CAPÍTULO 4

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Limpié por cuarta vez el plato.

-ya sabes.... todos los gemidos son iguales- soltó mi amiga, limpiando una copa -algo como... "¡ay, Si!" "¡más, más, más!"- soltó una carcajada ante mi mirada de pánico - Vamos, sólo tienes que actuar disfrutando lo que haces. Y ya- levantó sus hombros.

-Eso creo- dejé el plato sobre el secaplatos.

-¡Hola!- ingreso el cocinero.

-Joss.... Hola- saludó, Maya.

¿Cómo es que sabe su nombre?. Hasta ahora lo veníamos llamando "cocinero".

-Hola,Hana- me saludó al dejar unas cosas sobre le mesada.

-Hola....-le devolví el saludo.

-¿Quieren que las ayude en algo?- preguntó -Aunque no lo crean, soy muy bueno lavando platos- sonrió, mirandome.

- No. No es necesario-negó, Maya. Sonriendome -Tú, puedes empezar a preparar la comida. Nosotras ya terminaremos con esto, así abrimos el restaurante- agregó.

-Bien. Adios- se despidió, con su alegré sonrisa.

En cuanto Joss, salió por la puerta. Maya se acercó.

- Te lo dije. Está muerto por vos- sonrió, con picardía.

A las 2 am, cerramos el restaurante, puesto que en el día de hoy, los clientes fueron escasos.

-Bueno. Me voy- me despedí de Maya.

-Si necesitas algo.... Llámame- sonrió.

La abracé, y salí de mi lugar de trabajo, adentrándome por las calles.

Estaba cansada, toda la semana había sido muy agotadora. Tuve que hacer maquetas para mis hermanas, como tarea. Limpiar más seguido la casa de las señora Scarlett. Y además de eso, el restaurante me pagaría más si lavaba los platos. Claro que lo acepté, el dinero extra nunca venía mal.

Suspire.

El silencio que había, me obligó a centrarme en esos recuerdos que tanto había intentado borrar.

-¡te estoy diciendo la verdad, mamá!- estalle, con la angustia a flor de mi garganta.

-¡No! ¡eres una mentirosa!- negó.

-¿acaso le vas a creer a él? ¿y no a mi?. Tú, hija- la miré, sin poder comprender las palabras de mi madre.

-Él, me dijo que lo inventaste todo. Que lo odias desde el primer momento en que piso está casa. Algo que es cierto. Nunca lo quisiste. Y no entiendo porque me dices eso- tomó asiento -Es una buena persona, nos está ayudando con los gatos de la casa y....- intentó defenderlo.

Pero no.

No podía escuchar a mi propia madre por más tiempo.

-Y, es un borracho- ataque -Es un maldito desgraciado que merece la muerte- agregué, llena de odio.

-¡NO HABLES ASÍ DE ÉL! ¡TE REGALÓ ESA COMPUTADORA QUE TANTO DESEABAS! ¡Y LE DIO ESE CELULAR A DAYSI!- explotó.

-¿Acaso esos son motivos para defenderlo?- lloré -Es una escoria. El peor ser humano que puede existir en la tierra. Un imbécil. Un hombre asqueroso- agregué.

QUIERO COMPLACERTE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora