CAPITULO 11

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En el capítulo anterior...

—Nagisa... — Sentenció en amenaza, cerré mis ojos con fuerza y sintiendo el corazón entumido por los recuerdos.

—Te enviaré todo por e-mail, pdfs, documentos, juegos interactivos y. — Sentí un jalón en mi brazo, el fuerte y brusco agarre de Tanako, hizo que nos miraramos a los ojos fijamente, sentía la furia y desesperación en los penumbrosos rubíes.

Y solo soltó dos palabras que terminaron de quebrar mi corazón. —Te amo. —

...

Nada, no dije nada. Y no porque no sentía nada ante lo que había dicho, sino que necesitaba cerrar ese tema por La Paz.

Una paz que me era difícil de mantener cuando se trataba de un asunto así.

Nos quedamos en silencio un largo rato, vi a mis amigos alerta por la forma brusca a simple vista en que agarraba mi brazo, la verdad, su agarre era suave al pasar los segundos y me llenaba de nervios su tacto y delicadeza, aunque su mirada era inquieta y deseando una respuesta.

Al notar que no iba a decir absolutamente nada, me fue soltando lenta y sutilmente. Al ya no tener contacto conmigo, solo desvió su mirada y me pareció ver una expresión triste en su rostro.

Ignore aquello, no quería volver a caer en el círculo vicioso que imponía tener una relación con Tanako.

—Podemos hacer tutorías de los temas que no comprendas cada dos días... — Dije rompiendo el silencio, no respondió ni volteó a verme. —Usaremos dos horas para explicarte los teoremas y... la otra hora para superar los síntomas de tu trastorno. — Seguía en silencio...

Definitivamente, intimidaba más cuando estaba en silencio que cuando te amenazaba libremente.

—Estos son tus horarios y necesito que llenes este formulario. — Extendí una hoja frente suyo pero ni siquiera presto atención.

Silencio, mordí mis labios exasperado.

—Y necesito tu carpeta académica. — Nada, nada de nada... Apreté los puños debajo de la mesa. —Deja de ignorarme. — Masculle entre dientes completamente impotente.

Su mirada penumbrosa se fijó en la mía, que lo miró asustado por la forma directa de verme.

—Haré la mierda que quieras. — Agarró con brusquedad el formulario y los horarios. En silencio observé detenidamente cómo respondía a las preguntas que le puse en el formulario, y en algunas parecía estancarse, pero rápidamente volvía a escribir y así completar los espacios en blanco.

Parecía molesto, pero también se estaba esforzando en prestar la atención suficiente en cada pregunta, y eso ya era un avance significativo.

Cuando terminó, me lanzó las hojas del cuestionario al rostro, las cogí antes que cayeran al suelo o se arrugan de más.

—¿Eso es todo?. — Gruñó con fastidio.

—S-si. — Acto seguido, se levantó, metió los horarios en su bolso, y sin voltear a verme, salió como Alma que lleva el diablo.

No entiendo porque se molestó, nuestro amorío ya fue, me dolió y le divirtió a él.

¿Qué quería? ¿Que le dejara pasar todo lo malo que me hizo y empezar de nuevo?. Que equivocado está entonces.

Prohibido (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora