienes razón. Vale entonces —dijo mientras hizo su mirada al suelo.
—Sebastián —dije con voz suave mientras me quitaba la blusa.
—Dime, Lilina...
—Levanta la mirada —me acerqué a él y lo cogí de la barbilla.
—¿Por qué estás sin blusa? —preguntó exaltado.
—¿No quieres que siga? —pregunté mientras me alejaba de él.
—Lilina... Nunca dije algo como eso— me cogió de la cintura y se levantó de la cama.Sí, esta sensación vuelve a recorrer todo mi ser, esta maldita sensación que me hace perder la cabeza y terminar en blanco —entonces, sé sincero conmigo. –dije mientras lo abrazaba.
—Eso es lo que quieres, está bien — susurró a mi oído. Deslizó sus manos por mi espalda.
—Sebastián —susurré mientras mi voz se perdía por el movimiento de sus manos. Un chico que, para ser tan formal, es alguien tan capaz de envolverme en entre el caos de su ser.
—¿Qué sucede? ¿Al final no te referías a esto? —me cogió de los hombros y nos separó suavemente.
—No, no te detengas —dije mientras mi voz temblorosa se desvanecía.
—No te preocupes, no te voy a obligar hacer nada que no quieras —me abrazó mientras sonreía para mí.
—Te equivocas —me lancé sobre él hasta caer sobre la cama—. Más que nadie sabes que no soy una chica que deba ser tratada como una señorita... Y esta es la última situación en la cual deba ser tratada formal.
—Entonces, ¿me estás diciendo que no mereces nada? —Dijo mientras me sostenía la mirada —. Bien, no me importa lo que creas, yo haré lo que me inspiras hacer y te demostraré que vales todo.
—Sebastián —dije con voz rota—. Entonces demuéstramelo, que valgo la pena de que te enredes en mi vida.
—Lilina —deslizó sus pulgares sobre mis mejillas, tan linda sensación que traía tranquilidad a mi ser desmoronado. Bajó sus manos hasta mis caderas y sin vacilar junto mis labios con los suyos.Mis labios que anhelaban sentir los suyos nuevamente. He comenzado a tener ciertos momentos de desesperación y alguna que otra crisis, pero siempre que él está conmigo todo eso se va. Es tanto mi perdición como mi salvación.
—No te detengas a menos que no quieras seguir —susurré a su oído.
—¿Entiendes lo peligroso de esas palabras? —dijo jadeante.
—Estoy consciente de ello Sebastián —dije con respiración frenética.
—Entonces no hay vuelva atrásusurró. Me cogió de la cintura y me besó nuevamente. Sin embargo, esta vez iba en serio.Movió sus manos por toda la parte superior de mi cuerpo, con una tranquilidad que a pesar de ser tan suaves sus movimientos, no podía evitar estremecerme. Es increíble que sea tan bueno cuando él es lo más tímido.
Metió sus manos bajo mi blusa recorriendo con sus manos mi piel, una sensación que es envolvente y me vuelve sumamente loca. Con mis labios recorrí el camino de su pálida piel hasta su cuello, y entonces besé suavemente su cuello hasta escuchar de sus labios un lindo jadeo tan lascivo.
Nadie imaginaría a Sebastián produciendo estos sonidos lascivos, quién diría que él me mostraría esta faceta suya, principalmente cuando soy la última persona a la cual mostrársela. Con sus manos levantó y sacó mi blusa. Otra vez dejándome de una forma tan humillante.
—Sebastián, eres un chico cruel —dije entre jadeos.
—Oh, sí, soy muy cruel... —dijo con una sonrisa tan lasciva que no pude evitar dejar de sostener.
—Vamos, es hora de escribir nuestra historia —añadió mientras se quitaba la camiseta.
—Eres un chico con muchas sorpresas, Joven Sellers... —deslicé mis manos hasta posarlas bajo su pantalonera—. Porque aquí alguien no puede mentir...
—Es porque eres tú... Porque es Lilina... —dijo con la cara sonrojada y una respiración tan frenética que su voz fue forzada.Coloqué mis manos sobre su pecho y sentí los latidos desenfrenados de su corazón... Me quitó el sostén sin que me diese cuenta de ello, pero sus manos tan agiles recorriendo todo mi ser dejan mi mente en blanco. Es casi imposible dejar de pensar en cómo me hace sentir.
Sus manos tan frías de una forma tan irónica debido al calor, estremecen mi ser por su suave movimiento sobre mí hirviente piel por la pasión que desea ser desatada y calmada por él. Esa forma tan intensa de besarme suave y frenéticamente a la vez me hace perderme en su ser sin saber mi rumbo.
Bajó sus manos hasta mis caderas donde sin vacilar prosiguió a quitar mi pantalón. Movió sus manos por mis piernas volviendo mi respiración mucho más cortada por esas sensaciones tan excitantes que recorren mi cuerpo dejándome débil y sin control alguno.
—¿Estás lista, Lilina? —susurró a mi oído.
—Maldición, no arruines el momento con algo tan obvio... —¿En qué momento terminamos sin ropa y él sobre mí? Y lo más importante... ¿En qué momento se colocó el preservativo?
—Está bien, lo siento... Entonces voy ya... —movió su miembro a mi entrepierna buscando una forma de introducirlo. Su miembro es algo grande, puede que sea así, pero sólo he visto el suyo.
—Sebastián... —exclamé con voz temblorosa.
—¿Estás bien? —se detuvo con unos cuantos centímetros de él dentro de mí—. ¿Quieres que me detenga?
—No, no te detengas... —puse mis brazos sobre su cuello y lo besé.Se movió lentamente procurando causarme menos dolor. Sin embargo, ese dolor es tan placentero, aunque sólo ha introducido la mitad siento que llena por completo mi interior. Su miembro se siente tan grande, pero sólo he visto el de él. Sentir como su grueso miembro desgarra mi interior es tan excitante, hasta el calor que se desprende a todo mi ser.
Me estoy volviendo loca, esta sensación me atrapa y acaba por completo con mis sentidos. Que sí no me han de perdonar todo lo que hago y digo en esta situación, no importaría recibir el castigo.
Aquí estoy soltando jadeos y gemidos sin poder contenerlos, puede que ya no haya algún sentido, pero... —Te quiero, Sellers Sebastián... —dije con voz temblorosa.
—Lilina... También te quiero... —dijo mientras su voz jadeante se desvanecía.
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En su piel
Roman d'amourUn par de adolescentes que, guardan sentimientos mutuos, son orillados a tener que compartir más que esos sentimientos que tratan de ocultar. Lilina le obsequia un libro a Sebastián, este los hace más unidos de lo que ellos pudieron haber imaginado...