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— Querido señor.

El pique de su mejilla es fuerte, tanto que siente su mejilla hundirse. Frunce el ceño quitando su brazo de su rostro, en su estado actual quiere matar a quién sea que interrumpa su preciado sueño. Se sienta, con el cabello revuelto, mirando en todas direcciones como un nido de pájaros. El mechón de unicornio se movió de manera graciosa. Entrecierra los ojos de mal genio frente a la persona que le estaba fastidiando su sueño.

Dicha persona se irguió en toda su altura, para verlo con una expresión tan tranquila que se preguntó si eso de verdad es una persona o es un espíritu. La persona sonríe, le sonríe de una manera tan extraña como lo hace su madre, pensando seriamente en qué hizo mal, rememorando y armando una excusa como si fuese a presentársela a su mamá. ¡No! ¿Por qué esta mocosa de secundaria le hace sentir así?

— Señor, yo no tengo ningún problema en que pase su borrachera en el parque, pero — Cuando esa chica abre sus ojos, está seguro que puede ver el mundo a través de ellos. Un mundo no muy agradable, siendo sinceros. —, asusta a mis niños.

¿A sus niños?

Ladeando la cabeza, nota al montón de niños chiquitos ni mayores de 6 o 7 años, niños de parvulario. Con sus tiernos gorritos y uniformes de bebés verles con el ceño fruncido, otros con duda, muchos con miedo y algunos de ellos simplemente ignorándolo. Parpadeó viendo a la persona que estaba frente a él.

— ¿Eres un adulto?

—      ¡Me estoy yendo! — Grita Mavis terminando de ponerse los zapatos, aunque sabe que no tendrá respuesta

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— ¡Me estoy yendo! — Grita Mavis terminando de ponerse los zapatos, aunque sabe que no tendrá respuesta.

Mientras Lucy está en su súper misión secreta de la que no quiere contarle nada durante sus vacaciones de la universidad, ella se ha estado quedando prácticamente sola los últimos cinco días. Extraña pelear con su hermanita por sus contradictorios vestuarios, extraña pelear por quién demonios se había comido la última lasaña de la nevera, o si se acababa el ramen y ninguna compraba. Extraña mucho a su Lulú.

Se levanta del suelo, cogiendo su bolso de tela poniéndoselo en el hombro mientras este atraviesa su pecho. Cierra con llave y pone la clave correspondiente para irse a su amado, preciado y valeroso trabajo. Porque sí, Mavis es una adulta independiente de 26 años que aparenta seguir estudiando en la escuela. No es algo que le moleste mucho, después de todo puede seguir viéndose joven a pesar de que dentro de pocos años estará en los treinta.

— Mavis-chan, ¿tienes trabajo hoy? — Cuestiona una señora de las tiendas que hay en el camino que hay a su trabajo. Mavis detiene su mega extraordinario transporte, su linda bicicleta, para observar mejor a la señora.

— Sí. Todos los días. — Responde dando una sonrisa.

— Are, Mavis-chan. Debes descansar un poco. — Dice negando con la cabeza. — Trabajas de lunes a sábados. ¿Cuándo conseguirás un novio y le darás nietos a tus padres?

Sweet Chaos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora