CAPÍTULO 34

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-¿Cuál es su parentesco con la señorita Daysi?- le preguntó el abogado oponente a mi madre.

Bajé la vista, pasando mis manos por mi rostro.

La odio.

Ese es el único sentimiento que lograba sacar de mi.

-Soy la madre- respondió.

Y aún así, podía afirmar que es su madre. ¿Acaso puede merecer esa palabra cuando no nos creyó?. Cuando lo eligió a él.

-Cuéntenos. ¿Qué fue lo que pasó ese día? ¿La señorita Hana le contó una mentira?- soltó el abogado.

Cerré mis manos en un fuerte puño. ¿Mentira?.

- Hana, me afirmó que su padrastro había violado a Daysi- aseguró.

-¿Y le creyó?- preguntó, el abogado.

-No- confesó.

Maldita.

Alce mi vista, fijandola en su rostro. Se encontraba más viejo de lo que la recordaba, y su ropa, es precaria. Estaba en pésimas condiciones. Hasta su cabello, había perdido color.

-¿Por qué? ¿Ya sabía que ella era una mentirosa?- soltó el abogado, mirando al jurado.

-Porque pensé que él, jamás haría algo así- afirmó, bajando la vista - Pero me equivoque- agregó.

Llamando la atención de todos. En especial, la del abogado.

-¿Qué dice?- apretó su ceño, el abogado.

- Que me equivoque- repitió -Ese hombre- señaló al bastardo - Violó a mi hija- afirmó, entre lágrimas -Fui una idiota al defenderlo- agregó.

-Señora, le recuerdo que está bajo juramento- se acercó el abogado, algo preocupado.

-Lo sé, es por eso que estoy diciendo la verdad- soltó mi madre, muy decidida -Perdóneme, no les crei- lloró -Tenían razón....- bajo su cabeza.

Madre....

Una pesada lágrima rodo por mi mejilla. Verla así, me partía el alma. A pesar de todo.

- No más preguntas- se alejó el abogado, frustrado.

-¿El otro abogado?- preguntó la jueza.

Nuestro abogado alzó la vista, sorprendido. No era para menos, no esperaba que el testigo del abogado oponente se volviese en su contra.

-No- afirmó, nuestro abogado.

No había razón. Sus palabras fueron claras: Él, violó a Daysi.

Mi madre se retiró, dejando el lugar de los testigos vacío.

-Bueno... ¿Algún otro testigo?- preguntó la jueza.

- No, su señorita- negaron los abogados.

- Pero... quisiera llamar a Daysi a atestiguar- soltó nuestro abogado. Tal cuál, lo acordamos.

-Bien... adelante- le permitió la jueza.

Cuando una nerviosa y dudosa Daysi tomó asiento sobre ese enorme sillón de los testigos, hizo el juramento. Como lo habían echo todos los demás testigos.

-Daysi- se acercó nuestro abogado -Dime, ¿que pasó ese día?- le preguntó.

Daysi, bajó su vista. Nerviosa.

Vamos Daysi.... tú, puedes.

Apreté mis manos, nerviosamente, cuando hubo un gran silencio. Rogaba a dios, que hable. Que no se quedé callada. Que ya no había nada de que temer.

QUIERO COMPLACERTE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora