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— Necesito tu ayuda.

Lucy arruga las cejas, confundida porque está persona le esté hablando. ¿Si le está hablando a ella, no? Discretamente, mira en todas direcciones, asegurándose de que no hay nadie en el salón. ¿Por qué este chico querría su ayuda? ¿Acaso le había picado el culo? ¿Algún ancestro del pasado vino a recriminar sus errores? ¿Vio la muerte de cerca y desea eximirse antes de morir? <<Bueno, Levy-chan se parece a Shinigami-sama...>>, Piensa algo ida, ignorando al chico que se encuentra frente a ella.

— Sí. Estoy hablando contigo, chica rubia.

Lucy no tarda en fruncir el ceño, pero entiende. Realmente es muy difícil recordar el nombre de alguien que simplemente no es agraciada desde el punto social y que pasa tan desapercibida como una sombra ante la humanidad. De igual modo, ¡no hay razón para llamarla rubia! Hubiese preferido mil veces que le dijese chica del gorrito de paja. Su alma otaku hubiese estado agradecida. Por lo que, rodando los ojos se levanta de su asiento, colgándose en su hombro su bolso.

— ¿Qué puedo yo hacer por usted? — Pregunta con voz algo mordaz, enviando todas sus energías negativas hacia este chico. Él le alza una ceja, porque siente que es un ciervo juzgándolo. ¿Está mal si compara a esta chica con Bambie? Todo en ella le recuerda a Bambie. Sonríe un poco incrédulo, sin poder evitarlo, porque hace unas semanas ella si tenía un aura amenazante que parece haberse esfumado.

— Puedes hacer mucho, aunque no lo creas.

Lucy entrecierra la mirada, un poco contrariada, alejándose un poco porque esta conversación no está llevándoles a ningún lado. — Con permiso, debo irme a mi casa. — Dice Lucy, restándole total importancia a este pequeño evento raro e incómodo. Él toma su brazo, apretándolo ligeramente. Lucy se tensa un poco, porque no es buena con ese tipo de contacto repentino.

Su pecho comienza a latir de manera nada agradable, comenzando a temblar un poco. Todo se detiene cuando él le suelta de manera suave para enseñarle la pantalla de su celular. ¿En qué momento lo sacó? — Tú también quieres hundirla, ¿no? — Lucy forma con sus labios una línea recta perfecta cuando reconoce a la chica nacida en cuna de oro que se atrevió a hacerle daño a su linda y suavecita Juvia.

Levy le dijo que ellos tenían el poder de cómo destruir a esa chica, pero tal como ellos pueden destruirla esa cica fácilmente podría hundirlos a ellos mucho peor, afectando a sus familias y su entorno para siempre. Con miedo, Juvia dijo que simplemente dejaran el asunto así, que no importaba más. Lucy sabe que Levy tiene razón, si hace algo en contra de esa chica solo siendo un miembro del Hangyaku-sha Club será incluso extraditada de país. Porque por más que le cueste admitirlo, esa chica está en la cima de la escala social. Lucy solo es un peón en su jodido juego.

— ¿Y si fuese así, qué? ¿Tienes algún problema con ello, Kurosawa? — Gray sonríe cuando la verdadera aura agresiva de esa chica sale al aire. No es una máscara ni por cerca. Lucy solo reacciona ante una situación, no puede fingir un estado en el que no está. Una persona de expresiones y reacciones honestas. Es bastante interesante encontrar personas así.

— En lo absoluto.

Lucy da un pequeño brinco en su lugar, viendo a Gray como si fuese de otro planeta, bastante extrañada de su respuesta. No puede detectar ninguna duda en su tono de voz, hasta podría decir que Gray estaba 100% de acuerdo con ella. Lo cual es raro. Comparando sus escalas sociales, Gray está en una cima, Lucy en el fondo. Su sorpresa se va tan rápido como vino, observándolo con una intriga bastante amplia, apoyando todo su peso en su pie derecho. Cruza los brazos debajo de su pecho alzando una ceja con altanería.

Sweet Chaos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora