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El cielo anaranjado comienza a tornarse de tonos purpuras indicando que la noche entrará. No hay nubes, tampoco una luna o una estrella. Algunas ventanas del edificio están abiertas para que los miembros de los clubes se ventilen con la fresca brisa de primavera. Sus pasos acelerados no son escuchados por nadie, todos están concentrados en lo suyo con las puertas cerradas.

— ¡Corre más rápido rata, esto es divertido!

Se resbala con la inexistencia, cayendo de pancita contra el suelo. Se apoya en sus brazos y se levanta sobándose la nariz para seguir corriendo. Su cuerpo tiembla y rebota. Su cabello se pega a zonas que están sudadas por todo lo que ha estado corriendo. Se sostiene de la baranda de las escaleras, jadeando con un amargo sabor en su boca, apenas puede respirar y todo está borroso. Saca fuerzas de dónde no sabía las tenía y termina de subir al tercer piso deshabitado de ese edificio, buscando refugio en uno de los salones que se encuentran vacíos.

Con manos temblorosa busca poner cosas para trabar la puerta y tener un poco de alivio hasta que se cansen o se aburran. No lo logra a tiempo y sus cazadores entran en el salón. La figura de en medio dice algunas cosas que sus oídos no pueden asimilar justo ahora. Tiene taquicardia, su pecho sube y baja debido a todo el esfuerzo en vano que estuvo haciendo para lograr salvarse. Empujan su cuerpo contra las paredes del salón, pateándole, jalando su cabello, incluso le rasguñaron los brazos, mezclándose entre sus ya cerradas cicatrices.

Asustada, muerde la mano de uno de sus captores, logrando un espacio para escapar. Jalaron su pie con fuerza, logrando que se pegue de nuevo en la cara. Su instinto de supervivencia le obliga a patalear hasta que puede correr de nuevo. Abre la puerta del balcón, pasando por el mínimo espacio, batallando con la persona que quiere alcanzarle para cerrarle. Un objeto desconocido se clava en su mano y logran alcanzarle.

La figura más demandante dice algunas cosas que su celebro no logra recordar. Por alguna razón recuerda la ira que sintió en ese momento, dándole por primera vez en su vida un golpe a alguien, con la cabeza en la frente de la otra, debido a que le estaba agarrando de los hombros. Las uñas se clavaron en sus hombros, sintiendo que las uñas llegan hasta el interior de su carne. Intenta liberarse, gritando por auxilio, traspillando un par de veces y pegando su espalda al borde del barandal por las fuerzas. Intenta jalar el cabello de su captor, quien grita un montón de cosas como "Rata sucia, puta, deberías morirte" y demás.

Entonces, de repente el cielo que antes se veía anaranjado con matices purpuras ahora se ve casi partido por la mitad. No hay nubes, ni estrellas o una luna asomándose. Su cuerpo se siente liviano. Ya no hay manos presionando sus hombros, tampoco puede escuchar los gritos en la punta de su oído. Se siente un poco libre y en paz justo ahora. No extiende su mano ni nada, no grita de miedo, no hace nada, solo se queda viendo el hermoso atardecer como si fuese pintado por las más bellas de las acuarelas.

"Es un bonito cielo", Piensa cerrando sus ojos un instante

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"Es un bonito cielo", Piensa cerrando sus ojos un instante. "Quisiera estar allí".

Y finalmente en un eco sordo, el impacto llega.

Sweet Chaos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora