17| Abriendo el corazón

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La noche era fría y en la soledad de su nueva casa, Sasuke no tenía mucho que hacer. Luego de limpiar la pequeña capa de polvo que se formaba diariamente sobre los muebles, lo único que le quedaba por hacer era afilar sus herramientas y luego solo se iba a entrenar a algún sitio. En esa situación podía ver en cuan triste y patética se había convertido su existencia.

El reloj colgado en la pared marcaba las doce con quince, tal vez podría dar una vuelta por la aldea y quizás, solo quizás, observar a Naruto en su oficina desde la distancia.

Ya había enfundado su espada cuando una sensación extraña recorrió su cuerpo. Su garganta se secó y su estómago se volteó, siendo golpeado por cientos de mariposas. Los toques a la puerta no tardaron en llegar.

Su máscara de indiferencia fue lo único que le permitió poder avanzar hacia el umbral y girar la perilla para quedar cara a cara con dos orbes zafiro que brillaban con intensidad, incluso en la penumbra, como dos estrellas, hermosas y lejanas.

– ¿Qué haces aquí? – pregunta secamente. Teme que si habla de más su voz acabe por delatar lo rota que esta su alma.

– Querías que habláramos, así que hablemos – contestó Naruto. No hay emoción en sus palabras, solo fastido. Sasuke nota que quiere irse de allí lo antes posible y eso le entristece.

Asiente con la cabeza y se hace a un lado, permitiendo que el rubio entrara. No lleva su sombrero ni su capa de Hokage, nota al observarlo bajo la luz blanca de la sala y por la forma en que su cabeza se movía alrededor parece que inspecciona su entorno, aunque no era como si hubiera algo interesante que ver. Paredes blancas sin cuadros y muebles grises vacíos. No hace mucho que se ha mudado, tampoco planea quedarse allí por un tiempo largo.

El aire se vuelve denso en cuanto cierra la puerta. El ambiente esta tan tenso que los latidos de sus corazones son audibles. Aunque tal vez esto es una ilusión. Sasuke al menos tiene ese pequeño pensamiento antes de alejarlo con racionalidad.

Naruto se voltea y ambos se observan a los ojos, la conversación es necesaria, pero ninguno sabe cómo comenzar. Las palabras están ahí pero mueren cuando intentan subir por su garganta. Más de una vez uno abrió la boca solo para volverla a cerrar, permitiendo que el silencio se extendiera aún más.

– ¿quieres un café? – pregunta, buscando romper el frio ambiente y Naruto asiente.

El rubio se deja caer en el sofá blanco, mientras que Sasuke va a la cocina para tomar una la vieja tetera de metal, la llenó hasta la mitad de agua y la dejó sobre el fuego de la estufa. Durante todo ese proceso pudo sentir como su corazón latía agitadamente, hasta el punto en que es pesado para él respirar.

Los minutos pasan y el silbido del vapor a presión saliendo por el pequeño orificio de la tetera es el único sonido que puede escucharse, aunque por poco tiempo. El Uchiha da algunos vistazos hacia el rubio de forma sutil, lo ve tamborilear los dedos sobre la almohada, está nervioso. Deja la tetera ahora vacía sobre una plataforma para evitar que dañe la madera del mueble y lleva los dos café a la sala. Naruto susurra un "gracias" al tomar el suyo.

Se miran y vuelven a apartar la mirada.

A este paso no iban a llegar a ninguna parte.

Estaba a punto de hablar, cuando Naruto suspiró y dijo:

– Así que esta es tu nueva casa...

– Si, no es mucho pero es útil – dijo.

– Seguro Sakura no reaccionó bien a tu mudanza repentina – los ojos del rubio se oscurecieron ligeramente.

– Cuando supo mis razones estuvo de acuerdo con esto – contestó recordando la discusión que habían tenido.

– ¿Por qué estás haciendo todo esto, Sasuke? ¿Por qué ahora?

Como un espejo DistorsionadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora