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— No te atrevas a llorar, no tienes permitido llorar.

Se encoge en su lugar, temblando aferra sus manos a su cabeza. Su pequeño cuerpo mojado hecho bolita. Los ojos abiertos mientras las lágrimas caen al suelo de manera inconsciente, aun si intenta no parpadear para no dejarlas caer como le es ordenado. El siguiente golpe llega justo en sus costillas, brinca un poco, un sonido parecido a un gemido de dolor sale de manera involuntaria aun cuando se mordió la lengua y un pequeño hilo de sangre se corrió de su boca.

— Te he dicho que no puedes llorar. Eres un objeto. Solo estas aquí para dar una buena imagen. No vales nada.

Sus ojos avellana se enfocaron en la mancha gris que hay en el suelo blanco para lograr disociar de todo lo que le rodea. Su mente reproduce una y otra vez la suave melodía de "Primavera: Allegro", de Vito Paternoster, intenta recordar los cerezos que vio hoy, el templo en el que estuvo, todo lo bonito de la primavera.

Todo para no sentir nada.

— ¿Ella estará bien?

La mujer suspira, agotada, ante la pregunta insistente de Romeo. Ese chico tiene la peor expresión simpática, no tiene nada de simpatía por el dolor ajeno, no tiene una expresión. Es como si hubiesen retratado su rostro para una cédula permanentemente. Aun con todos esos adjetivos, Romeo se ha negado a moverse de la enfermería a pesar de que le ha dicho 800 veces que estorba.

— Estará bien. Sus signos sanguíneos denotan anemia. Cuando despierte, hablaré seriamente con ella. Puede retirarse.

Romeo le alzó una ceja, inquiriendo con altivez que él no planeaba irse de allí mientras su roommate estuviera en tales condiciones. ¡Anemia su culo! Como un paciente de anemia, anteriormente había tenido sus crisis. Romeo sabe que una persona no es capaz de ponerse así de grave solo por anemia. Tiene que haber otro factor. Parecía que Wendy se iba a morir.

— Escucha, no puedes quedarte aqu-

Las palabras de la doctora Porlyusica se cortan cuando la puerta de la enfermería se abre de golpe. Una de las venas del rostro de la mujer de cabellos rosados se remarcó con enojo. Volteando con la peor mirada que puede dirigirle a una persona, encuentra un grupo de personas alterados y asustados. Cuando está a punto de gritar, todos entran sin pedir permiso y como perritos regañados se sientan alrededor de la cama de Wendy, viendo lo pálida que estaba y su rostro cansado.

— ¿Ella estará bien? — Pregunta un chiquito Lily con la mirada perdida y un pequeño puchero de tristeza.

Porlyusica siente que su corazón se encoge cuando Lucy, Levy, Juvia y Asuka le miran con la misma expresión de niño chiquito. Romeo se pregunta por qué coños Porlyusica no está gritándoles o hablándoles feo como es de costumbre. Mira a la mujer con una ceja alzada, ¿acaso está mujer estaba sintiendo ternura por estos cinco? ¿Le estaba jodiendo, verdad?

— Estará bien. — Responde la mayor dejando la carpeta del diagnóstico original en el mesón. — No pueden haber tantas personas aquí.

— Pero...

Porlyusica interrumpe a Juvia, alzando su palma extendida. Los cinco le miran con un puchero de tristeza y frustración. — Mamoru-san tiene que irse a casa. No es una opción.

— Yo puedo llevarla. — Dice Romeo, haciéndose notar por primera vez ante los ojos del "Club de los Renegados", quienes le miran con el ceño fruncido, juzgándolo por su presencia.

— ¿Por qué le llevarías tú? Nosotros perfectamente podemos llevarla. — El aura un poco agresiva de Lucy salió a flote, recelando a una de sus bebés con todo lo que su nada imponente aura le deja. Es por eso que Levy es la mamá del grupo.

Sweet Chaos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora