13| Sacudiéndonos el dolor

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La noticia se esparció rápidamente por la aldea, quienes no tardaron el celebrar el victorioso regreso de sus héroes. Ellos ya no estaban en el lugar que les indicó Sarada, necesitaron hablar con Ino, quien les dijo que se los habían llevado al hospital para tratar sus heridas. Así, por tercera vez en el día y con el atardecer tras de ellos, regresaron al edificio blanco.

En el exterior había mucha gente, más que la que hubo en la mañana y entrar fue una odisea, en especial porque los jounin de las 5 naciones custodiaban la entrada a la cuarta planta, donde residían los kages. El que Ino estuviese allí fue de gran ayuda, él los acompañó incluso cuando salieron del ascensor, dando las explicaciones necesarias sobre su presencia en el lugar. Más para Mitsuki y él, pues Sarada era hija de uno de los que estaban allí, así que no necesitaba dar motivos.

Las habitaciones eran en par, por lo que los Kages habían sido divididos en distintas salas. Ino los condujo a una que tenía el número 142.

En cuanto la puerta se abrió Menma pudo ver a Naruto y Sasuke recostados en dos camillas que estaban una junto a la otra, rodeados de sus familiares. Pero lo que llamó la atención del viajero interdimencional, fue ver a Sasuke cargando con cariño a su hermano Akane, bajo la atenta mirada de las otras personas en la habitación, en especial la de Naruto.

Tragó saliva por lo familiar de la escena entrando en una especie de shock, algo bastante común desde su llegada a ese mundo, pero entonces sintió un suave toque en su mano derecha que se volvió un agarre más fuerte, regresándolo al momento actual.

– todo está bien, Menma – le susurró Mitsuki y fue como si un peso que no sabía que cargaba desapareciera de su corazón.

Cuando la primera lágrima de alivio cayó, el albino lo abrazó y el primer instinto de Menma fue ocultar su rostro en el hombro de su compañero, entonces sus lágrimas cayeron sin nada que las detuviese mientras Mitsuki acariciaba su cabeza.

– ¿eh? ¿Chicos? ¿Ocurre algo? – preguntó Naruto cuando notó la presencia de los dos jóvenes.

Menma se apartó del hombro de su compañero y secó sus lágrimas, para luego sonreír vívidamente.

– nada Lord Hokage, solo que, estoy feliz – contestó y el rubio parpadeó un par de veces antes de devolverle la sonrisa.

Ellos estaban allí, habían luchado y ganado. ¿Cómo no podía estar feliz si eso significaba que había esperanza para sus padres?

– 0 –

Los días se volvieron pacíficos y pronto se sucedieron uno tras otro con una fluidez tal que a veces incluso olvidaba que día de la semana era. Todos en la aldea ayudaban en la reconstrucción y los países vecinos aportaron su ayuda también a la causa, todo gracias a las amistades que Naruto había formado a lo largo de su vida, aunque todos sabían que nunca las había hecho con esa intención, Naruto simplemente era un sol que solo con verlo, deseabas estar a su lado, apoyarlo para que esa hermosa sonrisa nunca dejara de brillar.

Pensar que él había sido uno de los causantes de que esa sonrisa se perdiera, era algo que no podría perdonarse nunca. Por eso a pesar de arrepentirse desde el primer momento de lo que hizo, nunca regresó, no se creía merecedor de una nueva oportunidad.

Se alejó de él e intentó olvidar, pero ¿Cómo olvidar lo más importante en tu vida?

Podía alejarse de él, si eso le daba la posibilidad a Naruto de ser feliz lo haría, era lo que había hecho los últimos trece años. Pero ahora que una vez más la vida del rubio peligraba, sintió un miedo profundo que casi lo llevó a la locura, porque a pesar de la apariencia fría que portaba siempre, por dentro era débil como el cristal, demasiado roto por las tragedias de su vida, lo único que aún mantenía su alma en pie era Naruto y sin él...no tenía nada porque vivir.

Como un espejo DistorsionadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora