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Sus ojitos vacíos y carentes de vida se enfocan en la figura que está entre las piernas de su Zia, se aferra a la enorme mano de su papá, pasando su lengua por su lengua por su labio inferior, un poco nerviosa ante la mirada expectante de esa nena de 5 años, con sus piernas temblando por alguna razón. Sus ojitos se mueven cuando la mano delgada de su Zia se posa en la cabeza rubia de esa niña.

— Lucy, sal de allí, cariño. — Habla con calma, acariciando con suavidad el cabello corto de su hija. La niña se desliza de sus piernas, mostrando su adorable apariencia, similar a la de una muñeca de porcelana ante los ojos de la otra niña. — Lucy, ella es Mavis. De ahora en adelante, ustedes dos ¿pueden llevarse bien?

Los ojos chocolate de ciervo observan a esa hermosa niña. Sonrojándose de rosa adorable, se siente tan encantada por ella. Sus ojos se alzan de nuevo, encontrando el rostro sonriente de su Zio, con sus ojitos rasgados dándole una de esas sonrisas que muestran sus encías que tanto hacen que su corazoncito de niña se acelere, poniéndolo en un altar. Se nota que ambos son familia, parecen dos gotas de agua.

Mavis de 10 años ladea su cabecita ante la presencia de la más joven, se acerca, extendiendo su mano pequeña, con su muñeca con una pulsera de tela roja. — Mi nombre es Mavis, es un gusto. — Pronuncia, intentando dar la misma sonrisa que su papá, viéndose graciosa ante los ojos de su Zia, puesto que a Mavis se le acababa de caer una de sus paletas, en cambio Lucy le observa encantada, extendiendo su mano para tomar la de la más grande, sintiendo su suave calor.

— Soy Lucy.

Los padres de ambas suspiran, sintiendo alivio al ver que ambas se llevaron bien en su primer encuentro, poniéndose juntos, vigilando como ambas niñas comienzan a interactuar entre sí, hablando de cosas que para ellos no tienen sentido. Misión cumplida. Esperan, con todo su corazón, que ambas puedan llevarse así de bien en el futuro.

— ¡Llegas tarde!

— ¡No me grites!

— ¡No te estoy gritando! ¡Estoy vociferando porque vamos tarde!

— ¡Voy por las llaves del Mavis-móvil!

— ¡Lucy, no llevas pantalón!

— ¡Mierda!

A este punto, a Mavis no le importa que los vecinos se quejen porque ellas están gritando a las 6:22 de la mañana, ¡están súper atrasadas! Mavis sabe que debió negarse la noche anterior a quedarse viendo una serie con Lucy, ambas acordaron que solo iban a ver algunos capítulos para ponerse al día, ¡terminaron viendo toda la bendita serie! En su defensa, esa serie fue muy adictiva.

Ambas hermanas salen del departamento, con Lucy asegurándose de que la puerta suene y que no quede la puerta abierta. Usan las escaleras porque usar el ascensor es totalmente incierto, puede ser o muy rápido o estarán esperando por más de cinco minutos que no tienen. Lucy pone sus cosas en la canasta de la bicicleta de Mavis, sentándose en el acolchado asiento de la bici de su hermana. Mavis de un salto se encaramó en la rejilla, extendiendo su brazo señalando el cielo. — ¡A la carga!

Pedaleando como si el diablo se la hubiese llevado, Lucy arranca saliendo de su complejo de departamentos, rezando a diestra y siniestra que el autobús no le deje o no podrá exponer, si no expone hoy, Scorpion o Aquario le dejarán llevar su proyecto a exposición de final de semestre, si no va a final de semestre, los promotores que posiblemente le den trabajo cuando se gradúe no verán nada. Llegan a la parada, con ambas casi cayendo porque Lucy frena abruptamente al ver el autobús detenerse, pegando un grito de desespero, pidiendo que la esperen. La rubia toma sus aparatos, pareciendo una tortuga ninja, saltando hacia el interior del bus, corriendo hasta un asiento, saca su cabeza por una de las ventanas.

Sweet Chaos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora