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— Escucha bien Levy.

Con sus ojos enormes observa los ojos azules de su papá. Tan lindo y guapo como siempre. Él le señala a una mamá gatito que han estado alimentando últimamente, pensando en adoptarla a ella y a todos sus gatitos bebés recién nacidos. Con cuidado, su papá acaricia la cabeza de la madre gatito que parece cansada, aceptando el contacto cariñoso ronronea de gusto. Levy abre su boca un poco, emocionada por eso.

— ¿Ves cómo ella lucha contra todo por sus bebés? — Levy asiente. Recuerda como esa mamá gatito los primeros días que iban a darles comida, rasguñaba sus brazos con tal de que no se acercaran a la esquina donde estaban escondidos, les gruñía haciendo sonidos espeluznantes y demás. Fue un poco de trabajo arduo (y muchas latas de atún) ganarse su cariño. Esa mamá gatito hizo de todo para proteger a sus crías y que nadie les hiciese daño. — Es el espíritu de una madre luchadora, ¿no? No importa las adversidades, ella está allí.

— ¡Como Lu-chan conmigo!

Papá Kuroda abre sus ojos un poco, pensando que más bien es al revés, Lucy creó una pequeña dependencia hacia Levy, o al menos en sus ojos. Levy es quien normalmente pone las reglas entre las cosas que van a hacer, Lucy sin chistar mucho obedece. Levy peina el desastroso cabello de la rubia, le ayuda con las tareas, está constantemente pendiente de lo que sucede en su día cuando no se ven. Esas y muchas cosas más, sin contar las que no conoce de ese día. Sin embargo, papá Kuroda sonríe obviando el raro pero tierno instinto materno de Levy.

— Sí, como Lu-chan.

Levy se despierta de golpe cuando siente a Wendy apretar su brazo. Se sienta de manera veloz revisando sus signos. Quita el cabello de la cara de Wendy, sintiendo su corazón romperse. Pequeñas y finas lágrimas caen en el rostro de Wendy, manchándolo junto con algunos mocos. Sus mejillas están rosaditas, al igual que la punta de su nariz y orejas. Se aferra como un niño chiquito a su cintura, buscando calor humano.

— Po-Por favor... no,,, no me-me hag-hagan daño... — Suplica llorando un poco más fuerte.

Levy siente su corazón encogerse. Sus ojos se llenan de lágrimas simpatizando de manera dolorosa con el desconsuelo de Wendy. Se vuelve a acostar junto a la más joven. Sus brazos envuelve el cuerpo de Wendy en un fuerte abrazo, temiendo que esta vaya a desaparecer en cualquier instante. Su nariz pica indicándole que va a comenzar a llorar de manera vergonzosa cuando Wendy se aferra a ella más de lo que lo hacía, sollozando y gimiendo de dolor, como si la estuvieran golpeando.

Levy acaricia su cabello, cantándole suavemente una nana que su papá solía cantarle cuando algo le daba miedo durante la noche y le pedía dormir con él. Su papá le cargaba, cantándole esa canción hasta irse a su cama. Levy no considera su voz bonita como la de su papá, en este momento solo puede pensar en aliviar a Wendy. Para su sorpresa funciona cuando ella deja de aferrarse, cayendo nuevamente de manera más relajada a sus sueños. No deja de cantar hasta que Wendy deja de llorar, acaricia con la yema de sus dedos el rostro de Wendy.

— ¿Qué te hicieron...? — El labio de Levy tiembla, mientras lo muerde, intentando que el sonido lastimero de que sus lágrimas caen por sus mejillas no despierte a Wendy y su ahora pacifico rostro al dormir.

Levy solo sabe una cosa, nadie volverá a lastimar de nuevo a su bollito.

Levy solo sabe una cosa, nadie volverá a lastimar de nuevo a su bollito

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Sweet Chaos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora